Disparái sobre'l ciudadanu

(Ayer, en La Nueva España) L’APRECEDERU DISPARÁI SOBRE’L CIUDADANU La Unión Europea prepara una nueva normativa sobre bienestar animal. La idea central es que los animales, pollos, conejos, gochos, principalmente, estén más folgaos, ampliando el espacio destinado a su cría. Los granjeros ya han dado la voz de alarma y los medios se han hecho eco de ello con un titular generalizado: “El precio del pollo se puede triplicar para el año que viene”. Alguno ha sido más creativo y preciso: “El pollo se pondrá al precio de la ternera”. He preconizado aquí la importancia de nuestra incorporación a la Unión, y en los últimos tiempos hemos tenido importantísimas pruebas de ello: vacunas, fondos de recuperación, estabilidad monetaria… Pero desde el primer día, asimismo, he señalado que no pocas de las decisiones que se toman responden a puros prejuicios ideológicos, a discursos de grupos de presión, y no tienen en cuenta los efectos reales sobre la población. Muchas de esas decisiones, especialmente en la agricultura, obvian la realidad del sector o su diversidad territorial o económica. Y causan más perjuicio que el teórico “beneficio” que pretenden aportar Pero hay una cuestión aún más importante, de carácter más radical: el cuidado fundamental de la política son las personas, no los animales. Y ya está la vida bastante encarecida, con una inflación persistente en toda Europa, que va a seguir un tiempo, como para hacer más pobres a los ciudadanos y ponerlos en más dificultades. No crean que sólo los cráneos privilegiados de allí persiguen a los ciudadanos. Aquí lo hacen los ayuntamientos con las obras municipales, a veces innecesarias. Xixón, un carril bus, un año de obras en una avenida. Trece negocios han tenido que cerrar, la recaudación ha caído en todos más de la mitad, los clientes han disminuido, pues aproximarse en medio de la obra, las máquinas y el polvo es una verdadera molestia. ¡Pero qué sonrientes los ediles el día de la inauguración!

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