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Más allá de la retórica (burocracia, empresa y empléu)

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(En La Nueva España del martes 04/06/2024) MÁS ALLÁ DE LA RETÓRICA Sobre el empleo, las inversiones, las empresas y, en general, la actividad económica, partidos y sindicatos suelen manifestarse con frases hechas -pleno empleo, empleo de calidad (variante, “digno”), defensa de los puestos de trabajo- y con consignas o posturas que son puro voluntarismo o no tienen en cuenta la realidad, por ejemplo, el empeño en que Mittal lleve a cabo una inversión que, al menos en estos momentos, no es rentable. En general, las demandas políticas y sindicales no tienen en cuenta dos elementos sustanciales del desenvolvimiento de una empresa: uno, que es un negocio que debe asegurar rentabilizar sus inversiones; dos, que las empresas se mueven en un mercado que va más allá del Payares y de los Pirineos, tanto más allá cuanto mayor la empresa. Y si ello es general, aquí, en Asturies parece que siempre opera el ensueño del socialismo de Estado del franquismo, y que es el Estado el que debe resolverlo todo. No es cosa de repetir aquí nuestros condicionamientos históricos, ya señalados por Xovellanos en los incipientes momentos del crecimiento del comercio y la economía industrial: lo limitado de nuestro mercado y la escasez de capitales. Ambos factores siguen condicionando actualmente el nacimiento y el crecimiento de las empresas. Miren estos dos titulares de La Nueva España: «La falta de inversores en Asturias, la principal traba entre los jóvenes para el emprendimiento» (10/05/2024); «El mercado regional da para lo que da, las empresas tenemos que salir para crecer» (12/05/2024). Tenemos en Asturies una serie de empresas que llevan años creciendo e innovando, algunas de la cuales hemos premiado, por cierto, en su día, como reconocimiento a su labor: Gondán, Zitrón,Talleres Alegría, y un relativo largo etc., entre las que se halla algunas del sector de la alimentación, que también se han diversificado y crecido fuera. Ahora bien, sumadas todas ellas más los restos sobrevenidos de la antigua industria estatal autárquico-franquista dan para un empleo limitado y poco satisfactorio, con mucho desempleo y emigración, frecuentemente este, de gente muy cualificada. PSOE y PP van a acordar una llamada Ley de proyectos estratégicos, que, para las inversiones que vayan a crear más de 100 puestos de trabajo e inviertan más de 30 millones, reducirá los plazos a la mitad. A uno le choca un poco el volumen de empleo requerido para que una empresa se acoja a ese procedimiento especial, pero, sobre todo, se pregunta: ¿y por qué no esforzarse, puesto que se puede, en reducir los trámites y procedimientos para todo tipo de empresas e inversiones, de la grande a la pequeña, ya que esos largos períodos de espera son causa de costos y de retracciones? Me da la impresión de que el discurso político social está volcado hacia la inversión milagro (nuestro particular Míster Marshall), hacia el ensueño de la «empresona», que emule aquellas otras del pasado. Y, sin embargo, las empresas reales, las que viven, sobreviven y emplean, se encuentran a diario con problemas que no se enfrentan por los gobiernos o se enfrentan mal, como el precio de la energía, o con reglamentaciones absurdas. Algunos de estos problemas dependen o son causados por el Gobierno central, otros encontrarían aquí su solución, puesto que aquí está su causa o la inacción frente a ellos. He aquí las palabras del responsable de la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía: «Aunque haya bajado el precio de la luz sigue siendo insostenible para la industria», y comparaba la desventaja con empresas similares de Francia, Alemania o Portugal. O las de una directiva de una empresa asturiana que ha crecido fuera: «La industria asturiana sufre una muerte dulce y a las empresas se les ponen trabas cada dos por tres». Podría multiplicar las citas, sembrar este artículo de datos, pero creo que es suficiente. Subrayo: acaso se mira poco por lo que hay (más bien se lo castiga, en la práctica) mientras se sueña con la empresona milagro. Y, por otro lado, la mirada debería descender a lo más raso: los pequeños y medianos negocios están desapareciendo a pasos agigantados, en parte por la competencia de las grandes superficies -con más oferta, más variedad, más comodidad para aparcar- y del comercio por interné. Esa desaparición supone la evaporación de pequeños capitales locales y la imposibilidad de su crecimiento o la aparición de otros nuevos, y ese detrimento va en favor del acrecentamiento de la riqueza exterior, no solo de la de otras partes de España, sino, sobre todo, de Europa o del resto del mundo. Y aunque la tendencia es imparable, es seguro que el Gobiernu y los ayuntamientos algo más pueden hacer en favor de esos negocios, en positivo, de un lado; eliminando cargas y trabas susceptibles de ser eliminadas, de otro.

