En la patria de Chamberlain y en otras

(Ayer, en La Nueva España) EN LA PATRIA DE CHAMBERLAIN Y EN OTRAS En el reciente conflicto en torno a Ucrania hay una serie de posturas que podríamos calificar como situadas “en la patria de Chamberlain”. Neville Chamberlain, primer ministro de Gran Bretaña, pactó con Hitler en 1938, tras la anexión de Austria, que este ocuparía una franja de Checoslovaquia de habla alemana, los Sudetes, sin que hubiese reacción por parte de las democracias. Chamberlain regresó a su tierra al grito de “Peace in our days”, pensando que con aquel apaciguamiento se calmaría el hambre del monstruo. Ya saben lo que pasó a continuación: invasión de Polonia, II Guerra Mundial. Conocen también las palabras de Churchill: “Os dieron a elegir entre el deshonor la guerra; elegisteis el deshonor y tendrás la guerra”. No pienso yo, en principio, que estemos ante una situación de conflicto semejante, pero sí ante una respuesta chamberlainiana por parte de muchas personas y grupos: ante la amenaza o actos de fuerza de la otra parte, de Rusia en este caso, conviene no hacer frente con ningún tipo de medidas, ni de exhibición de fuerza, aunque no se utilice ni se piense utilizar, ni de sanciones económicas: dialogar, “desescalar”, apaciguar. Se dio una reacción semejante a finales de los setenta con la llamada “Crisis de los misiles” y la “Doble decisión”. La URSS instala en los bordes de las democracias unos nuevos misiles nucleares de largo alcance, los SS-20. En respuesta, la OTAN anunció que instalaría los Pershing-II y los Gryphon. Contra la irrupción de las nuevas armas rusas no hubo en Occidente ninguna manifestación; la alarma, el griterío y las protestas siguieron a la respuesta de la OTAN. Y en esto sí que son semejantes la crisis de los 70 y las reacciones actuales. Rusia invade Crimea y se apodera de ella en 2014; infiltra mercenarios prorrusos en Dombass y Lugansk, es decir, entra en guerra. Ni una protesta en occidente. Instala cien mil hombres, tanques y aviones en la frontera con Ucrania. Ni una palabra. Ningún “No a la guerra”: Ahora bien, cuando la OTAN amaga con algún movimiento o los países occidentales anuncian medidas drásticas de tipo económico si se produce la invasión de Ucrania, las tripas de las democracias se revuelven y aparecen los “apaciguadores”. En el fondo, hay aquí, como hubo en el pasado, algo más que un pacifismo tuerto o ciego, existe también una doble emocionalidad y discurso: simpatías hacia la URSS y el comunismo, antipatía hacia el Occidente democrático, especialmente contra EEUU y la OTAN. “La OTAN, acaba de decir, por ejemplo, Pablo Iglesias, son los intereses de EEUU”. Es difícil pronunciar mentira mayor: la OTAN es el paraguas del occidente europeo que sostiene EEUU; son los países europeos quienes llevarían los daños mayores en caso de un conflicto. Es esa una vieja tradición, la de los comunistas o paracomunistas sosteniendo a la URSS. Así, los partidos occidentales de esa filiación aplaudiendo el pacto Hitler-Stalin, que a otros izquierdistas y demócratas revolvió las tripas. O sosteniendo aquella cosa tan graciosa de que el Muro de Berlín se levantó para impedir que, puesto que se vivía tan bien allí, los alemanes occidentales se pasasen en masa a la RDA. Yo sé que se arguyen razones, considerables, y no solo desde la izquierda, para tener en cuenta el malestar de Rusia si se instalasen tropas de la OTAN en Ucrania, y si esta entrase en la OTAN; no ignoro tampoco que Rusia siente a Ucrania como parte de sí históricamente (matanzas y hambrunas aparte). Pero vengamos a los datos de hoy. ¿Es la Rusia de Putin una democracia ejemplar? ¿Se prohíben allí organizaciones incómodas para el Régimen? ¿Se encierra a los opositores sin razón y motivo? ¿Desaparece alguno o se lo envenena? Por el contrario, ¿ocurre eso en las democracias occidentales? Entonces, ¿por qué esa querencia? ¿Han invadido Occidente, Ucrania o la OTAN alguna parte de la URSS? ¿Lo ha hecho la URSS en Ucrania hace siete años? ¿Amenazan Occidente o Ucrania a la URSS con miles de tropas y armamento en sus fronteros? ¿Ocurre al revés? Respecto a las peticiones putinistas de que la OTAN se retire a las fronteras anteriores a la crisis del Pacto de Varsovia y la disolución de la URSS, cabe considerar la cualidad de aquellas fronteras: es el territorio que la URSS había ocupado con motivo de la lucha contra Hitler y donde había impuesto su dictadura a través de gobiernos títeres. ¿Es ello razonable? Más aún, con respecto a la candidatura de Ucrania para entrar en la OTAN, seguramente discutible por razones de prudencia, ahí tienen a ERC negándose a suscribir el manifiesto equidistante y apaciguador de Podemos y otros “contra la guerra”. La formación catalana, tras un análisis histórico de la relación entre dos naciones y críticas a la política de confrontación, afirmaba que “todo ello no puede justificar la política de Putin de coacciones con amenazas militares y ataques híbridos a la soberanía de Ucrania, un estado soberano con todo el derecho a decidir qué alianzas estratégicas prefiere priorizar” (un argumento este último utilizado, sin duda, “pro domo sua”, pensando en su casa). Y ahora, con la mano en el corazón, cada uno de ustedes. ¿Quién piensa que Ucrania o la OTAN son capaces o están dispuestas a atacar a Rusia y a ocupar algún territorio suyo? ¿Y que Rusia sí es capaz de invadir Ucrania y apropiarse de, al menos, algún nuevo pedazo de ella? Entonces, ¿qué significa la equidistancia, o, peor, la simpatía hacia Rusia y Putin?

No hay comentarios: