Contra la escuela (2)

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Un artículu de Milio Rodríguez Cueto Esti artículu de Milio Rodriguez Cueto, asoleyáu en La Nueva España ayer. Publícolu col so permisu, obviamente. Compárenlu col mio recién Contra la escuela. Van ver un análisis apaecíu, en causes y en consecuencies. NOTES INCONSTITUCIONALES MILIO RODRÍGUEZ CUETO El llibru que nunca voi publicar Nel momentu de la xubilación docente 30•08•22 | 04:00 El día 1 de setiembre, depués de 36 cursos, esti que firma posa la tiza de forma oficial y metafórica (¡va años que les pizarres son blanques y piden la lluz d’un proyector y la sombra de rotuladores!), igual que los toreros corten la coleta, si me consiente usté pisar el charcu peligrosu de les referencies taurines. Va poques selmanes, esti diariu publicó una noticia según la cual ocho de cada diez médicos que cumplen 65 años piden reenganchar hasta los 70. N’educación, contando col serviciu mínimu requeríu pa cobrar el cien por cien del retiru, la norma a los 60 ye solicitar la xubilación anticipada, que rima con desbandada. Ye verdá que perdemos menos perres que los médicos, pero, ¡si fuere solo eso! ¡Si l’oficiu consistiere, namás, n’entrar en clase y comunicar lo muncho o poco que sabes a los estudiantes…! Pero hai qu’aguantar families melindroses y acrítiques colos productos de les sos gónades (otru día, igual-y cuento aquella vez qu’un padre m’amenazó con denunciame en Telecinco, “¡Va a ser doloroso!”, dixo); orientadores utópicos, pillaos na so propia trampa rousseauniana, que se constituyen nuna interferencia permanente, nos centros docentes, al serviciu de la nada, porque nada se llogra colos sos diagnósticos y les sos prescripciones (¡y cuántu trabayu-yos da esa nada a los profes!); una administración educativa desnortiada, paternalista, obsequiosa, que condena a la desgracia futura a los neños de clase humilde, que salen del institutu trunfantes hoi y fracasaos mañana porque nun aprendieron a vincular esfuerzu con ésitu: una administración educativa al serviciu de la esplotación social y del fascismu por venir. Y papeles, papeles, papeles ensin ningún valor pedagóxicu, ensin ninguna verdadera aplicación docente, papeles inútiles pal oficiu, concebíos pola administración como un contratu legal cola sociedá pero, a efectos prácticos, una soga al pescuezu de los profes, una espada colgándo-yos, permanentemente, sobre la cabeza. ¡Si namás fuere entrar en clase y comunicar lo muncho o poco que sabes…! Y, pa encima, comentar la quema del profesoráu ye tabú. Lo mesmo les autoridaes educatives que la sociedá quieren la fantasía d’un profesoráu miríficu, indesmoralizable, consagráu a la causa docente contra vientu y marea. Pero nun ye asina: ehí ta la deserción masiva a los 60. Cuando esti que firma vio que se-y averaba, va unos pocos años, el momentu de la despedida de les aules, empezó a garrar notes de los despropósitos cotidianos, inagotables, que se producíen nel institutu onde punxo clase munchos años. Tres cursos de notes y doce meses más de redación y correciones dieron un llibru que nin alcontró nin va alcontrar editor. Ún d’ellos, tan sinceru como inocente, esplicó la negativa dándome a entender que’l testu yera reacionariu. Yo entendí que quería decir, en realidá, desengañáu, desmotivador, desilusionante. Un atentáu. Porque, piensa ún, eso ye, cada vez más, el sistema educativu: ilusión. Pase usté un bon día y acuérdese de que les ringleres qu’acaba de lleer tán escrites nuna llingua inconstitucional que, oficialmente, nun esiste. miliorodriguezcueto.wordpress.com

Palabrería

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(Ayer, en La Nueva España) L’APRECEDERU PALABRERÍA “No habrá caza de brujas contra quien no ahorre energía”, aseguró el Consejero de Industria en la Feria de Muestras xixonesa, el nueve de agosto. ¿Pero en qué quedamos? ¿Es imprescindible que se cumpla el decreto de ahorro de energía, como proclaman el PSOE y sus gobiernos, empezando por el central y siguiendo por el asturiano, o no? ¿Se puede incumplir o no? ¿No pasa nada si se incumple? Bueno, es únicamente palabrería. A continuación ya aclara que existe un régimen sancionador que se aplicará y que habrá inspecciones regulares, especialmente “para los incumplimientos contumaces”. Otra vez, ¿en qué quedamos? ¿Incumplimientos ocasionales, no? ¿Saltando la ley? ¿Para convertirlos en “contumaces” no hace falta una “caza de brujas”? En fin, palabras mágicas para atemperar miedos y malos humores. Pero lo de las palabras mágicas es recurso habitual de gobiernos y políticos. Se trata de calmar la tempestad y engañar por un tiempo. Ahí tienen los cuatro kilómetros del tercer carril de la Y. Cuatro años. Atascos permanentes. Accidentes. Como en la paradoja de Aquiles y la tortuga, los operarios nunca alcanzan los plazos prometidos (¿programados?). Y el barbónico gobierno: “Confiamos en que Transportes acorte al máximo los plazos de la obra”. Y el castejónico gobierno: “Agilizaremos al máximo la obra” y “Se trabaja día y noche”. Pero he aquí que, casi un mes después, las obras siguen desarrollándose al paso de la paradoja de Zenón de Elea, y nadie ve tampoco operarios trabajando por la noche (¿Pero no se trabajó siempre en ese horario en una vía con tanto tráfico?), contra lo prometido. Cuatro kilómetros. Cuatro años. Creo que el Gobiernu enfoca mal la cuestión. Todo llega aquí o se produce con retraso y más tarde que en el resto, todas las obras se eternizan: Ave, soterramiento de Llangréu, carretera de occidente… Sigan ustedes. Consejo: así que nada de disculpas, enfóquenlo como una cuestión de identidad.

