(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos)
Los no ocupas de la ocupación
Los motivos de la toma de un local o una vivienda ajenos
Xuan Xosé Sánchez Vicente 28.04.2018 | 02:57
Sean cuales sean los motivos de la ocupación de un local o una vivienda que no son de quienes los asaltan; sea el motivo de la misma la propaganda del negocio (lo que suele llamarse "ideología") o la necesidad, el acto de la ocupación de un bien ajeno constituye un robo, aunque sea temporal, una apropiación de un bien ajeno, privado o público. Lisa y llanamente.
Es cierto que en los últimos tiempos parece haberse extendido una especie de mirada benevolente sobre la apropiación de la propiedad ajena, en parte, por algunas situaciones penosas, algunas de las cuales tienen que ver con los desahucios; pero, fundamentalmente por un complejo discurso que aúna sensiblería con apariencia o pretensión de justicia y la excitación de la envidia igualitaria, entre aquellos que, como en el chiste, son comunistas a la hora de repartir caballos y cerdos, pero no vacas, porque ellos sí las tienen. Claro que como tienen por líder o referente a un fenómeno que confunde a Newton con Einstein y que atribuye a Kant obras que nunca escribió, es posible que, asimismo, hayan leído mal a Proudhon y crean que lo que dice el anarquista francés es "la propiedad, para el robo".
Por cierto, en ese discurso implícito o explícito contra la propiedad de la vivienda y los "ricos", los discurseadores se olvidan de que España es una de las naciones con más propietarios de vivienda del mundo, propietarios que no son los multimillonarios, sino, en su mayoría, la clase media y los trabajadores. Y que, incluso, la mayoría de quienes tienen dos o tres viviendas en propiedad, las tienen como fruto de muchos años de trabajo o de la venta de las propiedades familiares agrícolas en años propicios para ello; y que esas viviendas son su ahorro, ahorro que, en muchos casos, destinan a sus hijos.
Pero vengamos a tierra. Examinemos casos concretos. ¿Cómo es posible que se haga con su vivienda -un robo, aunque temporal sea- alguien y que usted no pueda expulsarlo de inmediato? Es más, que tenga que pagar los gastos de sus consumos de agua, luz, electricidad y comunidad y no pueda cortárselos, so pena de ser usted encausado ante la justicia? ¿Y que corra usted el riesgo, más bien cierto, de que cuando, tras un tiempo, pueda volver a hacerse con su propiedad, no quede nada en ella y todo esté destrozado? En algunos casos, incluso, de la vivienda de que se apropian los apandadores es aquella en que vive usted, la única que tiene, y queda usted en la calle mientras otros, amparados por la ley, le chupan la sangre.
Más cerca. He ahí un camionero de Siero. Realiza un viaje. A la vuelta no tiene casa ni enseres. Lo llaman. Extorsión: si quiere recuperar la casa, ha de pagar cuatrocientos euros. La casa, no sus pertenencias, que volaron. El ciudadano no quiere volver ahí, teme que le vuelva a pasar lo mismo.
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