En La Nueva España: Contra la intolerancia

(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos.)

Contra la intolerancia

El progresivo aumento de los actos de censura

16.03.2017 | 03:48
Contra la intolerancia
En 1559, siendo inquisidor general nuestro Valdés Salas, se prohibió el Lazarillo. En 1573, expurgado en algunos episodios pero manteniendo los capítulos relativos al cura miserable de Maqueda y al lujurioso de Toledo, se vuelve a permitir su circulación. 

Asistimos a un progresivo aumento de la intolerancia. No hay mes o semana en que alguna asociación o grupo no exija la censura de alguna actividad, manifestación o publicidad y, lo que es bastante asombroso, lo consiga al solo conjuro de sus palabras. 

Hay de todo: protestas contra carteles que se estiman como "antifeministas o machistas", ya por la presencia de imágenes que se consideran de una cierta sensualidad, ya porque la forma de representar a la mujer en ellos la liga demasiado a actividades que se consideran excesivamente tradicionales, y por ende, resultarían ofensivos para ellas; así el cartel inicialmente ganador del Día Internacional de la Mujer, que el mismo Ayuntamiento que lo eligió, el de Avilés, anuló. El caso más sorprendente es el del cartel de la empresa de reprografía Cubiella de Xixón. Un cartel realizado por una mujer artista, cuya efigie es una dama atlética vista de espaldas, recibió el requerimiento del Instituto Asturiano de la Mujer para que se retirase, por ser obsceno. Anotemos que la imagen llevaba más de veinte años sirviendo de reclamo de la empresa, sin que nadie viese en él ninguna inmoralidad. Pero, de pronto, algunos ojos prestos al escándalo acuden a la denuncia y el citado Instituto corre a ejercitar la censura (ya avisa el refrán que no es conveniente dotar a según quién de rabo y holganza, para que no se ocupe en tareas vanas). 

El de las instituciones de la mujer y de los grupos de féminas parece un volcán en plena actividad para presentar denuncias per uquiera y con cualquier motivo. Así la Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas de Asturias ha conseguido que se anulase un concurso de piropos en Piloña, aunque no en Salas. La argumentación, siempre la misma. 

En otros casos, las protestas las realizan otro tipo de asociaciones, que también vejadas se consideran y por ofendidas se tienen. Así, contra el último anuncio de la lotería de Navidad levantaron sus voces nada menos que la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados y la Confederación Española de Organizaciones de Mayores. 

En ciertas ocasiones la censura tiene un carácter más grave, ya porque se una a la presión física, la coacción o la imposición, o porque conlleve consecuencias graves para los censurados o acosados. Así podemos señalar el boicot que asociaciones de amigos de Palestina han impuesto hacia grupos musicales, mercancías o empresas de Israel, incluso a las empresas que negocien con otras de ese país. Claramente ilegales, autoritarias y sectarias, estas posturas han sido adoptadas por ayuntamientos como el de Avilés, Langreo o Xixón, tanto por representantes de izquierdas como de derechas. La exclusión del futbolista ucraniano Zozulya del Rayo Vallecano por la presión y amenazas de un grupo de ultras forma parte también de esos actos de censura que entrañan mucha gravedad. 

Caracteriza a todos estos actos de anatematización el que sea un grupo pequeño de personas el que pretenda imponer su visión monolítica del mundo a los demás, olvidando aquel hamletiano "Hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que pueda soñar tu pobre filosofía". Por ejemplo, ¿tienen la misma visión de lo que es machismo o feminismo todas la mujeres -incluidas las trabajadoras y las profesionales- que las que dicen ser la conciencia del feminismo? La respuesta es no. A no ser que se entienda que quienes no participen de ese discurso sean no-mujeres, o no mujeres-plenas, o mujeres alienadas. 

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