(Ayer, en La Nueva España) L’APRECEDERU COVADONGA: PATRIA, RELIGIÓN Y CONCIERTO A comienzos de la segunda década del presente siglo elaboré y publiqué un estudio en que daba cuenta de la mayoría de la literatura asturiana elaborada teniendo como centro Covadonga. El primero de esos textos era el de Xosé Caveda y Nava, «La batalla de Covadonga», un poema propio, publicado como anónimo en su colección de los textos anteriores a 1839, colección que reedité en 1979 con el título de Esvilla de poesies na llingua asturiana. Desde entonces se sucedieron otros poemas centrados en Cuadonga, como sitio donde ocurre una batalla que tiene como protagonista asturiano a Pelayo, constituye el origen del Reino de Asturies y, en la interpretación de la mayoría —pero no de algunos, como el firmante—, la «cuna de España», propiciando así una continuidad que tendría su legitimidad en los godos y en la restauración de la España perdida en aquel entonces. Junto con esos textos redactados desde la perspectiva de un heroico combate en torno a la cueva sacra, existen otros en los que Cuadonga tiene una presencia fundamentalmente religiosa. Pero unos y otros conllevan una emoción covadonguista, una emoción hacia el lugar que he visto en la vida real existente en muchas personas, al margen de su fe, independientemente de cómo crean que fue —en combatientes, en importancia, en significado— esa batalla. Este domingo, 21 de agosto, se va a celebrar un concierto, de asistencia libre y gratuita, en la basílica. Corre a cargo del tenor Joaquín Pixán, que musicó once composiciones, de nueve escritores (Ángel Fierro, Alfonso Sánchez Lorenzo, Pablo García Baena, Aurelio González Ovies, Luis del Val, Fernando Álvarez, Pedro de Silva, Antonio Gamoneda, y el que esto firma), que tienen como tema Covadonga. En todos esos textos y en la voz y música de Pixán estará presente esa emoción secular de Cuadonga y sus significados. Lo mismo, seguramente, que en muchos de los asistentes al concierto.

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