Compromisos y Programa Electoral



El problema asturiano no es la crisis, sino "Asturies": cuando España va bien, Asturies va regular; cuando mal, nosotros peor. Nuestro problema no es solo coyuntural, sino político, estructural y social.

Las fuerzas políticas centralistas no solo son palafreneras de Madrid -y en esa medida atienden a los demás, antes que a nosotros: Cataluña, Andalucía, Valencia, Galicia…-, sino que desconocen, por vocación e incapacidad, la realidad asturiana. En Asturies, además, se ha consolidado una estructura de poder y «mamoneo» que se ha apropiado de la administración, el empleo y la riqueza en beneficio de unas pocas organizaciones (sociales, políticas) y de sus adláteres, convirtiendo el más pequeño de los empleos temporales o de los servicios en un «favor» que hay que agradecer a quien te lo da o temer enfrentarte con él por si no te lo da.

Y, para terminar de describir muy sucintamente este panorama, es conveniente subrayar que los políticos asturianos no están muy interesados ni en la realidad ni en el mundo del trabajo y de la creación de riqueza, sino en el mundo de la imagen coyuntural y de las políticas de fantasía que dan votos.

Un recordatorio final y una reflexión con respecto a los comerciantes y autónomos. Recordar que, por iniciativa nuestra, en Asturies se produjo la primera rebaja del IAE de toda España (en el 40% del tramo autonómico), y que por iniciativa nuestra se presentó la primera ley de toda España para igualar o acercar los autónomos al Régimen General de la Seguridad Social, ley que no apoyaron las demás fuerzas políticas (años 1997, 1998).

La reflexión: A quienes hasta ahora han venido sosteniendo políticas contrarias a la creación de riqueza, al empleo, a los ciudadanos; a quienes hasta ahora someten sus actuaciones a las órdenes de sus señoritos de Madrid, no hay que pedirles nada: echarlos, simplemente, a la calle. ¡Nunca van a cambiar!

Y no olvidemos una cosa: si quienes lo hacen mal lustro tras lustro y década tras década ven premiadas siempre sus actuaciones con el voto en las urnas, ¿por qué habrían de cambiar? Si un establecimiento nos trata a baquetazos y nos da un servicio caro y defectuoso y volvemos a entrar, ¿no pensarán los dueños que es eso precisamente lo que nos gusta? En otras palabras: parte de lo que nos pasa no es culpa del consejo de administración de la empresa (los políticos), sino de la junta general de accionistas, que, una y otra vez, y a pesar del desastre de gestión y de perjudicar los intereses de todos, vuelve a reiterar la confianza en el mismo consejo de administración y en las mismas onerosas y desastrosas políticas.



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