(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos)
O de madera serán
La incapacidad de los distintos partidos para lograr objetivos que satisfagan nuestras necesidades y su servilismo con Madrid
Xuan Xosé Sánchez Vicente 09.11.2018 | 01:24
La verdad es que no tienen mucho éxito. Piden que no se favorezca a Cataluña condonando deuda a la Generalitat o concediéndole una financiación extraordinaria y de nada vale su queja. Exigen la terminación de obras, por ejemplo, el soterramiento de Llangréu, el paso del tren por el Huerna, la nueva estación de Xixón y el plan de vías, y nada. Piden un nuevo modelo de financiación, reclaman una descarbonización más lenta, con la prórroga en servicio de las térmicas y el empleo energético del carbón, y tampoco. Pueden ustedes visitar la hemeroteca de LA NUEVA ESPAÑA de estos últimos meses y comprobarlo, y, de paso, ampliar la lista en que el silencio o el burlón "tomo nota" ha sido la respuesta del Ejecutivo central a sus colegas socialistas asturianos.
Respecto a las obras, no hace falta recordar, por otro lado, que muchas de ellas llevan décadas de atraso. En algunos casos, además, la burla o la mentira han sido de una notable procacidad. Tal cuando el señor Zapatero nos prometió eliminar el peaje del Huerna y cumplió su promesa trasladando el control a León. O cuando él mismo aseguró que el AVE llegaría a Asturies en 2009 o cuando, en la Feria de Muestras de este año, el subdelegado del Gobierno en León mintió diciendo que el Gobierno "estaba sopesando la rebaja del peaje del Huerna".
Ahora bien, no es lo peor que nadie les haga caso, y que, encima, toleren declaraciones que son una burla, lo peor de todo son las tragaderas con que después pasan por cualquier agravio, desaire o discriminación. Así, después de haber espatuxado todos, Gobierno asturiano, sindicatos, FSA, han acatado el rápido cierre de las térmicas y el golpe a toda la economía carbonera asturiana, incluido el transporte y los movimientos portuarios, con lo que ello supone en empleos, a cambio de lo de siempre, un plan de prejubilaciones, unos cursillos y unos fondos que no facilitarán el crear empleo pero servirán para ganar votos con algunas obras.
Ocurre otro tanto en el PP. Es cierto que, de la que están en la oposición, agitan, al igual que el PSOE, pancartas y proclamas, pero cuando gobiernan los suyos en Madrid guardan una tan servil postura sumisa como los socialistas. Y, en algunos casos, esa abyección los lleva al ridículo más extremo. Así, doña Mercedes pidiendo la oficialidad para el asturiano cuando el señor Cascos se lo ordenó para contrarrestar a don Sergio Marqués, y ahora ella y su partido cifrando su campaña y su honor en evitar la cooficialidad del asturiano, lengua que dicen amar y defender y que usan, por lo inaudito, solo en su retrete.
Mas no son únicamente los dos grandes partidos históricos aquellos a quienes nadie hace caso en sus casas matrices y los que permanecen sumisos a las órdenes que reciben de Madrid. Ahí tienen a Podemos e IU, con reclamaciones a sus conmilitones capitalinos para que modifiquen o atemperen su propuesta sobre el carbón y las térmicas o sobre los purines, sin que les hagan más caso que el que hace la farola al borracho cuando le pide que se aparte. Ciudadanos, que no se moja en muchas cuestiones, y que no gobierna aquí ni allí, y, por tanto, evita las contradicciones de los que sí lo hacen o han hecho, apoya y repite, sin embargo, todas las decisiones de Madrid a favor de rebajar la autonomía y recentralizar competencias y servicios.
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