Xuan Xosé Sánchez Vicente: asturianista, profesor, político, escritor, poeta y ensayista. Articulista en la prensa asturiana, y tertuliano en los coloquios más democráticos. Biógrafo no autorizado de Abrilgüeyu
Con las témporas
(Ayer, en La Nueva España)
L’APRECEDERU
CON LAS TÉMPORAS
En España se legisla demasiado, y muchas veces, mal. No es infrecuente que el BOE contenga “correcciones de errores” (que son, frecuentemente, rectificaciones) sobre leyes anteriormente publicadas. La última de esas chapuzas la hemos visto hace pocos días con la ley tautológica (la del “solo sí es sí”), que se ha devuelto desde el Senado al Congreso por un error morfológico. “Legislar con las témporas” he troquelado hace tiempo, con un discreto eufemismo.
Si el último ejemplo es una cuestión menor, a veces lo que se propone o legisla es escandalosamente dañoso para el conjunto del país o para algún sector. He aquí al rector de la Universidad hablando ante los diputados en la sede de la Xunta sobre el proyecto de Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), que el Consejo de Ministros acaba de aprobar para enviar al Congreso: “Si finalmente llega a aprobarse, va a ser una mala ley”. “Es una calamidad, destroza el sistema”. "Desvirtúa completamente la figura del profesional que aporta su experiencia y sus conocimientos a la Universidad". “Perderíamos hasta un 70% de nuestros profesores asociados, con esta nueva ley”.
Pero no son únicamente esos los elementos negativos del proyecto (el rector añade varios más, algunos económicos), sino el mecanismo de elaboración. La ley no ha pasado por el Consejo de Universidades, y, denuncia don Ignacio Villaverde, se ha hecho "totalmente de espaldas a las comunidades universitarias españolas, no se nos ha tenido en cuenta para nada".
Esa ausencia de consultas con quienes deben ser las “víctimas” o beneficiarios de la ley, nos muestra otro aspecto de la legislación en los últimos tiempos: cada vez más la elabora un grupo, mayor o menor, de arbitristas (llámenlos ustedes, si quieren, ideólogos) que son capaces de imponer su discurso a gobiernos que cada vez tienen menos contacto con la realidad, solo con pequeños grupos de que se alimenta y a quienes alimenta.
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