¿Contragüelgues?

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De dinosauriu. ¿O paézmelo a mi? Les semeyes, del 28/08/2022

Contra la escuela

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(Ayer, en La Nueva España) CONTRA LA ESCUELA Pensé en titular este artículo, remedando el soneto de Quevedo, “Érase un profesor a una reunión pegado”, pues, efectivamente, uno de los problemas de la enseñanza es la sobrecarga de tareas inútiles y burocráticas, que agobian cada vez más a los profesores. Pero me he decidido por este otro, para centrarme en las cuestiones relativas a la función de la enseñanza y el progreso de los alumnos. La escuela, la enseñanza, tiene diversas misiones: conformar una determinada mentalidad social y una concreta visión del mundo (de ahí los conflictos en torno a la enseñanza de la religión o la pretensión de imponer determinadas mentalidades a través de la Educación para Ciudadanía, como se llamó, o la Educación en Valores, como se llama ahora); prestar una instrucción básica a la mayoría de la población (Ministerio de Instrucción Pública se denominó muchas veces nuestro Ministerio de Educación); facultar a los individuos para el ascenso social. El rendimiento de los alumnos —al margen de capacidades individuales, que existen— viene generalmente determinado por su ambiente y su economía familiar, de modo que obtendrá mejores resultados quien tenga mejores condiciones de partida que quien las tenga peores; y de la misma manera, acabadas instrucción y formación, les será más fácil acceder a mejores trabajos a quienes dispongan de un mejor ambiente familiar, tanto por su formación personal como por las relaciones familiares. El objetivo de la enseñanza, en ese aspecto, es lo que convenimos en llamar “igualdad de oportunidades”, esto es, que pese a las disímiles condiciones de partida entre los individuos, los que sean capaces de entre los peor dotados inicialmente puedan tener, al término de su formación, idénticas capacidades para emplearse que los que partieron en condición ventajosa. Hemos dicho “los que sean capaces”. Añadamos: y se esfuercen para ello. Pues bien, la tendencia de la reciente legislación no parece que tenga, en realidad (otra cosa es que lo predique) conseguir ese objetivo de preparar para el ascenso y la igualación social. Sí aumenta el baño en el discurso dominante, hasta el punto de que yo he dicho en alguna ocasión que volvía la FEN, no porque discurso ni “valores” sean los mismos, sino porque tienen los actuales programas la misma voluntad de adoctrinamiento universal e incontrovertible. Un solo ejemplo: llevar la llamada “perspectiva de género” a las matemáticas. Pero, con respecto al objetivo fundamental, parece trabajar en contra de él. El alumno en clase necesita, en primer lugar, ser motivado para esforzarse. Si es igual que trabaje que no, porque va a pasar el curso, si se procura ocultar el resultado de su rendimiento (eliminando las calificaciones numéricas), el estímulo para los más capaces y preparados familiarmente puede que no decaiga, pero sí lo hará para el alumno más torpe, más distraído o más vago. El ambiente general que se ha instalado, por otro lado, es que el aprobado general va a ser la norma. Ya sé que se niega, pero miren ustedes los resultados de los últimos cursos, incluido este, y verán como los aprobados, también los de la selectividad para la entrada en la Universidad, superan el 90% y van en aumento. Esa tendencia, a la igualación general, a la preterición del mérito y la capacidad, se refuerza de muchas maneras. Recuerden, por ejemplo, que nuestro Gobiernu (siempre en cabeza, por cierto, de la sumisión a los silbidos de Madrid) ha decidido que, cuando en una carrera de FP haya más demandantes que plazas, ¡estas no se atribuirán por la nota, sino por sorteo de las letras de los apellidos! Por otro lado, en cada clase se pierde al menos un 20% del tiempo (según el informe PISA) en conseguir que el alumno se centre en la tarea, y ya no digo nada si las tabletas que usan pueden permitir escapes por la red. Quien haya sido enseñante o lo sea sabe, además, que en los trabajos en grupo (que se potencian exponencialmente en los nuevos currículos: “competencias”, “proyectos”) hay algunas personas que lideran y trabajan y otras que se limitan a seguir la corriente y aprovechar el esfuerzo de los demás. Si ustedes creen que todo ello colabora en ese objetivo central de dar armas al individuo para su progreso personal, para el ascenso social y la igualación, están en su derecho. Sé que existen y que abanderan todo ello.

