¿Para quién son las leyes?

(Ayer, en La Nueva España) L’APRECEDERU ¿PARA QUIÉN SON LAS LEYES? Sitúense ustedes. Siete años continuados. Un edificio asaltado/ocupado por individuos de marginalidad diversa. Se vende droga, hay reyertas, insultan y molestan a los vecinos, perturban los negocios de la zona, ha cobijado algún muerto, intervienen frecuentemente policía o bomberos… Siete años. Por fin, una orden de desalojo. Llegan justicia y policía y no pueden desalojar. ¿Razón? Hay personas nuevas y para ellos no se ha emitido orden de desalojo, que debe ser nominatim. Siete años. Vuelta a empezar. La propiedad no es la propiedad. Los vecinos desesperados, los negocios con problemas. ¿Hasta cuándo? Pues basta que cambie un ocupador/asaltador cuando se vaya a desalojar para que el desalojo no pueda efectuarse y el edificio tapiarse. ¿Para quién se hacen las leyes? ¿O quién las hace? Es una norma, europea: el precio diario de la energía que se paga a las generadoras (y, en consecuencia, el que se le va a cobrar a usted) se determina por el de la energía más cara, el gas, en estos tiempos. De modo que las energías de producción más barata reciben el mismo pago que las más caras. ¿Motivo? En teoría, incentivar la inversión en energías limpias. ¿Lo hace? En todo caso, constituye actualmente un disparate mayúsculo (si no es que la ideación siempre lo ha sido), que afecta a nuestros bolsillos y está llevando al cierre temporal de las grandes consumidoras de energía y a pérdidas o la quiebra de muchos negocios y empresas. El Gobierno español lleva pidiendo a Europa desde hace tiempo deshacer ese sistema “marginalista”. Hoy las presiones se han acentuado por parte española y de otros países. Algunos se resisten, con la perspectiva teórica o idealista de que el sistema favorece el tránsito hacia una economía verde. De momento, empuja hacia una economía “verde” por falta de actividad, cierres empresariales, paro y precios disparatados. ¿Para quién se hacen las leyes? ¿O quién las hace?

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