Xuan Xosé Sánchez Vicente: asturianista, profesor, político, escritor, poeta y ensayista. Articulista en la prensa asturiana, y tertuliano en los coloquios más democráticos. Biógrafo no autorizado de Abrilgüeyu
Sobra pero falta
(Ayer, en La Nueva España)
SOBRA PERO FALTA
No hagan más cábalas. Es la burocracia. Dirán ustedes: ¡si siempre sobra! Es como en aquel chiste en que el funcionario, después de mil vueltas, le decía al ciudadano que le faltaba la póliza redonda. “¡Pero si no existe!”, protestaba el ciudadano. “Pues por eso”, respondía el funcionario.Y es que impide o retrasa todo, incluso, cuando hay acuerdo entre fuerzas políticas contrarias. Miren, con relativo buen criterio, en Asturies se ha decidido impulsar una Ley de Proyectos Estratégicos, que, en palabras corrientes, pretende simplificar la burocracia, es decir, los requisitos y plazos para acelerar las inversiones de mucho monto y los proyectos de instalaciones importantes (una fábrica de automóviles, por ejemplo). Pues bien, la ley que pretende eliminar parte de la burocracia lleva en trámites desde el 6 de junio de 2022. La burocracia legislativa de la autonomía y la de nuestro Parlamento llevan dilatando su tramitación desde esa fecha. Es decir, que la ley para las prisas camina según el adagio latino atribuido a Augusto, “festina lente”, que, en romance, vendría a ser nuestro “nun correr, que ye peor”.
Pero hay otra burocracia que falta, concretamente la de la inspección de las realidades de lo que se llama “justicia social”. Miren, recientemente desde la Consejería de Ordenación del Territorio y Vivienda se ha informado de que existe un fraude notable en las viviendas sociales. Sobre una inspección limitada, se descubrieron un total de 100 viviendas en “uso fraudulento”: asaltadas, con usuario indebido, algunas “vacacionales”. Y, en total, los inquilinos tienen unos atrasos con la Administración -con nosotros- de 4,4 millones de euros. Seguramente, cuando se efectúen más inspecciones aparecerán más realidades de ese tipo. E igual en otros ámbitos.
Téngase en cuenta que esos dineros defraudados no salen del Gobierno, ni de los presupuestos, sino de quienes trabajan, empezando por el del salario mínimo y el mileurista. Y de sus horas de ocupación.
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