Pa barullu, esi otru

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(Ayer, en La Nueva España) PA BARULLU, ESI OTRU Este agosto don Adrián ha tenido una extraordinaria actividad. Tras vestirse la capa en Lorient, ha corrido a Xixón, a realizar varias visitas institucionales y a soltar el pico metiéndose con el PP. Pero también ha emitido dictamen sobre el conflicto en la agrupación socialista xixonesa, donde si, en principio, la alcaldesa, doña Ana, debería repetir como candidata, una parte de la agrupación pretende realizar primarias para sustituirla, por entender que doña Ana es tan poco querida que su candidatura produciría la retracción de muchos votantes. El señor Barbón ha intervenido apoyando a doña Ana y oponiéndose a cualquier discusión sobre la materia, que ha calificado de “barullu”. “Cuando hay barullu”, ha sentenciado, “el votante castiga y se pierden votos”. Uno de los muchos ciudadanos que están hacia los mismísimos de la alcaldesa me manifiesta su deseo de que triunfe en la pelea interna para que, así, sea castigada en las urnas. Le cuento entonces la vieja historia de Dionisio, el tirano de Siracusa (500 años a. C.). Odiado por todo el mundo, se entera de que una vieja reza pública y diariamente por él, para que los dioses le concedan larga vida. Extrañado, la manda llamar y le pregunta que por qué. Le responde que, siendo joven, había un tirano muy malo. Ella rezó porque muriese y murió. Después vino otro peor y ocurrió lo mismo. “Tras él viniste tú, y yo, vista la experiencia, rezo porque vivas muchos años”. Mi interlocutor queda meditando la parábola. En todo caso, don Adrián, ese de los socialistas xixoneses es un barullu mínimo, un barullín. Mire usted, el censo de xabalinos, que no para de aumentar, anda por los 48.000 ejemplares. Destruyen cosechas, levantan prados, y, junto con los lobos y los caprichos de los políticos, acaban con la voluntad y la paciencia de labradores y ganaderos. Ahí sí tiene un barullu curiosu. Aplíquese usted a él.

Oigo, patria (sobre desempleo y empleo)

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(Ayer, en La Nueva España) OIGO, PATRIA (SOBRE DESEMPLEO Y EMPLEO) Permítanme que empiece remedando al ilustre Bernardo López García: “Oigo, patria, tu aflicción, / y escucho con desconcierto / el disonante concierto / que hablando del paro forman / el parado y el patrón”. Si ustedes buscan “entra en vigor la reforma del Reglamento de extranjería”, efectiva desde el día 15, verán que, al margen de otros objetivos, loables unos, de eficacia dudosa otros, pretende ayudar a cubrir aquellos puestos de trabajo que los españoles no quieren. Es decir, que existe una oferta de empleos que no se cubren porque algunos de los 3.000.000 de parados inscritos como tales no quieren trabajar en ellos, como empieza a ocurrir, por cierto, en algunos otros países de occidente. Por otro lado, verán ustedes las continuas quejas de hosteleros, constructores y algunos otros gremios —no siempre de trabajos manuales— de que no consiguen cubrir las plazas que ofrecen (basta con que ustedes den una vuelta por nuestras ciudades en este mes para ver la oferta en bastantes establecimientos). La respuesta sindical —y de muchos trabajadores—es la misma que la de Joe Biden: “que paguen más”. Al margen de que yo creo que, en general, si un empresario está seguro de que una contratación le va a ser rentable —en dinero y con seguridad— no deja de contratar, lo que nadie quiere decir es esto: que quien se niega a trabajar por un dinero que estima escaso es que tiene cubiertas sus necesidades (vivienda, comida, gastos varios) por otras vías: paro, subvenciones diversas, ingresos familiares, etc. Y lo mismo ocurre en el caso de los jóvenes que se niegan a trabajar por una cuantía inferior a sus expectativas o a las de sus familiares (¿cuántas veces han oído decir “el mio fíu (o el mio nietu) por eses perres nun trabaya, nun quiero que lu esploten: do-ylo yo”?). De modo que entre los parados tenemos un número difícil de cuantificar cuyo problema no es exactamente que no haya trabajo para ellos, sino que no quieren determinados trabajos (ya digo que ocurre en muchas partes) o que no cubren sus expectativas. Estamos, pues, ante un problema que no siempre es económico, sino de mentalidades. Quizás merecería la pena, en consecuencia, enfrentar la cuestión desde otro punto de vista que no sea el puramente registral, ya que se trata de un problema costoso, angustioso para la población en general y que ocupa mucho tiempo y esfuerzo a la Administración. En todo caso, una de las razones evidentes de algunos rechazos a un empleo nuevo es la pérdida de derechos adquiridos de paro cuando se accede a un nuevo trabajo, que el empleado nunca sabe si va a ser por quince años o por seis meses. Esa modificación de la norma seguramente animaría a algunos a explorar las nuevas ofertas. ¿Alguien hace algo por ello? En el caso de Asturies los datos de esa paradoja son especialmente llamativos. Es sabido que hay mucho estudiante con estudios medios y superiores (otra cosa es la adaptación de esos estudios a las necesidades del mundo laboral); también que, en general, los salarios no responden a las expectativas de los licenciados y que muchos emigran en busca de empleos remunerados conforme a esas expectativas o de trabajos que satisfagan sus deseos de progreso sapiencial. Ahora bien, junto con eso, los datos: la tasa de emancipación (la edad a la que el joven se marcha de casa) está un punto por debajo de la media de España; la tasa de actividad y empleo de los mozos es la menor de España. Y añadan ustedes: el aumento de vacantes de trabajo en Asturies duplica a la media española. Quizás convendría repensar todo esto sin prejuicios ni tópicos, sin demagogia. Llamando a las cosas por su nombre, enfrentando los problemas en sus justos términos y modificando la legislación en lo que sea necesario (por ejemplo, como queda dicho, en lo relativo a los derechos del paro adquirido al intentar un nuevo trabajo).

