Xuan Xosé Sánchez Vicente: asturianista, profesor, político, escritor, poeta y ensayista. Articulista en la prensa asturiana, y tertuliano en los coloquios más democráticos. Biógrafo no autorizado de Abrilgüeyu
Bulnes, memoria y obstáculos
(Ayer, en La Nueva España)
BULNES, MEMORIA Y OBSTÁCULOS
Se acaba de conmemorar el vigésimo aniversario del funicular de Bulnes. Hasta su inauguración, habitantes y visitantes no tenían otro acceso que La Canal del Texu, una estrecha, dificultosa y empinada senda, intransitable muchos días de invierno; con las dificultades inherentes para atender enfermos y accidentados.
El proyecto, demandado durante mucho tiempo, fue puesto en marcha por el Gobierno de Sergio Marqués, siendo consejero de Obras Públicas Juan José Tielve. La obra fue inaugurada por Álvarez Areces.
Con motivo de ese aniversario, el Presidente, don Adrián Barbón, subió en el funicular a Bulnes, se felicitó y felicitó a los vecinos por la obra y oyó sus quejas. Cortésmente, recordó al entamador, Sergio Marqués, y al inaugurador, Álvarez Areces.
Lo que no quiso recordar don Adrián —y sí recuerda la crónica de LA NUEVA ESPAÑA y recordamos quienes, desde el principio, estuvimos a favor del proyecto, esto es, de los de Bulnes— es que tanto su partido como IU y el ecologismo en general se opusieron. ¿La razón? Para todos ellos, estaban antes los “derechos” de la naturaleza que los de los paisanos, cuyos trabajos y dificultades les importaban un rábano. No sé si habría llegado a tanto, pero José Antonio Pérez Prieto recuerda en carta a este periódico que Areces “si hubiera podido, habría tapiado dicho túnel”.
Curiosamente, para una gran parte del ecologismo y de la izquierda la naturaleza es hoy una especie de diosa sagrada cuyos derechos son absolutos y están encima de los derechos de los humanos. Así se explica que se negase a los ciudadanos de Bulnes el derecho a acceder a su localidad o salir de ella sin peligro o a llevar mercancías sin una dificultad excesiva.
“Los obstáculos tradicionales que se oponen el progreso”, ese era el marbete que recaía sobre la derecha en el siglo XIX. Hoy parecen haberse apropiado de él, como razón de su ser, otros.
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