El detente del cromosoma doble

(Ayer, en La nueva España) EL “DETENTE” DEL CROMOSOMA DOBLE Aquellos que, dicho con un eufemismo, tienen una cierta edad conocen perfectamente lo que era un “detente”, un pequeño escapulario o trozo de tela en el cual se insertaba la leyenda “detente bala”, que se colocaba sobre la zona del corazón del combatiente. En ocasiones, el amuleto inscribía también una imagen del Corazón de Jesús. No hace falta aclarar que quien lo llevaba creía (o “porsiacasaba”) en la virtud salvífica del amuleto frente a la bala. Bien, pues he aquí que algunas damas patrias, no sé si militantes en el credo y fe feminista a pies juntillas o solo porsiacasistas, han inventado un nuevo detente, el que significa tener el doble cromosoma (frente al varón, más mestu, más impuro, tal vez más cenciellu) XX. La exhibición más sonada del detente la ha realizado estos días doña María Jesús Montero, la vehemente vicepresidenta del Gobierno, de tradicional retórica plusquam ciceroniana. He aquí, por ejemplo, cómo ha aclarado en el Senado el contenido del acuerdo entre el PSOE y ERC: "Lo que dice el acuerdo es lo que dice el acuerdo, no lo que cada uno creamos que dice el acuerdo. Y lo que no dice el acuerdo es lo que no dice". Pero no ha sido esta la exhibición reciente a que me refiero, sino la que ha realizado con motivo de la absolución en instancia superior del futbolista Dani Alves: “Que vergüenza que la presunción de inocencia está por delante del testimonio de mujeres jóvenes”. Como ustedes tendrán su criterio y juicio no les comento nada. Lo cierto es que posteriormente ha pedido disculpas viniendo a echar la culpa a quienes entendieron que había dicho lo que había dicho: “En la literalidad de la expresión que utilicé se puede concluir que he puesto en cuestión la presunción de inocencia, pilar del Estado de Derecho. La retiro y pido disculpas por ello”. Y que conste que a mí doña María Jesús me cae simpática desde aquel su evohé, evohé, con los brazos levantados y los sobacos al aire implorando a don Pedro que descendiese del Sinaí, perdón, del Olimpo, al que se había retirado durante cinco días. El más reciente ejemplo del uso del detente, no menos escandaloso, ha ocurrido aquí, en nuestra tierra. Ya saben ustedes del luctuoso suceso de Zarréu: cinco muertos y cuatro heridos graves en la mina, según se cree, por una explosión de grisú. Pues bien, podrían existir, al parecer, conflictos de intereses de familiares de la Consejera de Transición Ecológica, Industria y Comercio, doña Belarmina Díaz -responsable, entre tantas cosas, de la minería-, en relación con las materias que dependen de ella. Haciéndose eco de esas conjeturas, el forista Adrián Pumares ha alertado de esos presumibles conflictos de intereses y de ciertas actuaciones, sobre las que pide indagar. En la rueda de prensa en la que proclamó esas sospechas, denunció también posibles responsabilidades en los antecesores en el cargo de la actual Consejera, doña Nieves Roqueñí y don Enrique Fernández. Pues bien, sobre negar alguna irregularidad, doña Belarmina ha censurado a don Adrián por machista. Hay, dice, en sus palabras un "trasfondo machista, ya que lo ha hecho con otras consejeras". (¿Acaso con “otras” se refiere a don Enrique Fernández?). Pues ya ven el nuevo detente: es posible que don Adrián esté equivocado, que mienta, que todo sea falso, que no haya ningún interés familiar favorecido. ¿Por qué no? ¡Ah, pero, en cualquier caso, ninguna acusación se puede levantar! ¿La razón?: La (las) consejera(s) es mujer. ¿Dónde podríamos comprar el resto de los mortales un detente de eficacia universal y multiversátil, que valga lo mismo ante un tribunal que ante una denuncia política? (Semeya de La Nueva España)

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