GALLEGOS Y ASTURIANOS, PRIMOS Y
HERMANOS
Hace
días, un programa conjunto de las televisiones gallega y asturiana ha venido a
recordarnos cuánto, además de las fronteras, compartimos gallegos y asturianos.
“Primos y hermanos” se dice que somos.
¡Cuánto de certeza en ello!
Pensemos, si no, en el camino de Santiago, aquel invento (en las varias
acepciones del vocablo, desde la más noble a la más común) de Alfonso II el
Casto, que abrió una senda por la que transitaron desde el primer momento, en
busca de la sanación y la salvación, ríos y ríos de europeos, de asturianos y
de españoles.
Pero son don Pedro y don Pablo, el
gobierno actual de aquel y el futuro compartido entre ambos, así como sus
respectivos partidos políticos, los que nos reafirman en cuánto de común
tenemos. Si ustedes leen estos días LA NUEVA ESPAÑA o EL FARO DE VIGO anotarán,
con desánimo tal vez, con indignación seguro, que el Gobierno elimina peajes el próximo año en Cataluña, Valencia y
Andalucía, mientras los sube en Asturies (la AP-66, a León) y en Galicia (la
AP-9, Vigo-La Coruña). Es más, para mayor agravio, en otras autopistas de peaje
es gratuita la circulación nocturna.
Sigamos. El segundo recorrido más
caro por quilómetro de España es el de nuestra AP-66. El primero, la Villalba-Adanero,
por la cual hemos de pasar gallegos y asturianos para llegar a Madrid. ¿Nada
más? Sí, los peajes que más se prolongarán en España, serán los de las citadas
vías.
Esta es quizás la España federal que
nos preparan, aquella que definía Pi y Margall como “una República
sinalagmática conmutada con la eminencia de la Justicia en la humanidad y el
puro motivo de su naturaleza en Dios y hasta encuentra la síntesis fundamental
del yo”. ¿Entiende usted algo? Sí que nos discriminan en los peajes. ¿Es eso?
Bueno, es posible que gallegos y asturianos no seamos hermanos,
¿pero “primos, primos”? ¡Eso seguro!
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