Decimos y nun facemos

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(Ayer en La Nueva España, con motivu el Día d'Asturies) DECIMOS Y NUN FACEMOS No hace falta pormenorizarlo: decrecemos en población y empleo, no queremos tener descendientes, los jóvenes formados emigran a miles en busca de trabajo. Fijémonos solo en los datos que se desprenden de lo que dicen los actores económicos en la magnífica serie de LA NUEVA ESPAÑA que recorre los concejos patrios. Todos: hay una pesada burocracia que retrasa o encarece los proyectos (y, claro, añado, los impide en cuanto los desalienta). Los gobernantes prometen solucionar el problema. ¡Como si ellos no lo hubiesen creado, y como si no fuesen los mismos los que llevan gobernando casi siempre, pero en fin! ¿Lo solucionan? No, pero lo prometen. ¿Y en el ámbito rural? Olvídense del lobo, como si fuese poca cosa. ¿Qué dicen quienes están trabajando, innovando y creciendo en los nuevos frutos en las vegas de los ríos o en el Occidente en los vinos? ¿O los que lo hacen en el sector forestal? Necesitan legislación e impulso para la concentración parcelaria o para otra utilización de los montes (por lo que, por cierto, llevan décadas clamando habituales de estas páginas como los señores Arango o Rodríguez-Vigil, ¡décadas!). La respuesta para todo es la misma: decimos pero no hacemos. Asturies tuvo siempre un problema de capitales, como señalara en su día Xovellanos. Al carbón, la siderurgia, la industria, los ferrocarriles y la banca acudieron fondos foráneos, peninsulares o extranjeros. Solo la repatriación de capitales «americanos» representó una breve excepción. Necesitamos, pues, el máximo de inversiones extranjeras y facilitar las propias. Hacer fácil la vida de las empresas. No es únicamente la burocracia la que labora contra ello, sino una mentalidad general, instalada en los partidos políticos, en unos más y en otros menos, pero en todos, así como en la sociedad, que no ve con simpatía, si no es que lo hace con hostilidad, al emprendedor, la empresa y el mundo de los negocios. Y, evidentemente, ese clima no facilita el crecimiento, esto es, la riqueza y el empleo. Pero la cuestión tiene raíces más profundas, en lo que pudiéramos llamar nuestra mentalidad colectiva, o, si lo prefieren, lo que tenemos por nuestras señas de identidad. Un rasgo de mentalidad que, si no se ha forjado, se ha incrementado exponencialmente durante el franquismo y se ha reforzado después por el sindicalismo es lo que pudiéramos denominar «estatalismo»: cerca de cien mil personas en empleos dependientes del Estado, más sus familias, y, en muchos casos, con complementos vivenciales también colgando de él (vivienda, clubes sociales y deportivos, viajes, etc.), han instaurado una forma de pensar que todo (y casi solo) lo espera y exige del Estado. Otro de los rasgos de esa identidad la evidencian sus mitos/símbolos. No deja de ser peculiar que el disparate (por no llamarlo por su verdadero nombre) del 34 siga siendo motivo de orgullo o de identidad para una parte importante de la población; o que, como cantos identitarios, nos movamos entre el poema revolucionario-proletario de Pedro Garfias y el inane y esguilaárboles himno oficial del «Asturias». Por otro lado, ¡cuánto de compensatorio de nuestra insignificancia actual tiene esa apelación a esas glorias pasadas o a la de Pelayo! ¿Y nuestra relación con nuestra cultura? Vayamos al espinoso tema de la lengua. A asuntos menores. ¿Qué ganan nuestras autoridades, las personas «cultas», las clases altas, los medios, con decir, por ejemplo, «Lastres» y no «Llastres», «Viego» y no «Viegu», que son, los segundos, sus únicos nombres reales, tradicionales y populares? ¿Por qué es castellano «Lastres» y no «Llastres», «Viego» y no «Viegu»? ¿Significan acaso algo en la lengua de Cervantes? Nada. Lo único que ocurre es que esa «Ll» y esa «u» se perciben como signos de lo asturiano, algo que molesta y hacia lo que se tiene entre hostilidad y repugnancia. Algo que apunta hacia lo que entendemos como vulgar o no noble, lo que no queremos ser. Decimos que nos queremos, pero no hacemos nada por demostrarlo. O sea, que no nos queremos tanto: como en lo político, corremos hacia Madrid y lo valoramos como superior a nosotros y lo nuestro. Madrid ha subsumido en una década a 20.000 asturianos. Ha sido una suma de necesidades, pero es también un símbolo.

Ayudando a las empresas

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(Ayer, en La Nueva España) AYUDANDO A LAS EMPRESAS «Sin empresas no hay Paraíso», podríamos decir parodiando el título de una célebre serie televisiva anteevaamaraliana. Sin empresas, sin inversores, sin empresarios, sin capitales, no hay trabajos ni empleo, y, por supuesto, son difíciles, si no imposibles, los servicios y las atenciones a los más desafortunados. Disculpen la obviedad, pero es que hay mentalidades (y partidos) que no lo creen así, que puede cerrarse los ojos ante esta evidencia y actuar de modo que la aparición o el desenvolvimiento de las empresas puede limitarse, sin que eso tenga repercusiones sobre los individuos y la sociedad. El Gobierno asturiano parece haberse hecho ahora más consciente de esa realidad y, en consecuencia, ha menudeado en discursos de atención a la empresa por parte del mismo presidente, don Adrián, y ha organizado su Gobierno de forma que esa voluntad de atención a la empresa, que no es más que atención al mundo productivo y al empleo, tenga una mayor unidad. Así, se ha instituido la Consejería de Ciencia, Empresas, