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El sueño de la patria y otros ensueños

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(Ayer, en La Nueva España) L’APRECEDERU EL SUEÑO DE LA PATRIA Y OTROS ENSUEÑOS Característica notable de la emigración asturiana fue la fortísima ligazón emocional de los emigrados con su patria. La tierra, por así decirlo, se trasplantaba con sus maletas y se reimplantaba en los nuevos países. De ese modo, por una parte, crecían instituciones de encuentro, memoria y auxilio, los centros asturianos, y se mantenían poderosos vínculos con Asturies, con la tentación permanente del regreso. Uno de esos estrechos vínculos se manifestaba en la utilización de la llingua llariega, si no en todas las ocasiones, sí de forma continuada. A modo de ejemplo, cuando, al mando del asturiano Fernando Villaamil, la corbeta “Nautilus“, precedente del actual “Juan Sebastián Elcano”, donde va a embarcar la Princesa Leonor, es recibida en Puerto Rico, en 1894, tras dar la primera vuelta al mundo como buque-escuela, se honra a la tripulación con un banquete de bienvenida y con la lectura de un aplaudidísimo poema en asturiano. Al respecto, añadamos que en la ALLA espera una publicación de Lluis Ánxel Núñez y mía, Escritos asturianos en México (1870-1930). Entre los libros que me propongo leer próximamente se halla el de Cartas de exiliadas. El legado de la palabra y la escritura (1939-1945), cuya base es la correspondencia de mujeres socialistas exiliadas con José Barreiro. La sustanciación que de él realiza Eduardo Lagar en el dominical de LA NUEVA ESPAÑA me ha interesado. Tres aspectos, en concreto, han aguijoneado mi interés: el uso emocional del asturiano, la fuerte señardá d’Asturies, desde el orbayu y el verde, a la gastronomía. El tercero me suscita una inquietud y nos invita a la reflexión: el horror que a quienes han caído en Rusia les provoca “el socialismo real”, que fue para tantos la tierra de promisión. La pregunta se hace inevitable: cuando proclamaban la república socialista en el 34 o preparaban su implantación en el 36, ¿de qué hablaban en realidad?, ¿conocían la realidad de sus ensueños?

Ucrania, Rusia y los putineros

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(En LNE y Faro de Vigo, 09/08/2022) UCRANIA, RUSIA Y LOS PUTINEROS Tenemos casi todos una progresiva inquietud por el desarrollo de la guerra de Ucrania, ya no por su relativa incidencia sobre la inflación (es esta un fenómeno casi mundial, de variadas causas, al que la invasión de Ucrania solo ha añadido un grado más), sino por la duración y la extensión del conflicto y, por supuesto, por las víctimas y la destrucción del país. ¿Cuánto va a durar esa guerra? Pues solo lo sabe Putin, esto es, únicamente él conoce sus objetivos de conquista. ¿Se va a conformar con la zona oriental del país invadido, sustancialmente con Donbass, Lugansk y Donestk o tiene objetivos más allá? ¿Odessa, por ejemplo, o incluso Kiev? Lo que es evidente es que en la mente de los dictadores del Kremlin está el “reconstruir” el imperio ruso y aun expandirlo hacia el Ártico. La “conquista” de Crimea y la intervención en otras repúblicas de la antigua URSS no ha sido más que un primer paso, el segundo es el escenario de la actual guerra. Los siguientes movimientos dependerán, de momento, de la evolución de la actual contienda. Pero, en todo caso, si hay una detención temporal, cuando los dictadores del Kremlin consideren que concurren las circunstancias oportunas darán otro paso adelante. Lo han entendido perfectamente finlandeses y suecos, tradicionalmente no alineados, pidiendo la entrada en la OTAN. Los discursos de Putin para justificar la guerra y la conquista de esos territorios invadidos hasta el momento son de dos tipos: que siempre han sido de Rusia y que su población es mayoritariamente de origen ruso o habla ese idioma, “rusos” identitariamente, por tanto. (Por cierto, argumentos tan semejantes a los de Hitler en su día). El segundo es de tipo estratégico-ficcional: que la OTAN se estaba expandiendo hacia el este bajo la presión de los EEUU y, por lo tanto, representaba una amenaza contra RUSIA, es decir, “la preparaba”. Este argumento viene siendo reiterado, con mayor o menor vocerío, según el número de muertos y la destrucción en Ucrania, pero siempre reiterado, por los defensores o justificadores de Putin: Rusia no hace otra cosa que defenderse de una hipotética futura agresión de la OTAN (sirviendo a los intereses de EEUU), que amenazaba sus fronteras; es, pues, un movimiento defensivo justificado. Los putineros son fundamentalmente, alguna excepción hay, gentes ligadas al movimiento comunista, emocionalmente atadas a la antigua URSS y lo que ella significó, y, en general, dispuestas a instaurar en nuestros países algo semejante a lo que la URSS representó, aunque traten de encubrirlo con alguna expresión dulcificadora. ¡Cosa tan fácil!: recuerden cuántas dictaduras pasadas y presentes del ámbito comunista se adornan con la palabra “democracia” más algún adjetivo, como “democracia popular”. Pero en la argumentación, prolija, a veces, llena de datos, en ocasiones, en que, en último término, culpan del conflicto a las democracias occidentales y a su “patrón”, EEUU, siempre hay tres ausencias: la primera, que no ha sido occidente el que ha invadido nada, siempre Rusia; la segunda, que Rusia es una dictadura, donde se cierran medios, se encarcela a los opositores o se los envenena; la tercera, que los países occidentales, empezando por el “Gran Satán”, EEUU, son democracias, donde los medios pueden decir lo que quieren, igual que los opositores, donde los ciudadanos pueden manifestarse y cambiar los gobiernos mediante el voto, y no se los encarcela o extermina por ello. Bueno, entiendo que las diferencias son sutiles y apenas apreciables. No me extraña, por ello, que los putineros las pasen por alto al repartir, si acaso, las culpas; al condenar a unos y absolver a los otros.

