ESCALADAS

(Ayer, en La Nueva España) L’APRECEDERU ESCALADAS Comienzan las pruebas de acceso a la Universidad. Con ellas, va terminando la larga y difícil escalada que este año han tenido que pasar todos los estudiantes, los que recibieron enseñanza presencial y los que la tuvieron semipresencial o a distancia. Un curso incómodo, desmoralizador o poco estimulante, al que a las dificultades académicas se han sumado las sociales: la falta de contacto directo con los amigos, la falta de juegos. En mayor o menor medida, dependiendo de las familias, las circunstancias o la propia personalidad de cada uno, el curso dejará sus huellas negativas. Esperemos que esa negatividad desaparezca o sea más llevadera el próximo curso. Rastros, sin duda, quedarán. Una escalada supermeritoria la de Miguel Ángel Roldán, afectado de ELA, que subió el Urriellu para reclamar atención e investigación sobre la enfermedad. Poso la montera. El ataque del oso de Cangas viene a resultar un punto más en la escalada contra los vecinos de las zonas rurales. Como si no bastase con los Gobiernos. Distinta escalada, aunque rápida y a altas cumbres, es la del precio de la luz. Uno, que tiene cierta memoria histórica, recuerda perfectamente cuando la conjunción PSOE-Podemos criticaba ferozmente el precio de la electricidad, acusaba de ello a la voracidad de las empresas eléctricas y apuntaba la complicidad del Gobierno del PP. ¿Hoy? Los precios alcanzan cimas nunca igualadas y lo único que se oye es el silencio más atronador. Lo que no cesa es la progresión del ataque contra la gran industria asturiana del Gobierno de PSOE y Podemos (Ribera no es más que una mandada): a la descarbonización exprés, al estatutín electrointensivo, se suma ahora un impuesto a los residuos. Eso sí que es escalada. CCOO y UGT acusan estruendosamente al Gobierno de “condenar al sector a la extinción”. ¿Pero por qué protestan, si ellos son el sustento permanente del Gobierno y, por tanto, de sus políticas? Xuan Xosé Sánchez Vicente

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