L'aprecederu
Del género tonto
Reflexiones en torno al debate sobre igualdad
Xuan Xosé Sánchez Vicente
Toda actuación que tutele a la mujer en situación de peligro o que la acoja y ampare en los casos de maltrato es necesaria. Toda legislación que, con posterioridad a una situación de acoso y violencia, castigue al agresor, repare el daño y ayude a la víctima es perfecta y perfectible.
Ahora bien, en parte sobre esas premisas y en parte sobrepuesto a ellas, existe un discurso de tipo omnicomprensivo que no permite afrontar bien alguna de las raíces del problema o que pretende imponer al conjunto de la población una determinada forma de ver el mundo y comportarse.
Se pone, por ejemplo, el acento en las medidas educativas. Ahora bien, para que esas medidas alcanzasen mejor su objetivo deberían tener en cuenta esta realidad: aproximadamente el 50% de los crímenes machistas los cometen extranjeros, segmento que no representa el 10% del conjunto de la población.
En otros casos, el discurso que aboga por la igualdad obvia ciertos datos, como que en Asturies, en las Enseñanzas Medias, un trabajo bien pagado, hay 10.000 mujeres y solo 4.000 varones; o pretende sustituir la voluntad individual sugiriendo que la distinta presencia de hombres y mujeres en determinadas carreras es una imposición social y no una decisión particular.
A veces, ese discurso, unido a la competitividad política y al atosigamiento de las redes sociales, lleva a proclamas fallidas o vacías. Así, el gorjeo savonarólico del PSOE madrileño acusando de discriminación de género porque la simpática masterchéfica niña xixonesa Carlota Silva recibió una muñeca y sus compañeros una tableta al cesar en el concurso. Como la misma Carlota aclaró: eso era exactamente lo que ella había pedido, una muñeca.
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