Xuan Xosé Sánchez Vicente: asturianista, profesor, político, escritor, poeta y ensayista. Articulista en la prensa asturiana, y tertuliano en los coloquios más democráticos. Biógrafo no autorizado de Abrilgüeyu
Un manifiesto autonomista poco conocido
(Ayer, en La Nueva España)
UN MANIFIESTO AUTONOMISTA POCO CONOCIDO
Para una parte importante de nuestra población la autonomía asturiana es un hecho reciente, más bien administrativo, que surge como consecuencia de la Constitución del 78 y la institución generalizada de las comunidades autónomas.
Sin embargo, la idea de una identidad fuertemente diferenciada cultural y políticamente viene de muy atrás. Podíamos remontarnos al Poema de Almería (mediados del XII) para observar cómo se apunta allí que llega a la batalla, singularizándonos, el «vivaz astur», «animoso para el combate»; o más atrás: en la construcción del muro de Adriano, junto a tropas de Hispani hay otras de Astures.
Pero vengamos a la articulación política específica. Como saben, en razón de diversas circunstancias dinásticas, en 1388 se establece el Principado de Asturies y, con él, la Xunta Xeneral del Principáu, organismo político con ciertas competencias, que perdura, y malvive, hasta la reorganización provincial de 1833. Su desaparición provoca alguna limitada protesta y la memoria de Caveda sobre su historia, Memoria histórica sobre la Junta General del Principado de Asturias.
Pero la conciencia de la singularidad cultural y política de nuestro país no desaparece. Fruto de ello, es la consideración de Asturies como uno de los trece estados de España en el proyecto de constitución federal de la I República. Fracasada esta, y en torno al fuerte movimiento regionalista y nacionalista que se agita durante las primeras décadas del veinte, surgen en Asturies algunos intentos —efímeros— de ese tipo, la Liga Pro-Asturias y la Junta Regionalista del Principado, así como varios manifiestos; al tiempo se crea también una, asimismo pasajera, Academia de la Lengua.
Pero, entre esas fechas, la de la primera República y los comienzos del XX, existe también una pujante conciencia autonomista, regionalista o nacionalista, como prefieran llamarla. Fruto de ello, son los constantes éxitos del republicanismo federal en sucesivas elecciones. Pongamos como ejemplo de esa pujanza la militancia en él de personajes tan destacados como Tomás Zarracina, Eladio Carreño, Pin de Pría o Félix Aramburu; añadamos que el primer alcalde de Xixón de la I República es federalista, lo mismo que lo es el de la segunda.
Quiero ahora señalar un momento menos conocido de esa voluntad autonómica. Lo traigo de tres textos periodísticos de finales del XIX: La Almudaina (Palma de Mallorca, 29/12/1897); La Autonomía. Diario republicano (Reus, 25/12/1897); Germinal, (Madrid, 24/12/1897). En ellos se recoge un manifiesto a favor de la autonomía regional, con una fuerte componente explícitamente obrerista. Se propone el impulso de las asociaciones obreras y, para ello, la creación de Bancos Públicos para su crédito, la expropiación de tierras sin cultivar y las que convenga; la enseñanza pública y gratuita y talleres de formación para obreros; el sometimiento «a la inspección de comisiones obreras de todos los talleres, fábricas y minas».
La Almudaina, sin dejar de señalar ese programa obrerista, se fija más en el aspecto jurídico y político, que establece como constitutivos de la autonomía («región autónoma y libre») los poderes legislativo (dividido en dos cámaras elegidas por sufragio universal), ejecutivo y judicial. Asimismo, señala los deberes y obligaciones con “la Nación” (España), con cuya Constitución no debe colisionar.
La Autonomía reproduce el comienzo del manifiesto, en que se refleja el estímulo que para muchas regiones españolas supuso la autonomía concedida a Cuba y Puerto Rico, en un intento frustrado de contener la independencia:
«Asturianos: la autonomía concedida a Cuba y Puerto Rico por el partido Liberal abre un nuevo campo a la vida interior y de relación de todas las Provincias españolas. […] ¿No está Asturias por lo menos en condiciones iguales de cultura y desarrollo que nuestra Antillas? ¿Acaso es la provincia de Asturias un pueblo en embrión?
La historia de nuestra provincia confirma las justas pretensiones que formulamos en este Manifiesto- Programa.
Indómitos los astures hostilizaron continuamente a las legiones romanas durante la dominación de la ciudad inmortal. En lucha tenaz vivieron contra los bárbaros. En Covadonga nació la unidad nacional. Y la provincia de Asturias fue la primera en declarar la guerra al gran Napoleón.
¿Nada nos dicen esta gloriosas páginas de nuestra historia?».
Y vienen después la demanda de autonomía y el programa.
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