Güei, en LNE: El horror que no vemos

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(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos)

El horror que no vemos

Los actos de Arabia Saudí siempre están sometidos al escrutinio de lo doloso, los de Venezuela y Rusia nunca

03.11.2018 | 23:34
El asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí en Estambul nos ha puesto ante los ojos que en un mundo que es, sin duda, mucho más pacífico y civilizado de lo que era en el pasado, siguen existiendo el crimen y el horror que acompañan a la humanidad desde su nacimiento (la familia neandertal de El Sidrón, por ejemplo, fue devorada por otro grupo humano y, tal vez, asesinada para ello).
El caso de Khashoggi es extraordinariamente horroroso y repulsivo. Periodista crítico con el régimen saudí, había entrado al consulado a buscar unos papeles para casarse. Detenido, fue torturado y troceado en vivo por los servicios secretos. Después sus restos fueron sacados del recinto en maletas, según parece. Para que nada faltase, un detalle de modernidad: el interrogatorio, tortura y descuartizamiento de la víctima fueron dirigidos por Skype desde Riad.
No es sorprendente que este crimen haya suscitado reacciones de condena por muchos gobiernos y la aplicación de sanciones, al menos provisionales, por algunos Estados. En el nuestro, ha servido para provocar otra vez el debate de las relaciones comerciales e industriales con Arabia Saudí.
Ahora bien, sorprende, en primer lugar, que haya sido el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, quien se haya convertido en la Némesis indesmayable del crimen del consulado de Estambul en nombre de la justicia, y que la comunidad internacional haya aceptado sin reservas el que abandere él esa exigencia de justicia. No olvidemos que, aprovechando un intento de golpe de Estado en 2016, purgó a más de 127.000 personas de la Administración: profesores, funcionarios, jueces, militares, todo aquel que no comulgaba con el impulso más islamista y más autoritario que Erdogan instauró en su país.
He dicho "sorprende", pero en realidad no sorprende: la opinión pública occidental tiene una doble capacidad visual para percibir la realidad. Por ejemplo, no se inmuta cuando los servicios secretos de Rusia asesinan con elementos radiactivos a exespías en Londres. Tampoco cuando Putin invade Crimea y Sebastopol y se apropia de ellas. Ni cuando, en un episodio que recuerda a la defenestración de Julián Grimáu, los servicios secretos de Venezuela lanzan al vacío a un opositor detenido.
No hace falta seguir. Es notorio para quien quiera verlo que, en general, existe un consenso entre los directores de la opinión mayoritaria de que sólo hay un grupo de países sometidos permanentemente al escrutinio de lo doloso o lo no doloso. Otro grupo, en cambio, goza del beneficio de que sus actos no son examinados nunca, y, de serlo, no son juzgados ni condenados.
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Anschluss

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Primero vino la ocupación de Austria, después la de una parte de Checoeslovaquia, y todo ello con el pretexto de reagrupar en un solo estado a los hablantes de ruso. ¿O estoy confundiendo algo? ¿Crimea con Austria? ¿Checoeslovaquia con Donetsk y Lugansk? ¿El alemán con el ruso?



