(Asoleyáu en La Nueva España del 25/04/17)
UNA CALLE DE BOAL
Viernes, 21 de
abril. Se inaugura en Boal una calle dedicada a Benjamín López González. En el
acto, que comienza a las tres de la tarde para que puedan estar presentes los
escolares, autoridades, familia, el escultor y pintor Favila, boaleses y otro
público.
Benjamín
López es un boalés que dedicó su vida a su trabajo de guarnicionero, a su
familia y a su vocación artística, de carácter autodidacta: dibujó, pintó,
modeló y escribió. Su obra poética y en verso fue recogida en verso en 1984 (el
autor murió en 1964). En el 2014 se publicó lo que pudiéramos llamar su obra
completa, bajo el título de Montañas de
la Costa Verde.
Aparte
de su significado intrínseco, el de honrar la memoria del autor, la
inauguración tiene otro más, el del acierto de que los pueblos honren la
memoria de sus vecinos dedicándoles sus vías o plazas. Es cierto que sería de
más sonadía dedicar la calle a una figura de ámbito español, Lope de Vega, por
ejemplo, o mundial, pongamos Einstein. Incluso se podría llegar, como en Xixón,
a la babayada de dedicar una calle a Carlos Marx. Pero, entre otras cosas, esos
otros hipotéticos personajes tienen otros muchos sitios donde se los recuerde
(incluido don Carlos) y Benjamín López, o cualquier otra figura local o
regional, no.
Es,
pues, el honrar la memoria de los nuestros un acto, a la par, de agradecimiento
y prudencia. Especialmente, en este caso.
Volvamos
a nuestro autor, cuya obra recomiendo, pues tiene gracia, acierto descriptivo y
soltura narrativa, y leamos unos versos de “Feria de Boal”: “Un home con un
rozón / llevoulo al hojalatero; / outro vey sacar úa mola / que inda ye sigue
dolendo, / lleva a quixada hinchada / amarrada c’ol pañuelo” […] ¡hay tanta
xente na plaza / que parece un formigueiro!
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