Privatizando la mar

(Ayer, en La Nueva España) PRIVATIZANDO LA MAR El lunes 2 de junio nos reunimos tres representantes de la asocición de pescadores deportivos Volver al Pedreru con el Director General de Pesca, don Francisco González. El motivo de la reunión, continuación de otras pasadas, era conocer la situación de la andarica y la del oriciu, prohibidas la pesca del decápodo a los ciudadanos de a pie y la recolección de este. Dicha recolección estuvo vedada para todo el mundo durante algunos años y se halla abierta ahora, con limitaciones, para los que se lucran con la venta de los arcinos. Convendría, seguramente, hacer memoria de los tiempos inmediatos: desde hace algo más de veinte años, lo que fue desde la prehistoria el acceso libre de los asturianos a un bien que no es de nadie, empezó a sufrir restricciones y prohibiciones progresivas. Todo empezó durante el reinado de don Vicente Alberto Álvarez Areces, quien, prácticamente, echó del pedreru a los pescadores de a pie e impuso restricciones absurdas a la pesca con caña. Numerosas y sucesivas manifestaciones, en las que nació nuestra asociación, hicieron revertir alguno de aquellos caprichos. Pero el principio y la filosofía eran las que, después, fueron imponiéndose poco a poco: el ciudadano de a pie no tiene derecho a acceder a los bienes de la mar: todo para quienes se lucran con su pesca o recolección. En la citada reunión con el Director General -siempre amable en el trato, hay que decirlo- no conseguimos ninguno de los objetivos que llevamos años persiguiendo, la reversión de algunas prohibiciones. Don Francisco argumenta con el peligro para las dos citadas especies, sin embargo sus argumentos son fácilmente rebatibles, máxime en los términos que nosotros proponíamos. En cuanto a los oricios, confiesa que la recuperación de la especie es magnífica -cosa que nosotros ya sabíamos- y que hay oriciu a esgaya, si bien es cierto que en menor medida en la zona intermareal. ¿Entonces por qué no pueden acceder a su recolección los ciudadanos pedestres, que lo harían, según nuestra propuesta, sin neopreno -esto es, moyándose y pasando frío-, en mareas muy limitadas, con una reducción del peso capturable y con una licencia ad hoc -para poder ejercer un control preciso-? La respuesta del Director, es que no se niega en rotundo, pero para el futuro, es decir, ad kalendas. Con la andarica ocurre lo mismo. Las capturas de quienes se lucran se mantienen estables en los últimos años. ¿Cuál es entonces la razón para que el caminante de pedreru no pueda capturar una o dos piezas -si da con ellas-? Aclaremos: quienes pescan en las zonas donde abunda el decápodo -fuera del período intermareal- lo hacen por docenas y con medios de captura masivos -les ñases-, los que andan con un palo entre piedras -donde no abunda la andarica- no pueden. ¿La razón? Los motivos del Gobiernu Asturianu -pues es él en último término el responsable- son seguramente complejos, pero hay uno que predomina: no enfrentarse con los profesionales, seguramente por razones políticas, pues la “competencia” con los aficionados de a pie es sin duda inexistente, salvo como pretexto. Y, aquí, sobre esa supuesta rivalidad o competencia, déjenme ser discreto y ahorrar datos y argumentos. Ahora bien, el centro de esta cuestión no es ninguno de los que se vienen exponiendo desde el Gobiernu ni ninguno de aquellos en que viene centrándose la discusión, sino otro: los seres vivos de la mar -peces, crustáceos- son bienes mostrencos, res nullius, y todos los asturianos tenemos derecho a ellos, como así ha sido desde tiempo inmemorial. Los gobiernos pueden regular el volumen de capturas y, sobre todo, su comercialización y establecer quién tiene derecho a realizarla y cómo. Pero establecer en la práctica como propietarios únicos de esos recursos a un grupo de personas, excluyendo al común de los ciudadanos, es, simplemente, la privatización de la mar, de los bienes de la mar, lo que, por cierto, ni siquiera el Génesis (1-263) se atrevió a hacer. Y un pronóstico pesimista. Es posible que para el año que viene se decrete con carácter general la veda para el pulpo, dada la disminución de sus capturas en Galicia y Asturies (algunos científicos culpan a la lluvia de su mengua en Galicia y a que los cefalópodos no producen cortisol ni otras hormonas esteroidales como la corticosterona o la cortisona, lo que los impide superar el estrés). Ya verán cómo, cuando se levante la veda, aprovecharán para prohibir para siempre la pesca del cefalópodo a los que recorremos a pie los pedreros armados con una vara cebada simplemente. Reescribiendo así el Génesis I-26 o, en palabras más llanas, dando una vuelta de tuerca a la privatización de la mar.

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