Güei, en LNE: Impotencia (a propósitu del debate na Xunta Xeneral)

(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos)



Impotencia

El discurso de la incapacidad para abordar los problemas de Asturias en el debate político

26.10.2018 | 01:25
Impotencia
Es la impresión que produce el debate de política general celebrado estos días en nuestro Parlamento, el parámetro subyacente al discurso del Presidente: esto es lo que hay, y otro no podemos hacer. En el fondo, es un discurso realista. Sobre todas aquellas cosas que no están comprendidas en nuestras competencias y amparadas por nuestra financiación, nada podemos hacer. Nada sobre la decisión de Alcoa de cerrar sus plantas. Nada sobre acelerar la conclusión de las grandes obras o solventar problemas nuevos: Huerna ferroviario, conexiones del Noroeste, cierre de térmicas, precio de la energía, término de la extracción de carbón, soterramiento de Llangréu, plan de vías de Xixón, ferrocarriles de cercanías?
Esa impotencia es doble. La evidente: sobre lo que queda fuera de nuestro gobierno y competencia no tenemos capacidad de actuar, por más que suceda en nuestro país o debiera suceder en él. La segunda: por más que el Gobierno y los partidos políticos protesten, espatuxen o llamen en su auxilio a los hermanos mayores de Madrid, ni caso. "Yá t'oyí, navaya", le dicen en Madrid a don Javier Fernández cuando reclama urgencia en las obras o calma en la descarbonización. Lo mismo le decían los suyos (supongo que en bable no oficializado) a doña Mercedes cuando aún no habían sido desalojados de La Moncloa. Y otro tanto escuchan IU o Podemos de sus tutores de Madrid cuando reclaman otros planes o ritmos para Asturies en ese tipo de materias: como si no existiesen, como si en el transcurso hacia Madrid, demandas y súplicas, al igual que se decía antes de la sidra, se degradasen al pasar el Payares.
Naturalmente la oposición, mientras lo es, acusa del incumplimiento de todos estos imposibles al Gobierno, pero no hay más que ver lo vacío de sus propuestas o lo inconcreto de sus demandas para ver que no son más que retórica destinada a ocultar, asimismo, la impotencia general de nuestra sociedad para solventar los problemas que no dependen de nosotros y la propia impotencia o incapacidad de esos partidos; a veces ni siquiera para plantear soluciones, sino, simplemente, para entender el mundo.
Y, ante esa realidad, la actividad del Parlamento, de los partidos y de los sindicatos, consiste en disimular esa impotencia mediante parajismos, palabrería, rogativas en procesión y otros rituales apotropaicos, que seguramente no buscan tanto conseguir milagros como mantener en estado de excitación a los suyos, aunque vaya usted a saber: la mentalidad mágica es constitutiva de la tenada de muchas cabezas.
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