SUPERSTICIÓN, ANTEOJOS, AVESTRUCISMO

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Nuestro ilustrado lector ya lo sabrá prácticamente todo con respecto a Ucrania tras estas semanas agónicas. De todas formas, me permito traer aquí un pequeño vector de la historia, que tal vez ayude a comprender un poco mejor el presente. Existía en Ucrania una larga tradición de bardos (de aquella estirpe que, por ejemplo, encontramos tocando y cantando en varios pasajes de la «Odisea», los «divinales aedos»), generalmente ciegos (como la fama pinta al propio Homero) que, de aldea en aldea, como un museo viviente, entonaban canciones y baladas en que se recordaba el pasado heroico e independiente de Ucrania. Stalin, en su política indesmayable de crear el «hombre nuevo» y de arrasar cualquier rasgo nacional o cultural que no fuese el creado por la nueva religión, los convocó a un «Iº Congreso Panucraniano». Acudieron algunos centenares; fueron detenidos y en su mayoría fusilados.

He aquí el primer ejemplo de superstición y avestrucismo que hoy quiero exponerles. No es solo que ningún comunista haya querido o quiera saber de esta realidad, sino que durante muchas décadas, el camarada José, con su «La cuestión de las nacionalidades», fue para los militantes españoles el ejemplo, el canon, mejor, del derecho a la autodeterminación de los pueblos y las naciones; y, en cuanto tal, nos invitaban a muchos a entregarnos a las ideaciones panfletarias del exseminarista de Gori (naturalmente, no a conocer las realidades de su ejecución) y, merced a ese intercesor, confiar en las bondades redentoras de los comunistas de aquí.

Pero la cuestión de Crimea y Ucrania dice mucho también sobre nosotros, sobre la sociedad española y, en general, la europea. Adentrémonos por la superstición del pueblo y de la plaza en pie. Recordemos que el último capítulo de Ucrania ha empezado en la plaza de Maidán, a través de una mezcla de protesta popular, golpe de estado e instigación terrorista mediante disparos de francotiradores. Pues bien, lo notable, en cuanto a nosotros se refiere, es el entusiasmo habitual con que gran parte de los comunicadores y de la izquierda perciben en ese tipo de acontecimientos la expresión de una manifestación «semidivina», de la parusía del «pueblo» en su más pura expresión. Poseídos por una especie de viagra discursivo adolescente, por la nostalgia de «la revolución pendiente» —de modo semejante a la que exhibía parte del falangismo durante el franquismo—, ignoran que esa idealización que llaman «pueblo», a la que revisten de carácter salvífico y beatífico, es una mezcla compleja de idealismo, juventud, manipulación, canalla y aventurerismo, entre otros; y, sobre todo, ocultan que quien gana las revoluciones no es quien sale a rogar por ellas, sino quien las manipula y quien tiene el poder y la organización para encauzarlas.

Sin embargo, desde que Rusia se ha anexionado Crimea y prepara motines en el este de Ucrania no habrán visto ustedes moverse por las calles ni un solo pancartero de los habituales, ni una sola bacante o ménade de las que de continuo se agitan contra el imperialismo por las plazas (¡Pobre Fraga que creía que la calle era de él!), ni un susurro de sus líderes. Es fácil, sin embargo, que a partir de las próximas semanas, en cuanto empiecen a desplegarse de forma tímida en Polonia y Estonia las tropas de la OTAN, el hormiguero empiece a inquietarse y a manifestarse. Y es que una gran parte de la opinión y de la intelectualidad occidental solo es capaz de desazonarse por lo que las democracias y Occidente (nosotros mismos) hacemos, ya sea en defensa propia, ya en auxilio (a veces reclamado) de otros; nunca por lo que hacen los demás. Recuerden ustedes lo que pasó en los años 80 a propósito del rearme de la URSS con los SS20 y la «doble decisión de Occidente» y cómo recorrió la histeria los territorios de la democracia, como si los agresores hubiésemos sido los habitantes de los países libres. He ahí dos ejemplos de los anteojos de prejuicio distinto que condicionan la visión y la pasión de nuestra sociedad.