Concertando en Covadonga

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(Ayer, en La Nueva España) CONCERTANDO EN COVADONGA En torno a Cuadonga y Pelayo se dan dos hechos incontrovertibles, el nacimiento del Reinu d’Asturies y la retirada del moro más allá de la cordillera. Es ese el significado político y emocional indiscutible del lugar, al margen de las proporciones del combate que allí se diera. Paralelamente, en el lugar se desarrolla un culto mariano, acaso superpuesto a otro pagano anterior. A partir de mediados del XVIII, se potencian desde el Estado esos dos aspectos, el religioso y el político, especialmente en la segunda mitad del XIX. Al mismo tiempo, Covadonga establece a su alrededor otro espacio de sacralidad, el de la sacralidad de la naturaleza, con la creación del primer Parque Nacional de España. Pues bien, este domingo de agosto, el 21, a las siete de la tarde, escritores, músicos y un cantante, Joaquín Pixán, vamos a tratar de concertar en un concierto todas esas significaciones y emociones que, este año, además, se refuerzan con la celebración del 1.300 aniversario del episodio bélico y político de Cuadonga, de nuestra particular guerra de independencia, primero, de nuestra expansión, después. Acorde con ello, El Nacimientu del Reinu es el título con que se recogen las composiciones poético-musicales que forman las piezas de que se compone el recital. Son un total de once composiciones, de nueve escritores, Ángel Fierro, Alfonso Sánchez Lorenzo, Pablo García Baena, Aurelio González Ovies, Luis del Val, Fernando Álvarez, Pedro de Silva, Antonio Gamoneda, y quien esto firma, que tienen como eje Covadonga, vistos lugar, acontecimiento y significados desde varias perspectivas y emocionalidades. Ahora bien, lo verdaderamente único es la música que acompaña esas composiciones, compuesta por quien las lanzará al aire, a la estimación y a la emoción de los asistentes, Joaquín Pixán; con una excepción, el poema Aula Regia, que se debe a Manuel Pacheco. Digamos, asimismo, que acompañan con su música a la voz de Pixán Manuel Pacheco (piano), Javier Romero (chelo), Martín Pérez (flauta), Nel Pérez (clarinete). Actuará de narrador Fernando Entrialgo. Yo, que los he oído, puedo afirmar que en todos esos textos y en la voz y música de Pixán estarán presentes esa emoción secular de Covadonga y los significados que los siglos han ido construyendo y decantando en torno a ella. Y estoy seguro de que quienes estemos presentes la tarde de este domingo disfrutaremos de todo ello. Nota: Las entradas, gratuitas, pueden reservarse en https://itinerariosculturales.sacatuentrada.es/es/entradas/joaquin-pixan

La batalla del Mazucu

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El coronel retiráu y articulista habitual de LNE, n'asturianu y en castellanu, Raúl Suevos, préstame esti artículu sobre la batalla del Mazucu, tanto n'asturianu http://abellugunelcamin.blogspot.com/2022/07/el-mazucu-la-batalla-de-montana-cabera.html como en castellanu: http://repdiv.blogspot.com/2022/07/el-mazucu-la-ultima-batalla-de-montana.html
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(Ayer, en La Nueva España) L’APRECEDERU COVADONGA: PATRIA, RELIGIÓN Y CONCIERTO A comienzos de la segunda década del presente siglo elaboré y publiqué un estudio en que daba cuenta de la mayoría de la literatura asturiana elaborada teniendo como centro Covadonga. El primero de esos textos era el de Xosé Caveda y Nava, «La batalla de Covadonga», un poema propio, publicado como anónimo en su colección de los textos anteriores a 1839, colección que reedité en 1979 con el título de Esvilla de poesies na llingua asturiana. Desde entonces se sucedieron otros poemas centrados en Cuadonga, como sitio donde ocurre una batalla que tiene como protagonista asturiano a Pelayo, constituye el origen del Reino de Asturies y, en la interpretación de la mayoría —pero no de algunos, como el firmante—, la «cuna de España», propiciando así una continuidad que tendría su legitimidad en los godos y en la restauración de la España perdida en aquel entonces. Junto con esos textos redactados desde la perspectiva de un heroico combate en torno a la cueva sacra, existen otros en los que Cuadonga tiene una presencia fundamentalmente religiosa. Pero unos y otros conllevan una emoción covadonguista, una emoción hacia el lugar que he visto en la vida real existente en muchas personas, al margen de su fe, independientemente de cómo crean que fue —en combatientes, en importancia, en significado— esa batalla. Este domingo, 21 de agosto, se va a celebrar un concierto, de asistencia libre y gratuita, en la basílica. Corre a cargo del tenor Joaquín Pixán, que musicó once composiciones, de nueve escritores (Ángel Fierro, Alfonso Sánchez Lorenzo, Pablo García Baena, Aurelio González Ovies, Luis del Val, Fernando Álvarez, Pedro de Silva, Antonio Gamoneda, y el que esto firma), que tienen como tema Covadonga. En todos esos textos y en la voz y música de Pixán estará presente esa emoción secular de Cuadonga y sus significados. Lo mismo, seguramente, que en muchos de los asistentes al concierto.

