SOLEDAD E IDENTIDAD EN ASTURIES
Melancolía
es la palabra habitual castellana para designar la “tristeza vaga, profunda,
sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no
encuentre el que la padece gusto ni diversión en ninguna cosa”, según la
Academia castellana. Su procedencia es culta, tanto por su etimología, (del
griego mélanos, ´negro`; y kolós, bilis), como por su origen
cultural y conceptual: melancolía
proviene de la antigua teoría médica de los humores, como constituyentes
fundamentales del cuerpo humano, su salud y su equilibrio psíquico.
El asturiano murnia (probablemente de un onomatopéyico murr, para designar el enfado) es un sinónimo popular asturiano. Existe
otro, objeto central de nuestro comentario, de una profunda significación
antropológica: es señardá (su
adjetivo es señardosu, a, o, ´que
tiene o padece señardá`; ´que la provoca`).
El étimo de señardá es el latín singularitate
(´soledad`, ´aislamiento`). El significado básico de la palabra es la expresión
de la toma de conciencia psíquica de que uno ha perdido los amarres emocionales
con los suyos o con su tierra, de que uno está aislado de su grupo, sus raíces
físicas o de alguna persona que constituía su “otredad” más sustancial; de que
uno ha quedado alienado der su verdadero “yo”, por dejar de ser “otro” y pasar
a ser sólo mismidad. Nace de ahí la conciencia de la soledad, la extrañeza por
ella y el dolor (o insatisfacción) por la misma, los tres componentes
emocionales básicos de lo que denominamos señardá
o melancolía. Esa extrañeza (estrañedá es un sinónimo, poco frecuente, de señardá) se produce por separación en el espacio de uno mismo o de
los otros (la señardá es el
movimiento anímico central de la emigración), o bien por la separación o
desaparición en el tiempo de las cosas o de los seres (se tiene señardá de los muertos, pero también de
los objetos o costumbres del pasado).
El gallego posee expresiones muy semejantes: señardade, como el asturiano,
soedade y saudade (una variante
ésta de la anterior, aunque mucho más conocida), todas ellas provenientes de la
misma idea (lat. singularitate; lat. solitate).
Como se ve, pues, mientras la palabra castellana y su concepción
cultural provienen de una experiencia teórica culta (y meramente hipotética,
irreal), la palabra asturiana y la gallega manifiestan su arborescimiento en
concretas situaciones vitales. Es señardá
(y su sinónimo, estrañedá),
ciertamente, una palabra muy enraizada con la emigración y el distanciamiento
físico. Pero, siendo éste su cañón
más notable, quizás no sea su raigón.
Con seguridad, la palabra ha de surgir en la sensibilidad de un pueblo de vaqueiros y pastores que pasan gran
parte del año en les brañes y puertos, en la inmensa soledad de la
naturaleza durante muchos meses. Ahí es donde debió tomar cuerpo primeramente
la formulación de la “singularidad” como análisis y expresión de esa percepción
de extrañamiento de la sociedad humana y de las cosas de diario, y del vago sentimiento
de tristeza que la acompaña.
Es seguramente en esa sociedad (la misma que da el nombre de teitu, por metonimia, a la casa o
refugio que permite cubrirse del ominoso y omnipresente cielo: humanización
frente a naturaleza), donde debieron fraguarse los primeros análisis
introspectivos que cristalizaron en nuestro singularitate>
señardá.
En otro orden de cosas, cabe señalar el desarrollo de una acepción
ulterior: señardá, ´parecido o
semejanza física con un antepasado o familiar`. Aunque podría hacerse otra, sin
duda la explicación más probable es de tipo metafísico/poético: el cuerpo o la
faz aspiran a repetir los rasgos de los antepasados, a encajarse en su molde, “tienen señardá de ellos”. ¿Quién no recuerda, a propósito, aquel feciste nos ad te et inquietum est cor nostrum donec requiescat in te,
con que Agustín de Hipona señalaba la soledad y ansiedad del hombre (su señardá) hasta volver a su
destino/origen, Dios; suposición, por cierto, tan idéntica al mito platónico
(expresado en el Banquete) del amor
como la separación de un solo ser originario en dos mitades que se buscan señardosas y angustiadas hasta volver a
unirse (que es, precisamente, la última de las acepciones del término señardá: el dolor por la carencia de
lejanos e inalcanzables bienes a que se opta en el futuro)?
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