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Se van a arrepentir ustedes de no tener "minijobs"

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Es una frase de Cristopher Dottie, un inglés afincado en Cataluña, que ha pasado por esa experiencia. Aparece en una entrevista de las de "La contra" de La Vanguardia, el 02/03/2012.

Como aquí, entre nosotros, el pensamiento está tan anquilosado -bueno, no es que esté anquilosado, es que fosiliza en un tópico antes de empezar a desurdir- y solo nos movemos por consignas y prejuicios (si son contra el contrario, mejor), conviene que vean ustedes experiencia (vital) y argumentos (vitales y experienciales).

(Por cierto, un saludo a los malhumorados habituales. Cuídense la tensión y disfruten en la vida de algo que no sea la satisfacción de su malaleche nunca satisfecha, si son capaces.)



-La globalización liquida toda empresa que no sea ganadora por calidad o por precio... O de luxe o low cost.

-Usted vuela con Iberia por calidad o con Vueling por precio, pero Spanair, que no destacaba ni por calidad ni por precio, cierra. Las medianías desaparecen. Y España está sufriendo más que otros países en la adaptación a esta nueva lógica.

-¿Por qué?

-Porque cree más en la protección de las leyes que en la protección de la competitividad. Por muchas leyes laborales que le protejan, si un empleado, una empresa y un país no ganan más de lo que gastan, les pasa lo que les pasa a ustedes.

-¿En qué sentido?

-Que si no crean riqueza, al final perderán el empleo y después los derechos laborales. Sólo son realizables los derechos que permiten competir y crear riqueza.

-Qué propone?

-a mejor protección del trabajador es una buena formación. Y después ser un empleado competitivo que crea más valor del que cobra: así siempre tendrá empleo.

-Sies el problema, no es el único.

-Aemás, cuando hablo con directivos de multinacionales sobre contratar en España, siempre acabamos diciendo: "No hay crecimiento". Y por eso hasta los más optimistas ahora sólo se conforman con "aguantar".

-Gastas 100 en contratar a alguien, porque esperas que te haga ganar 200...

-Sobre todo quieres estar seguro de que no vas a perder. Por eso, el mayor enemigo del empleo es la incertidumbre y en ella hay una parte, la crisis del euro, que no depende sólo de España, pero hay otra atribuible a su falta de pragmatismo y realismo.

-¿En qué sentido?

-Aquí sus expectativas de empleo son pura ideología y están basadas en tiempos mejores que tal vez no vuelvan. Creen que sólo por haber legislado el derecho teórico a un ideal de contratos indefinidos bien pagados se convertirán en realidad algún día.

-Y usted ¿qué cree?

-Que sólo son reales y sostenibles los empleos competitivos: los que crean valor. Y creo que incluso ahora podrían crearse empleos que tal vez no serían los ideales, pero son menos malos que el paro real.

-Si tienes ahorros, un subsidio y dignidad, ¿por qué aceptar un minijob?

-Porque cada día sin trabajar pierdes habilidades. Un informático que pasa dos años en el paro se queda en la prehistoria de la informática. Después, ¿quién lo emplea?

-Puede formarse sin trabajar.

-La mejor formación es el trabajo: ¿no es más inteligente preferir un empleo menos bueno a quedarse en casa?

-Es una opción: debería haber otras.

-Esa mitad de jóvenes españoles sin empleo deberían tener uno, aun poco pagado, en el que pudieran aprender a trabajar.

-Ya existen múltiples contratos.

-Ustedes necesitan minijobs. Se arrepentirán de no haberlos creado. España podría aprovecharse así, como ya hizo Alemania, de la poderosa señal que un descenso del paro enviaría a los mercados. Y esos minijobs podrían convertirse después en la mejor pasarela a buenos empleos.

-Sustituirían empleo de más calidad.

-Ese empleo "de más calidad" ahora no existe. Aceptemos la realidad. El mejor amigo del paro es la incertidumbre y los minijobs la reducirían al permitir a jóvenes ser conocidos en las empresas y demostrar que pueden ganar un sueldo mejor.

