Güei, en La Nueva: "Trágala"

(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos)

Trágala

El intento de sacar los coches de las ciudades

13.06.2017 | 03:43
Trágala
Conocen ustedes de sobra el origen de la expresión, la canción que los liberales cantaban tras el alzamiento de Riego para chinchar al Rey felón y los absolutistas: "Trágala, perro, trágala ya (la Constitución)".
Pues bien, nuestro tiempo se ha convertido en una permanente sucesión de trágalas mediante los cuales un grupo de personas, no muy amplio en general pero con un especial predicamento o aura, impone sus caprichos, manías o preferencias al resto del mundo. Digamos que su prejuicio o tópico se convierte en ideología -discurso que se pretende totalizador para explicar o arreglar el mundo- y después se transforma en un trágala que se intenta imponer o se impone a los demás.
Uno de esos prejuicios es el que hace del coche la quintaesencia del mal y trata de vaciar de él las ciudades, convirtiendo a los ciudadanos en entusiastas usuarios del de San Fernando o en diarios practicantes de la caballería en biciclo. En Xixón acaba de tomar cuerpo municipal una manifestación de este prejuicio ideológico: se pretende que los vehículos automotores circulen a veinte por hora en tres zonas (centro, Laviada, La Arena). Naturalmente, las contrapartidas, aparte de la peatonalización, serían el transporte público y la bicicleta.
No ignoro que este discurso ni es privativo de Xixón ni de España; tampoco que es la propia DGT la que desde 2014 viene impulsando esta propuesta prejuiciosa a favor de la práctica inmovilización del vehículo privado.
Dejemos de lado un par de cuestiones no menores: la de la dificultad de circular a veinte por hora (hay que ir prácticamente en primera y mirando al cuentakilómetros de forma permanente) y el que, según los expertos, a esa velocidad se contamina más.
Vayamos al núcleo de la propuesta, su significado profundo. Se trata de construir una ciudad pensada para quien no trabaja, para quien ya está retirado o en paro, pero que, además, no tiene demasiados años. Para quienes tienen que desplazarse de un lado a otro con rapidez (no digo como Fernando Alonso cuando no tenía un motor Honda, no, digo, con rapidez) esa situación del tráfico es insufrible. Y la mezcla de falta de aparcamiento (o su existencia únicamente bajo la modalidad de pago) y de calles peatonales convierte en un tormento su trabajo para repartidores, reparadores o comerciales, que necesitan acercarse al punto de servicio con sus mercancías o su caja de herramientas.
Y no digamos nada de esa pretensión de que utilice del transporte público quien tiene que desplazarse por la ciudad para trabajar: es mucho más lento y provoca muchos lapsos de espera entre conexión y conexión. Pero, además, para las personas mayores o con dificultades de movimiento, esa ciudad, que parece ideada en el mismo ensueño de convivencia con que se diseñaron aquellos carteles que hicieron ganar a Felipe González las primeras elecciones, no los ayuda, pues necesitan ser transportados desde su portal hacia su destino y vueltos a él para poder tener la máxima movilidad.
¿Y qué decir de esa testonería de que todo el mundo caballeree en bicicleta para la vida ordinaria del trabajo, cuando pocos lo quieren? [..............................................................................................]

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