IDENTIDAD
E INVISIBILIDAD
Se me aparece mi trasgu
particular, Abrilgüeyu, con un reto:
—Anda, intenta definir lo que es la
identidad asturiana. Y no me digas tonterías sobre el carácter de los
asturianos, como hizo el por otras razones benemérito Julio Somoza.
Estoy tentado con
contestarle aquello que respondió Winston Churchill cuando le preguntaron qué
opinaba de los ingleses, “no sé, no los conozco a todos”, pero prefiero
afrontar el reto. “Te contestaré más tarde” le digo.
Acudo primero al
refranero, el castellano y el asturiano: “Asturiano, loco, vano y mal
cristiano, o roba al amo, o fuerza al ama, o las dos cosas a un tramo”, y luego
al asturiano: “el asturianu tien la mano afuracada”. ¡Jesús!, si en aquél algo
pesa la rima, en este no se da esa circunstancia. Pero dejémoslo. Tampoco voy a
repasar cómo nos ven los escritores no asturianos, desde el Cervantes de la
Maritornes al Valle-Inclán de Luces de
Bohemia.¡Literatura!
Me sobreviene entonces un
recuerdo de hace unos días. El periodista de la COPE, Ángel Expósito,
entrevista aquí, en Asturies a una responsable de turismo. Le pregunta: “A
ustedes no les da rabia cuando oyen hablar de nacionalidades históricas, y a
ustedes se los olvida, ustedes que son el primer reino de España, que tienen el
prerrománico, el arte rupestre…” Y la respuesta de la benemérita es como si
nunca hubiese reparado en ello o como si, haciéndolo, no quisiese molestar a
nadie o que nosotros sobresalgamos. Atónito (yo).
Vengo entonces a las
encuestas políticas y me encuentro con que, tras Cataluña, Valencia y Galicia,
somos los que menos nos sentimos “solo españoles”, es decir, o únicamente
asturianos —en no escasa cantidad, comparativamente— o tan asturianos como
españoles. ¿Y eso se traduce en? Pues miren ustedes aquellas formaciones a las
que votan los asturianos, todas centralistas, piensen ustedes cuántos votos
reciben los partidos que se presentan por primera vez sin que nadie conozca a
uno solo de sus candidatos, y a los que se vota por sus líderes de Madrid.
¿Foro, me dicen? Miren la encuesta de 2017 de Llera Ramo y encontrarán que sus
votantes son, de todos, ¡los menos partidarios del sistema autonómico y los más
de la recentralización!
Vayamos a otras
encuestas. Somos los más desafectos de toda España hacia la política, muchos
puntos por encima de la media y “solo uno de cada diez asturianos asume la
defensa de la identidad como el cometido principal de la Comunidad autónoma”.
¡Ah!, vamos aclarándonos. Cuánto se parece esto a unas palabras de José María
Malgor en 1950: “España, ha dicho alguien, es el país clásico de místicos y
guerrilleros, a la vez que indiferentes, y yo creo que estos abundan más entre los asturianos, sobre todo con relación a
nuestras ancestrales costumbres”.
De modo que esos terribles
escépticos que somos y que, según otros datos demoscópicos, creemos que la
obligación de las instituciones es resolvernos los problemas pero sin que
nosotros hayamos de poner arte ni parte en ello, pasamos el día quejándonos de
que no se nos conoce, de que se desconoce nuestra gastronomía, de que se ignora
nuestra cultura (la prehistoria, el arte asturiano, los monumentos locales), la
“sidriña”, “los gaiteiros” (que dicen a veces quienes retransmiten los Premios
Príncipe de Asturias), nuestro canto, nuestra lengua…
Pero, sin embargo, ni
hacemos nada por defender todo eso ni por promcionarlo y, sobre todo, no
queremos que a nadie (¿de dentro o de fuera?) le pudiese parecer mal que lo
hacemos, como en el fondo venía a manifestar la benemérita encargada de
turismo.
“Ya caigo”, exclamo en
voz alta, “nuestra identidad es la invisibilidad”. Y entonces se me vuelve a
aparecer Abrilgüeyu.
—No lo es. Vuestra
identidad es vuestro amor sin compromiso por lo vuestro, y vuestro pasotismo.
No sois más que unos Diógenes a los que les molesta moverse para evitar la
sombra que cae sobre vuestro lugar de reposo.
Hace una pausa y
prosigue:
—Salvo que os toquen la
trompeta de la movilización desde Madrid, que entonces os levantáis como se
levantarían los muertos el día del Juicio Final: ipsofácticos y radiantes.
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