-¿No basta con la reforma laboral?

-Es sólo un avance para poder transformar en empleo –sería mejor tener también minijobs– la mínima recuperación.

-¿Qué podría iniciarla?

-Catalunya tiene una red de pequeñas empresas capaces de exportar y crear empleo en cuanto les llegue el crédito. Así que haga fluir el crédito y creará empleo.

-El minijob es la renuncia a derechos obtenidos con una lucha de generaciones.

-Sólo los han adquirido dos tercios de los españoles: el otro no tiene nada. Pero, además, la sobreprotección lastra su competitividad: disuade a los mejores empleados de las empresas de irse a otras mejores por no perder la indemnización.

-¿Hay muchos de esos afortunados?

-Se habla poco de ellos, pero su inmovilismo laboral frena la circulación del talento entre empresas. También deberían invertir ustedes más en asesorar al parado.

-No sé si estamos para invertir mucho.

-En el Reino Unido cada asesor laboral tiene veinte parados asignados; aquí cada asesor atiende a doscientos. Un parado necesita consejo, información y formación. Cada uno requiere atención personalizada.

-Por ejemplo.

-No es lo mismo un profesional recién despedido con buena formación que un parado de larga duración que necesita desesperadamente una inversión de capital intelectual.

-Pero si no hay empleo...

-Hay que adelantarse a su creación. En el Reino Unido los consejos de empresarios sénior de forma desinteresada están prestando ayuda a los parados: detectan tendencias y apuntan líneas de formación.

-Es una buena iniciativa.

-La colaboración público-privada logra resultados. Yo entré en mi empresa con un minijob; después me hicieron un buen contrato. No me lo hubieran hecho como recién titulado sin conocerme.

"Pues claro que son una buena idea los minijobs": el debate

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El título no es mío. Es de S. McCoy en su columna "Valor añadido", en Cotizalia, con fecha del 19/12/11.

Merece la pena leerlo y sopesar sus argumentos, aunque al final no coincidamos con ellos. Pero, al menos, podremos hacerlo con datos y comparaciones, no meramente con emociones y tópicos, como solemos hacer en España. Este es el texto, pero, en cualquier caso, parece que la idea está exluida de las previsiones del gobierno de Rajoy. Una razón más, pues, para leerlo con calma:



Nadar contra corriente suele ser norma de esta casa de todos que es Valor Añadido. No es una pose sino el resultado de una constatación. Abunda en el análisis patrio el disparo al aire y falta el tiro fundado en una reflexión previa. A veces me pregunto cómo tienen tiempo los opinatodo de formarse un criterio saltando como están de la mata de la radio a la mata del programa de televisión sin solución de continuidad. De hecho, no lo tienen. Apuntarse a la corriente mayoritaria supone entonces una buena opción para suplir tales carencias, éxito garantizado. Y leña al mono que es de goma. Ahora le ha tocado a Joan Rosell, presidente de la patronal, por defender la importación a nuestro país de los minijobs, trabajos limitados en horas y cuantía muy extendidos en Alemania. Parto de que el catalán no es santo de mi devoción pero no se le puede negar consistencia en su mensaje. Ahora queda por ver si es esto lo que España necesita. Si de romper tabús se trata, puede ser un buen comienzo.

Nada distinto a lo que ya hay ahora

Como saben la idea es limitar a 400 euros mensuales la retribución neta por trabajos de quince horas semanales de jornada, sesenta mensuales. Aparte el empleador realiza aportaciones al Fisco y la Seguridad Social equivalentes al 30% de lo abonado mientras que al asalariado no se le retendría por ninguno de ambos conceptos. En función de los distintos críticos a la medida hemos podido oír que es una vuelta a la esclavitud industrial del siglo XIX, que se trata de favorecer la explotación laboral, que además la experiencia germana prueba su carácter estructural y no coyuntural como vía para alcanzar un trabajo mejor y que, además, no consolida derechos pasivos de cara al futuro del profesional lo que le obligará a acudir a esas ayudas públicas que ahora se quiere evitar en el momento de la jubilación. Carlos Fonseca y Aurora Mínguez se han sumado a las voces discordantes este fin de semana en las páginas de El Confidencial.

