Asoleyóse en La Nueva España, el 15/07/2019
L’APRECEDERU
ARGENTINA Y NOSOTROS
Es
de sobra conocido que Argentina fue un destino importantísimo para la
emigración asturiana a lo largo de casi dos siglos. Como en todas partes, hubo
emigrantes con un mediano pasar y otros, de éxito. Hoy en día mismo, hay allí
abundantes empresarios asturianos o de origen asturiano con buen rumbo en sus
negocios. Alguno de los del pasado ha entrado en el libro de la fama, como José
Menéndez Menéndez. Nacido en Miranda, Avilés, en 1846, emigró a América a los
14 años. Tiempo después desembarcó en la Patagonia, donde se enriqueció con la
cría y comercio de ganado y, más tarde, con todo tipo de negocios, entre otros,
el transporte naval. Esa actividad, poder y riqueza le dieron el sobrenombre de
“Rey de la Patagonia”. Al igual que muchos emigrantes, supo acordarse de su
localidad natal.
La
abundante colonia asturiana y la posición social de sus miembros convirtieron
el país andino en un importante foco de asturianidad: identidad y señardá obraron
de consuno para que tuviesen notable presencia en aquella tierra los rasgos
singulares de nuestra cultura, bien importándolos desde Asturies, bien
creándolos allí.
Los
bonaerenses El Heraldo de Asturias o
la revista Asturias lo ejemplifican.
Ambas publicaciones dieron a luz muchos textos en asturiano a lo largo de
décadas. En Argentina se estrena la primera zarzuela en asturiano, La foguera de Ventanielles, seis años antes
que aquí. Allí también se produce y edita la primera obra poética de
sensibilidad “moderna” en nuestra lengua, De
la mio Asturies.
Como
contrapartida, de vez en cuando desde Argentina nos llegan rasgos culturales
que se incorporan a nuestra identidad cultural o nuestro folklore, como,
específicamente en Asturies, la fiesta del Prau Llagüezos, su cordero a la
estaca y quién sabe si el propio arte coquinario. O, más generalmente, Gardel y
el tango, el Che y sus camisetas.
Y
es que, che, amor con amor se paga.
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