Güei, en La Nueva: "Confesemos: somos culpables"

(Trescribo, como davezu, dellos párrafos)

Si no desde las Cruzadas, como ellos dicen, sí, al menos, desde la desmembración del imperio otomano. Y, después, por haber creado el estado de Israel, y haberle dado armas para vencer a quienes lo atacaban. Responsables también por comprarles su petróleo, y por ir allí de vacaciones, contaminando de ese modo sus formas de vida. Lo somos, asimismo, por ser infieles y no someternos a la doctrina mahometana, por permitir a nuestras mujeres vivir de cualquier manera, por tener separada la ley de la religión.
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Es cierto que eso no explica muy bien por qué otros jóvenes, también de barrio, también en paro y sin esperanza, pero que no tienen la fe del islam, no se conducen de la misma manera. Acaso nos pudieran iluminar los jóvenes de la kale borroka en Euskadi: cuando a sus adoctrinadores no les interesa excitarlos desaparecen de las calles.
Pero son eso menudencias. Lo importante es que somos culpables. Y, sobre todo, no somos conscientes del dolor que les causamos cuando se ven obligados a matarnos, porque ellos seguramente no quieren hacerlo, pero los obliga a ello un irrefrenable sentido de deber justiciero por nuestras culpas y nuestros pecados.
Así que, para expiar nuestras culpas y evitarles ese dolor de tener que exterminarnos contra su voluntad, vayamos a una mortandad colectiva: ofrezcamos voluntariamente nuestros cuellos en la plaza pública a una degollina a fin de expiar nuestras culpas.
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