Xuan Xosé Sánchez Vicente: asturianista, profesor, político, escritor, poeta y ensayista. Articulista en la prensa asturiana, y tertuliano en los coloquios más democráticos. Biógrafo no autorizado de Abrilgüeyu
Legislando con las témporas,
(Ayer, en La Nueva España)
LEGISLANDO CON LAS TÉMPORAS
Una nueva ley de nuestro gobierno y un nuevo disparate. Les copio un titular, benevolente, de un periódico adicto: “Un error de Igualdad facilita desde este jueves el despido de quien pida o tenga adaptación de jornada”.
Otra vez el Ministerio de Igualdad legislando. Y otra vez víctimas del fuego amigo. La ley de Paridad (Ley Orgánica (2/2024) de uno de agosto (dense cuenta en el número de leyes aprobadas este año por el Parlamento en tramitación normal, cinco) “olvida” la protección que leyes anteriores establecían para los trabajadores que soliciten o disfruten de una adaptación de jornada para conciliar y cuidar a los hijos, de modo que, a partir de la entrada en vigor del texto legislativo, el 22 de agosto, la Ley facilita el despido de quien pida o tenga adaptación de jornada por esas causas.
Naturalmente, el Gobierno ha corrido a predicar que mandará vigilar para que no se produzcan estos despidos discriminatorios y que en la primera ley que apruebe el Parlamento se subsanará el error, sin duda al modo en que legisla este Gobierno, mezclando en el mismo texto legislativo churras con merinas, es decir, al estilo de aquella cuarteta del comercio riosellano que Baroja y Cela citan: “Tengo cochura muy buena, / comedme sin regodeos / porque soy pura canela. / También se venden fideos”.
La capacidad legislativa de este Gobierno es francamente memorable e invita a compunción (si no a risa) a cualquier persona sensible. ¿Tienen presente ustedes la Ley del Sí es Sí? ¿A cuantos agresores sexuales les rebajó la pena? ¿Cómo el Ejecutivo tuvo que pedir socorro al PP, para iguar el desaguisado, puesto que sus socios y redactores iniciales no querían hacerlo? ¿Siguen ustedes los disparates que provoca la Ley Trans? ¿Cuántas mujeres descubren de pronto que su agresor se ha convertido en mujer para reducir o evitar penas? ¿Cuántos funcionarios o policías han cambiado de inscripción registral para obtener ventajas que la legislación reserva a la mujeres (¿y alguna vez hablaremos de la injusticia de la desigualdad legislativa?)?
¿Existe un problema con estas leyes? No, pese a toda la evidencia son perfectas, dicen sus impulsores, lo que pasa es que hay defraudadores y jueces incalificables que ayudan a esas interpretaciones torticeras de la ley. Y, sin son ustedes muy de la iglesia, no piensen en que el mal reside únicamente en las minorías que acompañan al Gobierno, que son, por lo general, las impulsoras o redactores de estas normas. Es el Gobierno en su conjunto, empezando por su mascarón de proa, don Sánchez, quien las apoya y firma.
Podría parecer que la reacción ante las consecuencias negativas de las leyes -que se niegan a retocar, pues son perfectas, según ellos- es semejante a la de los niños que tiran una piedra, rompen un cristal y echan la culpa a la piedra (o al cristal, por estar ahí). Pero no es solo infantilismo, lo que guía esa inacción y ese discurso, hay en ello mucho de sinvergonzonería disfrazada de ideologia.
Quien conoce un poco la Administración sabe que todas esas leyes han de ser informadas por el cuerpo jurídico del Estado. ¿No se lo consulta? ¿Se pasan los informes por la entrepierna o entrepierno? ¿O es que, acaso, el nivel profesional de los funcionarios correspondientes ha descendido a niveles de inopia? ¿Ustedes qué creen?
Bueno y si en tu casa cuecen fabes, en la mía… He aquí que, en interpretación de una normativa europea (desde nuestra entrada en la UE vengo señalando que, junto a lo bueno, hay una manía de entrometerse hasta en muchas cosas que son impertinentes o que no tienen en cuenta los diversas circunstancias de cada Estado), el Gobiernu decide mandar cartas de despido a cientos de interinos. Dos semanas después rectifica.
¿Alguien ha pensado en la angustia de esas personas y sus familias? Y otra vez las mismas preguntas: ¿Han consultado con los juristas correspondientes? ¿No se los consulta? ¿Se pasan los informes por la entrepierna o entrepierno? ¿O es que, acaso, el nivel profesional de los funcionarios correspondientes ha descendido a niveles de inopia? ¿Ustedes qué creen?
P.S. Se me aparece sobre el teclado mi trasgu particular, Abrilgüeyu. Su sonrisa dilata aún más su bocona. ¿Te acuerdas -me dice- que de pequeño siempre te corregían porque confundías las témporas con el…?
Y, sin más, se va. Se ve que, como estos legisladores a la violeta, no quiere enfrentarse a la responsabilidad de sus palabras.
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