Identidad e invisibilidad

                                    (Asoleyóse en La Nueva España del 13/12/2019)




                IDENTIDAD E INVISIBILIDAD

        Se me aparece mi trasgu particular, Abrilgüeyu, con un reto:
—Anda, intenta definir lo que es la identidad asturiana. Y no me digas tonterías sobre el carácter de los asturianos, como hizo el por otras razones benemérito Julio Somoza.
        Estoy tentado con contestarle aquello que respondió Winston Churchill cuando le preguntaron qué opinaba de los ingleses, “no sé, no los conozco a todos”, pero prefiero afrontar el reto. “Te contestaré más tarde” le digo.
        Acudo primero al refranero, el castellano y el asturiano: “Asturiano, loco, vano y mal cristiano, o roba al amo, o fuerza al ama, o las dos cosas a un tramo”, y luego al asturiano: “el asturianu tien la mano afuracada”. ¡Jesús!, si en aquél algo pesa la rima, en este no se da esa circunstancia. Pero dejémoslo. Tampoco voy a repasar cómo nos ven los escritores no asturianos, desde el Cervantes de la Maritornes al Valle-Inclán de Luces de Bohemia.¡Literatura!
        Me sobreviene entonces un recuerdo de hace unos días. El periodista de la COPE, Ángel Expósito, entrevista aquí, en Asturies a una responsable de turismo. Le pregunta: “A ustedes no les da rabia cuando oyen hablar de nacionalidades históricas, y a ustedes se los olvida, ustedes que son el primer reino de España, que tienen el prerrománico, el arte rupestre…” Y la respuesta de la benemérita es como si nunca hubiese reparado en ello o como si, haciéndolo, no quisiese molestar a nadie o que nosotros sobresalgamos. Atónito (yo).
        Vengo entonces a las encuestas políticas y me encuentro con que, tras Cataluña, Valencia y Galicia, somos los que menos nos sentimos “solo españoles”, es decir, o únicamente asturianos —en no escasa cantidad, comparativamente— o tan asturianos como españoles. ¿Y eso se traduce en? Pues miren ustedes aquellas formaciones a las que votan los asturianos, todas centralistas, piensen ustedes cuántos votos reciben los partidos que se presentan por primera vez sin que nadie conozca a uno solo de sus candidatos, y a los que se vota por sus líderes de Madrid. ¿Foro, me dicen? Miren la encuesta de 2017 de Llera Ramo y encontrarán que sus votantes son, de todos, ¡los menos partidarios del sistema autonómico y los más de la recentralización!
        Vayamos a otras encuestas. Somos los más desafectos de toda España hacia la política, muchos puntos por encima de la media y “solo uno de cada diez asturianos asume la defensa de la identidad como el cometido principal de la Comu­nidad autónoma”. ¡Ah!, vamos aclarándonos. Cuánto se parece esto a unas palabras de José María Malgor en 1950: “España, ha dicho alguien, es el país clásico de místicos y guerrilleros, a la vez que indiferentes, y yo creo que estos abundan más entre los asturianos, sobre todo con relación a nuestras ancestrales cos­tumbres”.
        De modo que esos terribles escépticos que somos y que, según otros datos demoscópicos, creemos que la obligación de las instituciones es resolvernos los problemas pero sin que nosotros hayamos de poner arte ni parte en ello, pasamos el día quejándonos de que no se nos conoce, de que se desconoce nuestra gastronomía, de que se ignora nuestra cultura (la prehistoria, el arte asturiano, los monumentos locales), la “sidriña”, “los gaiteiros” (que dicen a veces quienes retransmiten los Premios Príncipe de Asturias), nuestro canto, nuestra lengua…
        Pero, sin embargo, ni hacemos nada por defender todo eso ni por promcionarlo y, sobre todo, no queremos que a nadie (¿de dentro o de fuera?) le pudiese parecer mal que lo hacemos, como en el fondo venía a manifestar la benemérita encargada de turismo.
        “Ya caigo”, exclamo en voz alta, “nuestra identidad es la invisibilidad”. Y entonces se me vuelve a aparecer Abrilgüeyu.
        —No lo es. Vuestra identidad es vuestro amor sin compromiso por lo vuestro, y vuestro pasotismo. No sois más que unos Diógenes a los que les molesta moverse para evitar la sombra que cae sobre vuestro lugar de reposo.
        Hace una pausa y prosigue:
        —Salvo que os toquen la trompeta de la movilización desde Madrid, que entonces os levantáis como se levantarían los muertos el día del Juicio Final: ipsofácticos y radiantes.


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