Mexando fuera la pota

(Ayer, en La Nueva España) MEXANDO FUERA LA POTA Lo de las renovables, epígrafe molinos de viento, ya saben cómo va: hemos entrado en la religión de la eliminación ipsofáctica del carbón (frente a Alemania, por ejemplo), de la liquidación de presas y de las nucleares. Pocas opciones nos quedan para la sustitución de esas fuentes energéticas: la solar y la eólica (el hidrógeno verde, por cierto, que es una fuente secundaria, está más verde que su nombre). Ahora bien, ambas opciones se encuentran en la práctica con múltiples resistencias, con argumentos en contra medioambientales, paisajísticos, animalísticos y los de los vecinos donde esas fuentes podrían instalarse: todo el mundo dice estar de acuerdo con las energías limpias, pero nadie las quiere cerca ni a la vista: “non na mio quintana” es la realidad de las conductas. Las instalaciones industriales para producir energía abundante sin emisión directa de CO2 en Asturies requieren de empresas capaces de poner en marcha muchos proyectos de mucha potencia generatriz y, por nuestras condiciones, en tierra han de ser fundamentalmente aerogeneradores. Es decir, se necesita capital y sitio donde ubicarlos. Ahora bien, llegados aquí, con la iglesia hemos dado. Los proyectos han de someterse a una doble autorización del Gobierno asturiano (Industria y Urbanismo, regidas por el PSOE e IU) y otra de los ayuntamientos. En cada uno de los tramos han de sufrir el escrutinio de que cumplen los requisitos adecuados (medioambientales, entre otros) y los prejuicios ideológicos o de distinto tipo de los escrutadores. Pero, además, han de enfrentarse a un mal endémico: la lentitud de la Administración en resolver los expedientes. Lo habitual es que un proyecto duerma en los “vuelva usted mañana” dos o tres años. Lo que ello significa de pérdida de impulso, cabreos, dinero y empleo pueden ustedes calcularlo. Pues bien, las empresas que tienen en no-marcha proyectos eólicos en Asturies han pedido al Gobierno celeridad, no dinero, celeridad. Y he aquí que IU, que enseñorea la consejería de Cohesión Territorial, Urbanismo y otros, ha corrido a protestar contra esas declaraciones. Plasmen: “Piden agilizar los plazos solo para sacar beneficios”. Y a esa petición de que la Administración sea una administración y no una cárcel de proyectos e inversiones responden: “Al Principado no se le puede hostigar (con leísmo)”. Es cierto que reconocen que ese intentar sacar beneficios “es algo legítimo”, pero no es esa la cuestión. ¿Creen ustedes que eso son formas y lenguaje? ¿Olvidan que son parte de un Gobierno y una Administración, es decir, que son gerentes y empresarios al mismo tiempo? ¿Qué pensarán quienes tienen que negociar con ellos? ¿Verán alguna seriedad o peso en quien así se expresa? ¿Confiarán en su capacidad y seriedad? ¿En que cumplan sus hipotéticos acuerdos? ¿Y el inversor de fuera o el que esté pensando en otro tipo de proyectos se animará a acercarse siquiera a Asturies? Esto rapazos discurren como si estuviesen en el chigre o una asamblea de IU, y no lo están, son otra cosa muy distinta: manejan el dinero y el empleo de los asturianos, y, al margen de lo que se piense por el gobernante, ello requiere de otros discursos y otras formas. No saben dónde están, no han madurado. En otro orden de cosas, me han llamado la atención unas palabras del Arzobispo, el señor Jesús Sanz Montes, en la misa de Navidad en la catedral, en San Salvador. Nunca se me ocurriría decir nada sobre la críticas implacables que al Arzobispo realiza contra las leyes relativas a algunas materias que chocan con la doctrina de la Iglesia. Lo ampara la libertad de expresión y lo exige su ministerio. Pero dedicar durante un acto litúrgico unas palabras para criticar “la mediocridad que nos gobierna” constituye una conducta impropia. Y no es que yo no esté de acuerdo con él, sino que me parecen totalmente inadecuadas esas palabras en ese momento de su oficio y en ese lugar. Son mas propias de una tertulia televisiva o, si los frecuentase, de un chigre. Don Jesús tampoco acierta en la dirección del chorro (verbal, por supuesto).

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