Barriendo la carretera y santa Catalina

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(Ayer, en La Nueva España) BARRIENDO LA CARRETERA Y SANTA CATALINA
El fin de semana pasado me hizo testigo de dos acontecimientos que tienen en común un sutil pero firme punto de costura entre ambos. Se lo cuento. Sábado, 10 de la mañana. Paseo los alrededores de Llastres, por una carretera que lleva a algunos pequeños lugares. Una mujer de bastante edad, delgada, firme, barre el asfalto a ambos lados. Atropa les hojas de los árboles y las orilla o las echa a la cuneta. La labor la realiza a lo largo de todos los metros que ocupa la valla de su finca, unos cincuenta metros. Le lleva un tiempo —yo he ido y venido por el camino durante unos minutos— y lo hace con minuciosidad. Esta mujer barre “su casa”, es decir, el espacio que está delante de su vivienda, y lo hace porque la calle es “suya” (no al modo de Fraga, claro), es su territorio, y, por tanto, es responsable de él. Y a mí me recuerda que esa mentalidad, la de sentir como de uno el terreno común y, en consecuencia, responsabilizarse de él era muy común o casi general hace no mucho. Y por ello era normal que los propietarios de fincas lindantes con caminos o caleyes, con vivienda o no, limpiasen les sebes, adecentasen los alrededores e impidiesen que el matorral invadiese las vías. Hoy en día, esa actitud es insólita: todo el mundo espera que pasen Ayuntamientu o Principáu a limpiar y desbrozar. Ello implica que los ciudadanos ya no se sienten parte —y “propietarios”, por tanto— del espacio común. Y aunque ello tiene sus ventajas en lo individual, creo que conlleva pérdidas en el sentido de la corresponsabilidad y en la imbricación con lo social y colectivo. Les sestaferies constituían parte de esa mentalidad de formar parte de lo colectivo y responsabilizarse de ello. (No se me escapa que, sin embargo, Xovellanos era enemigo de les sestaferies por la imposición que significaban para el campesino y la mengua en su capacidad de atender a su propia hacienda). El otro acontecimiento ha sido el asistir a la inauguración con acto religioso de la capilla de santa Catalina de Alejandría en Güerres, el mismo sábado, día 6. El santuario, una iglesia del XVI, situada en el camino de Santiago, en el barrio del Fonduxu, había sufrido la destrucción del 34 y el saqueo durante décadas posteriores. No quedaban de ella más que tres muros, alguno a punto de ruina y un enorme bardial, que la cubría. Pues bien, en 2012 un grupo de vecinos decide recuperar el edificio. Numeroses sestaferies para desbrozar y limpiar, contactos con las autoridades eclesiásticas y gubernamentales, permisos, licencias, rifas y comidas para recaudar fondos, algún préstamo bancario que aún se está pagando, etc. Al fin, después de diez años de trabajos, desmayos, ilusiones y empeño, llegó la inauguración. (Es curioso, merece la pena subrayarlo, lo que es la burocracia. La capilla estaba catalogada como Bien de Interés Cultural. A punto de caerse, nada importaba que ello ocurriera, ahora bien, dispuesto el pueblo a levantarla, ni una piedra se puede tocar sin proyecto, arquitecto, licencias, inspecciones… y los correspondientes gastos). En ese afán y logro de tantos años está implicada la idea de lo colectivo, de que uno no solo es propietario de sus bienes, sino de que las cosas del común son también de uno y uno es responsable de ellas. Por eso, en esa “resurrección” participaron tantos vecinos, en les sestaferies, en los sorteos, en las ilusiones, en el empeño, creyentes o no. Frente al universalismo o el individualismo de ser de nenyures, la identidad ligada a un territorio tiene sus ventajas materiales y emocionales. Lo señalaba Juan Pedrayes, al hablar de Villaviciosa, en una entrevista que LA NUEVA ESPAÑA publicaba el domingo 7 de agosto. Apuntaba el arquitecto que «el cuerpo a cuerpo en la Villa siempre se dio. Puede haber gente que tenía dinero y gente que no, pero todos nos relacionamos con todos». Y, como consecuencia de esas implicación e identidad colectiva, añade con cierta ironía: «También hay una cosa que está muy bien: si te atropella alguien, sabes que será un amigo o un pariente y quien te lleve al hospital será un amigo también, no un cualquiera que pase por ahí. Además, una cosa buenísima de los pueblos es que los entierros tienen alma. Tú vas a los entierros en la ciudad y es para morirse de asco. Aquí sigues teniendo un entierru curiosu». La identidad de pertenencia comunitaria —tan dejada hoy de lado por unos o despreciada; querida, mantenida y buscada otros, pese a todo— es una relación dialéctica, que beneficia al individuo y a la colectividad.

La ideología, la identidad y sus frutos

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(LNE del 12/08/2022) L’APRECEDERU LA IDEOLOGÍA, LA IDENTIDAD Y SUS FRUTOS «Da igual donde nazcas; no es una desgracia solo nacer mujer árabe, es nacer mujer». Aunque no den crédito, la aseveración es cierta. La eructa en LA NUEVA ESPAÑA (01/08/2022), Nayat Ahmed Abdesalam, una mujer que se califica como «traductora y activista árabe» mientras hace propaganda de su libro. Les hago gracia a ustedes de lo demás que afirma la entrevistada, fíjense solo en eso: «Da igual donde nazcas; no es una desgracia solo nacer mujer árabe, es nacer mujer». Pues, en fin, ¿qué creen que dirán las mujeres de Irán, Afganistán, Arabia Saudí o muchas árabes aquí residentes? A mí solo se me ocurre aquello de Segismundo: «Pues el mayor delito del hombre es haber nacido» Tras ello, ¿para qué más? Las palabras de la dama no son otra cosa que “ideología”, es decir, uno de esos prejuicios que nos hacen percibir el mundo como creemos que debemos percibirlo; y, en la acción, tratar de forzar a los demás a que se ajusten en el lecho de Procusto de nuestro prejuicio. Pero no piensen que la ideología es únicamente un idola fori, una ceguera que impide la visión real del mundo, es también, para muchos, un negocio, un instrumento para vivir y triunfar, que llega a convertirse en seña de identidad personal. Existen también señas de identidad colectivas deformadas. ¿Recuerdan ustedes que muchos de los investigadores de la tradición literaria denominaron a España “la de los frutos tardíos”, puesto que ciertos géneros literarios se vivificaban aquí cuando se habían agostado en Europa? ¿Y a quién le cabe mejor ese epíteto que Asturies? Repasen: todo llega aquí o se produce con retraso y más tarde que en el resto: AVE, soterramiento de Llangréu, carretera de occidente, hospital de Cabueñes… Sigan sumando. “La de los frutos tardíos”. Esa es una profunda seña de nuestra identidad; en ese sentido, sí que somos España, y lo demás..., aprendices.