«Si Putin se conforma con Crimea, vamos bien», escribí cuando aún no se quería aceptar que los activistas armados en esa península eran, en realidad, tropas rusas. Pues bien, por desgracia no va a quedar ahí la cosa. Si los acuerdos de Ginebra del pasado fin de semana entre Ucrania y Rusia son sinceros (que es muy dudoso que sean otra cosa que un movimiento propagandístico coyuntural) y las milicias rusas y prorrusas están dispuestas a cumplirlos (que a la hora de escribir estas líneas está por ver), ello no implicará más que una calma temporal: posteriormente habrá otros pasos por parte de Rusia a fin de anexionar —de manera formal o mediante una ficción federal—, al menos, una parte de Ucrania. Si la lógica de la situación y de los actores no bastase para hacerlo evidente, ahí están las palabras del jerarca del Kremlin: «Confío en no tener que ejercer mi derecho a enviar tropas». Además, Putin sabe que cuenta, entre otras cosas, con la opinión pública mayoritaria en Occidente.

Porque la opinión pública practica entre nosotros el avestrucismo, el pensar que no queriendo ver, las cosas no ocurren. Desde la segunda Guerra Mundial, Europa ha estado protegida por las armas estadounidenses, que, sobre servirle de escudo y de fuerza mercenaria en los conflictos humanitarios fuera y dentro de nuestras fronteras, le ha permitido no gastar demasiado en armamento y al mismo tiempo, tener un villano, los EEUU, en quien descargar su falsa buena conciencia. Ahora bien, la confrontación en Ucrania tendrá consecuencias de todo tipo, más que las económicas. Las tendrá también de tensiones militares y de armamento. He recordado ya que se desplegarán tropas de la OTAN en Polonia y Estonia; quién sabe si, pronto, en otros países, y hasta dónde llegará la pugna. En todo caso, los ministros europeos ya han dicho que, a la vista de lo visto, hay que invertir más en armamento. Permítanme una parábola con unos versos de Antonio Machado: «y si les llega en sueños, como un rumor distante, / clamor de mercaderes de muelles de Levante, / no acudirán siquiera a preguntar ¿qué pasa? / Y ya la guerra ha abierto las puertas de su casa».

Pero si no se quiere ver la realidad y, además, solo se quiere ver y gritar contra lo que hacen unos, que somos nosotros mismos pero en figura de otros, ¡todos tan felices!

Xuan Xosé Sánchez Vicente

Tráfico: ¡Alerta naranja!

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Reitero el aviso del pasado viernes, sobre los problemas para el tráfico por carreteras cortadas. Ahora que las dimensiones de la invasión se han agrandado y que ha quedado fuera de toda duda la procedencia de los invasores, el peligro de colapso en el tráfico en toda España, y especialmente en Asturies, se hace extremo:
Agentes de Rusia han tomado el parlamento y la sede del Gobierno de Crimea. Otros, esta misma madurgada, han ocupado el aeropuerto, probablemente para facilitar ulteriores operaciones aéreas.

¡Cuidado con el tráfico! Los próximos días las calles de toda España estarán ocupadas por miles de manifestantes gritando consignas contra el golpe de estado prorruso.

¡Cuidado con el tráfico!

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Agentes de Rusia han tomado el parlamento y la sede del Gobierno de Crimea. Otros, esta misma madurgada, han ocupado el aeropuerto, probablemente para facilitar ulteriores operaciones aéreas.
¡Cuidado con el tráfico! Los próximos días las calles de toda España estarán ocupadas por miles de manifestantes gritando consignas contra el golpe de estado prorruso.



Preguntas con respuesta (¿para estrábicos?) (III)

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¿La ONU sigue siendo el faro del mundo, la fuente de legitimidad sobre la actuación de los estados ahora que, una vez más, China y Rusia se oponen a condenar y sancionar a Siria aunque mate a sus ciudadanos?

¿La ONU sigue siendo el faro del mundo, la fuente de legitimidad sobre la actuación de los estados ahora que, una vez más, China y Rusia se oponen a condenar y sancionar a Irán aunque silencie a sus mujeres?

¿Por qué están ahogados en el pozo del silencio quienes en otras ocasiones salían a la calle a pedir que las decisiones de la ONU fuesen la guía de la política internacional?

¿Por qué?

¿A qué fue Magdalena a Rusia? ¿Qué piensa Zapatero?

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¿A qué fue a Rusia doña Magdalena Álvarez? Según el Ministeriu, para deprender a esbrexar nes difíciles condiciones del fríu y de la ñeve siberianos.

¿En qué piensa Zapatero? ¿Qué se-y pasa pela cabeza (o per otru sitiu) cuando fala col falar-según-s'echa-moneda tan típicu del Presidente y la Vicepresidenta y diz "un-acuerdo-de-enverga-dura" pal turismu y los viaxes a Rusia?

Pasen, pinchen y sientan (n'asturianu, non en castellán, o, si-yos presta, tamién en castellán).