Los que se llevan las manos a la cabeza deben estar romos de aritmética porque si de exprimir al trabajador se trata, no hay mucha diferencia entre lo que ahora se paga a buena parte de la masa laboral española y la remuneración explícita de los miniempleos. Se ha hablado hasta la saciedad de los 6,67 euros por hora germanos que subirían hasta 8,5 si se incluyen los pagos en nombre del empleado (400+120 entre 60). Bien, un mileurista neto español cualquiera, en jornada de 40 horas semanales, 160 mensuales, ganaría brutos alrededor de 8,25 euros por cada 60 minutos de labor (soltero y sin hijos). Como ven ambas cuantías se aproximan bastante una vez incluida la Seguridad Social a cargo del empleado, coeficiente de teórica capitalización, y la retención impositiva. La principal diferencia radica en la contribución a la Caja Común de la empresa que, de media, encarece un 30% la masa salarial y es pura cuota de reparto. A igualdad de coste directo por trabajador, la propuesta persigue minimizar esta partida. Ese es el quid de la cuestión, no se despisten. Y, pudiendo ser insolidaria, percepción discutible tal y como está pergeñado el sistema, va en línea con lo propugnado por los empresarios desde hace meses. Menos gasto igual a más contratación.

Por qué son necesarios

En un país con una economía sumergida equivalente a una cuarta parte de su Producto Interior Bruto, facilitar que este tipo de contratos afloren a la superficie debería ser recibido con todo tipo de alharacas. Sin embargo, prima un discurso un tanto anacrónico que, sorpresa, procede en buena parte de trabajadores con nómina que son los que con su presión impositiva están llamados a suplir la falta de recaudación derivada del fraude. Algunos arguyen que sería la puerta para gente muy preparada aterrizara en el empleo precario. Existe, por supuesto esa posibilidad, pero se trata ésta de una figura pensada para tareas no cualificadas y discontinuas que permitan simultanear varios empleos o conciliar la vida personal y profesional. Un mercado es un lugar donde confluyen demandantes y oferentes de un bien y se fija un precio de referencia. Hay oferta de este tipo de empleos y, en una coyuntura como la actual, demanda de ellos. El estado es el que debe velar porque el punto de equilibrio se encuentre en el marco de las conquistas sociales de los trabajadores en el último siglo. Pero no se puede cercenar ex ante tal posibilidad. Especialmente cuando vamos de cabeza a un 25% de paro.

¿Cuál es la alternativa? Lo que está demostrado es que absurdo mantener un sistema que entiende por flexibilidad contratar a destajo y despedir a degüello en función del ciclo económico y no mantener la mayor cantidad de puestos de trabajo en el tiempo. Donde la idiosincrasia local afecta hasta el punto de que existen diferencias de 15 y 20 puntos porcentuales entre las regiones del norte y del sur de España. No podemos seguir como hasta ahora. Y eso pasa por quebrar modelos y buscar salidas que incentiven la contratación y acoten el subsidio. Entre los 400 euros de ZP y estos 400 euros, ¿qué prefieren? Nos quieren convencer de que los minijobs son una mala solución pese a que siete millones de alemanes, siete que se dice pronto, estarían acogidos a este sistema. Estamos hablando del 15% de su población activa. Tan perverso no será cuando la tasa de paro de aquel país apenas llega al 7% y sigue siendo locomotora europea. Puede que adultere la doble finalidad del trabajo, obtención de recursos para subsistir y vía para la realización personal y social, pero no creo que el hombre se plenifique más en su casa esperando la prestación, si es que llega, si desea trabajar.

Tiempo para el debate.

Buena semana a todos.