Carmen Gómez Ojea, Jaime Priede y el Nadal

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Increíble pero cierto. Jaime Priede (que cuando escribe n'asturianu firma como Xaime Priede), "responsable de la Feria del Libro de Gijón", diz (LNE, 12/08/2022, ed. de Xixón, páx. 12) sobre Carmen Gómez Ojea: "que ganase el 'Nadal` en los 80 fue un espalzarazo para la literatura escrita por mujeres, hasta entonces estaban invisibilizadas". ¡Coñi! Si el primer Nadal (1944) ganólu Carmen Laforet, en 1950 ganólu Elena Quiroga, en 1952 Dolores Medio (que creo que ye de Guadalajara), en 1953 Lluïsa Forrellad, en 1957 Carmen Martín Gaite, en 1959 Ana María Matute... Nun sigo, que m'entra la risa. ¿Ignorancia? Nun creo. Necesidá de combayar y tar a lo que convién tar.

Ucrania, Rusia y los putineros

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(En LNE y Faro de Vigo, 09/08/2022) UCRANIA, RUSIA Y LOS PUTINEROS Tenemos casi todos una progresiva inquietud por el desarrollo de la guerra de Ucrania, ya no por su relativa incidencia sobre la inflación (es esta un fenómeno casi mundial, de variadas causas, al que la invasión de Ucrania solo ha añadido un grado más), sino por la duración y la extensión del conflicto y, por supuesto, por las víctimas y la destrucción del país. ¿Cuánto va a durar esa guerra? Pues solo lo sabe Putin, esto es, únicamente él conoce sus objetivos de conquista. ¿Se va a conformar con la zona oriental del país invadido, sustancialmente con Donbass, Lugansk y Donestk o tiene objetivos más allá? ¿Odessa, por ejemplo, o incluso Kiev? Lo que es evidente es que en la mente de los dictadores del Kremlin está el “reconstruir” el imperio ruso y aun expandirlo hacia el Ártico. La “conquista” de Crimea y la intervención en otras repúblicas de la antigua URSS no ha sido más que un primer paso, el segundo es el escenario de la actual guerra. Los siguientes movimientos dependerán, de momento, de la evolución de la actual contienda. Pero, en todo caso, si hay una detención temporal, cuando los dictadores del Kremlin consideren que concurren las circunstancias oportunas darán otro paso adelante. Lo han entendido perfectamente finlandeses y suecos, tradicionalmente no alineados, pidiendo la entrada en la OTAN. Los discursos de Putin para justificar la guerra y la conquista de esos territorios invadidos hasta el momento son de dos tipos: que siempre han sido de Rusia y que su población es mayoritariamente de origen ruso o habla ese idioma, “rusos” identitariamente, por tanto. (Por cierto, argumentos tan semejantes a los de Hitler en su día). El segundo es de tipo estratégico-ficcional: que la OTAN se estaba expandiendo hacia el este bajo la presión de los EEUU y, por lo tanto, representaba una amenaza contra RUSIA, es decir, “la preparaba”. Este argumento viene siendo reiterado, con mayor o menor vocerío, según el número de muertos y la destrucción en Ucrania, pero siempre reiterado, por los defensores o justificadores de Putin: Rusia no hace otra cosa que defenderse de una hipotética futura agresión de la OTAN (sirviendo a los intereses de EEUU), que amenazaba sus fronteras; es, pues, un movimiento defensivo justificado. Los putineros son fundamentalmente, alguna excepción hay, gentes ligadas al movimiento comunista, emocionalmente atadas a la antigua URSS y lo que ella significó, y, en general, dispuestas a instaurar en nuestros países algo semejante a lo que la URSS representó, aunque traten de encubrirlo con alguna expresión dulcificadora. ¡Cosa tan fácil!: recuerden cuántas dictaduras pasadas y presentes del ámbito comunista se adornan con la palabra “democracia” más algún adjetivo, como “democracia popular”. Pero en la argumentación, prolija, a veces, llena de datos, en ocasiones, en que, en último término, culpan del conflicto a las democracias occidentales y a su “patrón”, EEUU, siempre hay tres ausencias: la primera, que no ha sido occidente el que ha invadido nada, siempre Rusia; la segunda, que Rusia es una dictadura, donde se cierran medios, se encarcela a los opositores o se los envenena; la tercera, que los países occidentales, empezando por el “Gran Satán”, EEUU, son democracias, donde los medios pueden decir lo que quieren, igual que los opositores, donde los ciudadanos pueden manifestarse y cambiar los gobiernos mediante el voto, y no se los encarcela o extermina por ello. Bueno, entiendo que las diferencias son sutiles y apenas apreciables. No me extraña, por ello, que los putineros las pasen por alto al repartir, si acaso, las culpas; al condenar a unos y absolver a los otros.

