Ayudando a las empresas

(Ayer, en La Nueva España) AYUDANDO A LAS EMPRESAS «Sin empresas no hay Paraíso», podríamos decir parodiando el título de una célebre serie televisiva anteevaamaraliana. Sin empresas, sin inversores, sin empresarios, sin capitales, no hay trabajos ni empleo, y, por supuesto, son difíciles, si no imposibles, los servicios y las atenciones a los más desafortunados. Disculpen la obviedad, pero es que hay mentalidades (y partidos) que no lo creen así, que puede cerrarse los ojos ante esta evidencia y actuar de modo que la aparición o el desenvolvimiento de las empresas puede limitarse, sin que eso tenga repercusiones sobre los individuos y la sociedad. El Gobierno asturiano parece haberse hecho ahora más consciente de esa realidad y, en consecuencia, ha menudeado en discursos de atención a la empresa por parte del mismo presidente, don Adrián, y ha organizado su Gobierno de forma que esa voluntad de atención a la empresa, que no es más que atención al mundo productivo y al empleo, tenga una mayor unidad. Así, se ha instituido la Consejería de Ciencia, Empresas, Formación y Empleo, y se ha puesto al frente de ella una persona que conoce ese mundo, Borja Sánchez. Del mismo modo, se ha creado un interlocutor directo con las empresas. Ahora bien, en el mismo Gobierno hay una parte cuya visión del mundo real es distinta, IU y sus alianzas, que ya se ha manifestado en los cuatro años pasados contra ciertas propuestas del PSOE, digamos, a favor de la empresa, y que dirige una Consejería con competencias en Ordenación del Territorio, Urbanismo y Vivienda. De modo que las fricciones pueden entorpecer el camino, y, en todo caso, una cosa es predicar y otra dar trigo. Pero pasemos de las palabras a los hechos. ¿Cómo se está ayudando realmente al empleo, digo, a las empresas? Podemos dejar a un lado los retrasos escandalosos en las infraestructuras por parte del Gobierno central (recuerden que han tardado cuatro años en hacer cuatro kilómetros de un tercer carril de la «Y», y que tienen el descaro de anunciar a tambor y gaita que «adelantan» su inauguración dos meses); pero no los del nuestro, con lo que suponen de aumento de costos para las empresas y falta de incentivos para invertir (especialmente, en el abandonado Suroccidente). Pasemos por alto, también, la preterición en esa materia del Noroeste, frente al Mediterráneo, por parte del Central. Pero que aquí el sistema impositivo sobre las empresas sea más alto depende de nosotros. Por poner un dato: abrir una empresa en Asturies, como en España, cuesta el doble de tiempo y dinero que en Portugal. Y las demoras, también nuestras: «El Principado resolverá tras un año las ayudas (para emprender) que solicitaron 1.800 autónomos». ¿Y qué me dicen de este lamento de las pequeñas empresarias del campo?: «Emprender en el medio rural es como una yincana». En una cosa están equivocadas, esa yincana o maratón de obstáculos lo sufre cualquier emprendedor, en el medio rural o en la urbe. Y no digamos ya nada de las políticas relativas al campo, que parecen destinadas a cerrarlo. Pero no es únicamente la autonómica la Administracion que dificulta el desenvolvimiento empresarial o echa la persiana de las empresas: una gran parte de las obras municipales (a veces de dudosa necesidad) se eternizan: eliminan aparcamientos o carriles de circulación, vallan las aceras, llenan de escombros y polvo la zona. Como consecuencia, los negocios pierden clientes, las tiendas de comestibles, las de ropa, los chigres…. Y no se trata únicamente de una disminución de dinero temporal: cuando un ciudadano deja de ser veceru de un establecimiento, raramente vuelve a él, o, de otra manera dicho, el negocio está abocado al cierre. Evito darles datos concretos, pero los tienen ustedes per uquiera. Y otra forma sistemática de destruir los pequeños negocios o semiarruinarlos son las peatonalizaciones y cierres de aparcamientos. En una gran urbe, con miles de transeúntes, puede que la fórmula sea beneficiosa para el pequeño comercio, pero en una mediana o pequeña lo que hace es trasladar las compras a los centros comerciales y a los lugares con aparcamientos. Solo una muestra, de LA NUEVA ESPAÑA del 28/02/2023: «El centro de la Pola se vacía: las calles peatonales suman 18 locales comerciales cerrados y la actividad se traslada a la periferia». Donde quiera que ustedes vivan. Adonde quiera que ustedes miren. Porque una cosa es predicar, y otra dar trigo. Y, por otro lado, el infierno está con frecuencia empedrado, ya no de buenas intenciones, sino de presunciones de correr tras las modas para saberse moderno.

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