Xuan Xosé Sánchez Vicente: asturianista, profesor, político, escritor, poeta y ensayista. Articulista en la prensa asturiana, y tertuliano en los coloquios más democráticos. Biógrafo no autorizado de Abrilgüeyu
Bocayaes
Ayer, en La Nueva España
BOCAYAES
Per verba ad animam. La boca es el caño por donde vierte nuestra mente. Por ahí sale lo que pensamos, lo que queremos, lo que odiamos, lo que fingimos, lo que ignoramos, nuestra visión mágica del mundo… Más turbio o más claro, el chorro siempre evidencia lo que es nuestra mente o lo que está en ella.
Comencemos por las risas y por los medios de comunicación. Varios periódicos: «La ONU decreta la hambruna en Gaza». Pobres palestinos, como si no tuvieran poco con lo que tienen, viene ahora la ONU promulga o decide la fame en Gaza. ¡Si cuando tantos afirman que la ONU no vale para nada, pero esto es peor! Y ahora, una emisora (25 de agosto, 9 de la mañana): «Un grupo de ciudadanos estadounidenses perpetran una denuncia contra Maduro por narcoterrorismo». «Perpetrar: ´consumar un delito o culpa grave`». Ya se ve que la emisora no está muy a favor de la denuncia. ¿O sí?
Caigamos ahora al ámbito político. ¿Manquín, yes empresariu? Muchos de ustedes conocerán la anécdota. Ante un retraso imprevisto en el teatro, mandaron salir a dar explicaciones a un personaje muy conocido y de poca importancia, el Manquín. Nada más asomar al proscenio, una voz burlona gritó «¿Manquín, yes empresariu?. Pues bien, he aquí que un preboste gubernativo izquierdounidense sale a escena para criticar las palabras del arzobispo Sanz Montes a propósito de cierta prohibición en Jumilla. Y, al margen de otras razones, afirma que el arzobispo «se sitúa al borde de la herejía». ¿Manín, yes teólogu? Y lo más gracioso es que la afirmación teológica fue loreada por otros muchos prelados de la iglesia izquierdista -no digamos ya por los diáconos, subdiáconos u ostiarios de la misma- como si fuese una evidencia con la fuerza de la verdad de la Ley segunda de la termodinámica.
Santa Rita, Rita, Rita… El Gobierno y sus satélites acordaron en su día el cierre de todas las plantas nucleares para 2035. Ahora, los socialistas, en consonancia con ciertos aires europeos y catalanes, están pensando en prolongar la vida de esas centrales. He aquí la respuesta de doña Yolanda Díaz Pérez, Vicepresidenta segunda: «España zanjó este debate de forma exitosa hace años y no tiene nigún sentido volver a abrirlo». Pues bien, no solo no se puede volver atrás en ningún asunto, ni discutirlo, lo que se da no se quita, sino que prolongar la vida de las nucleares «significaría no dejar espacio suficiente para el imprescindible despliegue de las energías renovables en nuestro país». ¿«Espacio suficiente»? Amén.
Y no podría faltar aquí don Pedro Sánchez Pérez-Castejón. A mediados de agosto acude a Galicia y propone allí un «pacto contra el cambio climático» («contra la emergencia climática», dicen otros medios). En realidad don Pedro repite el concepto del Pacto de París de 2015 «para luchar contra el cambio climático». Pero contra el cambio climático no se puede luchar, se pueden realizar acciones para limitar o atajar sus efectos, pero «contra él», como si fuese un ente o una persona, nada se puede hacer. Si acaso, rogativas.
Bueno, y terminemos con lo que es una expresión de la «voluntad popular». Durante décadas existió en Xixón un autocine, un lugar en el cual, desde el coche y al aire libre, se podían ver películas. Próximamente, y por las razones que sean -ingresos menguantes, jubilación, oferta por la parcela…-, sus propietarios han decidido cerrarlo. Pues bien, una parte de la ciudadanía xixonesa se ha manifestado en contra y han llegado a reunir 5.100 firmas para que la instalación no se clausurase. ¿Han organizado una sociedad para convertirse en propietarios y mantener así su supervivencia? ¿Se han comprometido a abonarse durante un tiempo para garantizar sus ingresos? En ningún caso, lo único que han hecho es manifestar que estaban en contra del pieslle.
Como tantos manifiestos públicos: exhibición -dicho en el mejor sentido de la palabra- de anhelos, deseos, voluntades, esperanzas, afectos, pero nada que pueda cambiar el curso de las cosas, ni siquiera, poner algún medio para torcerlas.
En último término, lo mismo que las rogativas para pedir la lluvia o su cese.

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