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Un mesaxe positivu (y realista)

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Ye la primer que lo fago, el remitir un de los munchos mensaxes qu'esñalopien pela plaza pública, pero creo que merez la pena.

Me ha encantado este mensaje, es de los que leeré más de una vez….


Siempre positivo!, Nunca negativo !

Las ruedas de la vida

El hijo que muchas veces no limpia su cuarto y se la pasa viendo televisión, significa que...
Está en casa!


El
desorden que tengo que limpiar después de una fiesta,
Significa que...

Estuvimos rodeados de familiares o amigos!


Las ropas que están apretadas,
Significa que...

Tengo más que suficiente para comer!


El trabajo que tengo en limpiar la casa,
Significa que...

Tengo una casa!


Las quejas que escucho acerca del gobierno,
Significa que...

Tengo libertad de expresión!

No encuentro estacionamiento,
Significa que...

Tengo coche!


Los ruidos de la ciudad,
Significa que...

Puedo oír!


El cansancio al final del día,
Significa que...

Puedo trabajar!


El despertador que me despierta todas las mañanas,
Significa que...

Estoy vivo!


Finalmente por los mensajes que recibo,
Significa que...

Tengo amigos pensando en mí!

CUANDO PIENSES QUE EN LA VIDA TE VA MAL...
LEE OTRA VEZ ESTE MENSAJE

  

¡A ver si vamos pa enriba!

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Trescribo equí esti artículu de Xosé Luis Barreiro Rivas, asoleyáu en La Voz de Galicia del 26/01/13. Suscríbolu dafechu, ye más, coincide coles idees sopelexaes en dalgunos de los ensiertos que tengo publicaos equí va poco.

Aprovecho a decilo güei, además, que cumplo años.

Contra la flagelación innecesaria 

(Escontra la flaxelación)


Entre las derivas más perniciosas que genera la crisis hay que tener muy presente la epidemia de autoodio que los españoles estamos padeciendo, y cuyas manifestaciones empiezan siempre por la frase «este país». «Este país» es un asco, es de opereta, está lleno de corruptos y ladrones, tiene los peores políticos del mundo, gasta en lo que no debe y recorta donde más daño nos hace. «Este país» está lleno de malas universidades y escuelas, de obispos trogloditas, de jueces franquistas y de banqueros especuladores y defraudadores. La gente de «este país» defrauda a Hacienda, elude el IVA, trampea con el paro y malvive de subvenciones. «Este país» tiene demasiados políticos a los que les paga demasiado, para que gobiernen demasiadas instituciones. «Este país» les llama empresarios a los explotadores que disfrutan con los despidos y los pelotazos, y tiene por sindicalistas a burócratas liantes que no quieren trabajar. Y todo sería una podredumbre si no fuese por la Roja, por Fernando Alonso, por las tertulias de la radio -que siempre fustigan a «este país»-, y por los parados, los que fracasan en la escuela y en los negocios, los desahuciados y los que rompen su matrimonio de manera más prematura, que constituyen la única reserva de valores, esfuerzo, valentía y honradez que nos queda.

A veces olvidamos que Bush era titulado por Harvard, que varios ministros alemanes copiaron su tesis doctoral, que un hijo de Gadafi logró su doctorado en la London School of Economics por la módica donación de 300.000 euros. Tampoco recordamos que Italia está dominada por la Mafia; que el paraíso de las fortunas negras es Suiza; que los negocios especulativos -algunos de la peor calaña- sostienen la City londinense; que Francia e Inglaterra mezclan peligrosamente la guerra con los negocios, y que Alemania necesitará varios siglos para dejar atrás la inmoralidad y el dolor que extendió por el mundo. De Rusia y de China es mejor ni hablar, y de Estados Unidos conviene, cuando menos, no hacer idealizaciones. Y por eso creo que, aunque no es malo ser autocríticos, no tiene sentido esta dura autoflagelación que nos estamos propinando, no solo como país -uno de los más interesantes, cultos y ricos del mundo-, sino también como ciudadanos, miembros de una de las sociedades más sanas, en términos físicos y morales, de la Tierra.

Como ya decían los estoicos, in medio est virtus. Y el hecho de pasarnos en la autocrítica empieza a sonar a un indecente suicidio colectivo que carece de racionalidad y sentido. En medio de la crisis y el desastre innegables, España sigue siendo un gran país y un gran pueblo. Y si no vemos dentro los ejemplos e incentivos que nos ayuden a salir de esta, tampoco los vamos a encontrar fuera. Porque, como decía san Agustín, la verdad siempre habita dentro.

¿Van les coses meyor de lo que pensamos?

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Equí tenemos una opinión sobre ello, la de Kevin Gardiner, un pesu pesáu de Barklays. Defende qu'España nun ta tan mal como pensamos, sinón, más bien, bien; que van volver pronto los inversores, que nun se va necesitar el rescate; que les cuentes del Reinu d'España van meyor qu'otres de la eurozona. Asoléyalo'l Confidencial.com de güei, y pueden velo nesti enllace: Un paparaín d'optimismu.

¡Venga, un paparáu d'optimismu pa Navidaes y fin d'añu!