Flores de veranu

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(Ayer, en La Nueva España) FLORES DE VERANU Oriente d’Asturies. Atopo nuna mayada a un matrimoniu xoven, él na rodiada los cuarenta, ella más xoven. Tienen con ellos a la fía, de poco más de dos años, camina un daqué insegura y entama a falar. Estráñome de la so presencia y contesten: “siempre fue asina, siempre subieren colos pas”. El sol ta llegando a la raxón, nin una ñube. Nel vellar, cabritines y los aperios pa la lleche les cabres, que se ven tresallá, lloñe, y preparar el quesu que van subir más tarde a la cueva. Nun digo nada, pienso nel final de septiembre, en cuando la ñeña creza un migayín más y tenga que dir a la escuela: esa flor de veranu, esa Arcadia familiar feliz, yá nun va tenelo tan fácil y van entamar les contradicciones. Cuelo deseando-yos que la felicidá-yos dure lo máximo posible. Tolos veranos me traen munches flores d’otra triba, les de la emoción histórica. Col veranu lleguen les campañes d’escavación nos yacimientos arqueolóxicos, y, según ónde sean, vamos viendo apaecer, embaxo la yerba o embaxo l’asfaltu, les muralles coles que s’amparaben los nuestros antepasaos frente a los moros, frente a los xermanos, frente a otros pueblos neolíticos; les sos cases cuadraes, les sos cabañes redondes; daqué moneda, daqué trozu de cerámica que sirvió de platu o de vasu; dalguna punta de llanza. Delles d’eses actuaciones son nada más que de llimpieza y adecentamientu, como la de la subida al Picu’l Castru, en Caravia, qu’escavara’l folklorista Aurelio de Llano en 1917 y 1918 y qu’agora va poder visitase con comodidá; la mayoría son continuidá d’otres anteriores (nunca s’estrinca, en realidá, un yacimientu), tala la de Lucus Asturum, Llugo de Llanera, a la búsqueda de lo que s’intuía d’una villa romana, por solo poner un exemplu. Y, a vegaes, salta la sorpresa absoluta. Asina n’Atapuerca apaez parte de la cara d’un européu (o más estrictamente, dende’l puntu de vista actual, español) de 1,4 millones d’años, un homínidu del qu’entovía nun se pue precisar la especie; pero que, en tou casu, vien poner en cuestión lo qu’hasta agora teníamos por verdá absoluta en materia de poblaciones y époques nel continente européu, y que, además, como en tantes otres “ciencies”, vien ponenos una inyección d’humildá, la consciencia de que “ignoramus et ignorabimus”. El veranu trae tamién otres flores, estes abegoses, de llutu y llantu: la muerte frecuente de xente del campu que dexa la vida n’accidente llevando’l tractor o manexando maquinaria; neños, incluso, que son víctimes ocasionales d’eses máquines. La dificultá del terrenu de les comunidaes norteñes, la priesa, acasu, por acabar les xeres en tiempu, la soledá de los trabayadores, el volumen y la potencia de la maquinaria que sirve p’allixerar faenes pa les que yá casi nun hai manes, son la causa d’esos accidentes que nos sorprenden a toos y que nos provoquen el recuerdu d’aquel “Et in Arcadia ego”, del cuadru de Poussin. Nun quiero finar l’artículu ensin un recuerdu d’agradecimientu pa don José Luis Pérez de Castro, pol so llabor continuu, esitosu y fecundu na investigación, atropamientu y publicación de la nuestra cultura. Xenerosu, siempre, además, al igual que la so fía Ramona de Castro, pa colos investigadores que-yos pedíen ayuda. Va perdurar na memoria de la investigación asturiana y asturianista.

Con las témporas

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(Ayer, en La Nueva España) L’APRECEDERU CON LAS TÉMPORAS En España se legisla demasiado, y muchas veces, mal. No es infrecuente que el BOE contenga “correcciones de errores” (que son, frecuentemente, rectificaciones) sobre leyes anteriormente publicadas. La última de esas chapuzas la hemos visto hace pocos días con la ley tautológica (la del “solo sí es sí”), que se ha devuelto desde el Senado al Congreso por un error morfológico. “Legislar con las témporas” he troquelado hace tiempo, con un discreto eufemismo. Si el último ejemplo es una cuestión menor, a veces lo que se propone o legisla es escandalosamente dañoso para el conjunto del país o para algún sector. He aquí al rector de la Universidad hablando ante los diputados en la sede de la Xunta sobre el proyecto de Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), que el Consejo de Ministros acaba de aprobar para enviar al Congreso: “Si finalmente llega a aprobarse, va a ser una mala ley”. “Es una calamidad, destroza el sistema”. "Desvirtúa completamente la figura del profesional que aporta su experiencia y sus conocimientos a la Universidad". “Perderíamos hasta un 70% de nuestros profesores asociados, con esta nueva ley”. Pero no son únicamente esos los elementos negativos del proyecto (el rector añade varios más, algunos económicos), sino el mecanismo de elaboración. La ley no ha pasado por el Consejo de Universidades, y, denuncia don Ignacio Villaverde, se ha hecho "totalmente de espaldas a las comunidades universitarias españolas, no se nos ha tenido en cuenta para nada". Esa ausencia de consultas con quienes deben ser las “víctimas” o beneficiarios de la ley, nos muestra otro aspecto de la legislación en los últimos tiempos: cada vez más la elabora un grupo, mayor o menor, de arbitristas (llámenlos ustedes, si quieren, ideólogos) que son capaces de imponer su discurso a gobiernos que cada vez tienen menos contacto con la realidad, solo con pequeños grupos de que se alimenta y a quienes alimenta.

Conciertu en Covadonga, por Joaquín Pixán, 21 d'agostu.

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Primeros compases y lletra de la cantata El nacimientu del Reinu, con música de Joaquín Pixán y lletra mía. Forma parte del conciertu de 12 pieces (poemes) de dellos escritores, que musica Pixán, y que va celebrase'l 21 d'agostu, a les 7 la tarde en Covadonga. Por supuestu, prestaríanos vevos ellí. La entrada ye llibre.

Darwinismo progresista

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(Ayer, en La Nueva España) DARWINISMO PROGRESISTA Abro el periódico. En dos únicas páginas y en un solo día se anuncia la supresión de 280 plazas de aparcamiento, 200 en La Calzada, 80 en Pablo Iglesias. Otras dos noticias, ahí mismo, hablan de otras intervenciones donde “se procurará no suprimir plazas”. No es una información extraordinaria, cada pocas semanas se anuncian en Xixón intervenciones que suponen la eliminación de plazas de aparcamiento. Eso sí, también ocasionalmente se habla de futuros aparcamientos para los que no hay planes ni plazos. Para lo que sí los hay es para el arrasamiento de los estacionamientos actuales. Naturalmente, todo ello se hace en nombre del “progreso”: más zonas verdes, más carriles para bicicletas (de escasísimo uso, en su mayoría), más zonas peatonales, menos contaminación y el resto del discurso que ustedes saben. No es Xixón el único lugar donde esto ocurre, es una tendencia general en muchas ciudades, es cierto, y en todas se realizan idénticas operaciones, en más o en menos, con idéntica prédica. Ahora bien, descendamos del discurso a los hechos. ¿Esas plazas quién las ocupa? Pues aquellos que no disponen de aparcamientos en sus edificios o en sus xalés, como muchos de los que sientan doctrina progresista y ejecutan aparcamientos; los que no tienen garajes guardacoches en su barrio –la mayoría de los barrios carecen de ellos- o no pueden pagarlos. Esto es, en traducción, la recién hallada por Sánchez “clase media trabajadora” que, con mucho esfuerzo, ha comprado un coche para su servicio y disfrute, pero que sus rentas son limitadas y no puede pagar más de 100 euros mensuales para guardería. ¿Dónde dejarán sus coches estos ciudadanos ahora? Pues mucho más lejos y con más incomodidades, si es que encuentran plazas. Aunque la doctrina oficial pretende, en realidad, que dejen de usar el coche (¿y venderlo?) y que usen el autobús o la bicicleta. Pero esa escabechina continuada no afecta únicamente a quien usa el automóvil para desplazarse en él –al trabajo o por recreo, solo o con su familia-, sino a quienes lo tienen como instrumento de trabajo: repartidores, reparadores, servicios de todas clases. A todos ellos se les pone cada día más difícil el encontrar un lugar donde depositar su vehículo mientras trabajan, con lo que se encarece su actividad: menos tiempo de trabajo, más costos, más esfuerzos para transportar las mercancías, más incomodidad, más malhumor. Se trata, al margen de los discursos, de una especie de darwinismo que implica el sacrificio de los más débiles como una condición inevitable para la mejora de la sociedad, o de lo que se entiende por tal, mucho de ello discutible. Ese darwinismo se completa, en el caso de los vehículos de motor, con otro: las trabas que se ponen a los vehículos de cierta antigüedad para aparcar en el centro de las ciudades. Da igual que pasen perfectamente la ITV, y que, por tanto, su capacidad de contaminación esté dentro de los límites tolerables. La finalidad es expulsar lo antiguo y promocionar lo nuevo, el coche eléctrico, que, como se sabe, es muchísimo más caro de lo que es un coche de gasoil y gasolina y, por tanto, no está tan fácilmente al alcance de aquellos a los que se quiere hacer renunciar o a ello se obliga, los del nuevo sintagma camelístico, “la clase media trabajadora”. Y ello sin contar con que todo lo relativo al coche eléctrico se acerca a un engaño colectivo: además de caro, su autonomía es relativa, los puntos de recarga, insuficientes; pero, sobre todo, existe un problema con las actuales baterías de litio, un material escaso que no podría atender una demanda mundial extensa, que presenta problemas de reciclado y cuya sustitución, hoy en día, representa un monto económico igual al de un coche tradicional de gama baja. De modo que es posible que esa bandera salvadora agitada actualmente deba ser modificada mañana por otra nueva. Uno no cree en conspiraciones, pero está tentado a pensar si toda esta estrategia de persecución y achatarramiento de los coches tradicionales no sirve a determinados intereses económicos. Desechémoslo. En todo caso, lo que es seguro es que va a perjudicar a las clases trabajadoras y a las clases medias de menor capacidad económica, es decir, que las fuerzas que se autodenominan progresistas perjudican a aquellos que dicen defender. No otra cosa ocurre con la descarbonización enloquecida de SánchezRibera: miles de empleos perdidos, ninguno compensado, la electricidad más cara. Eso sí, en nombre del progreso, o tal vez, solo, del progresismo, que es, fundamentalmente, un discurso que, si no captura CO2, sí votos. Aunque es posible que se le fuguen por otro lado, por el lado de sus víctimas.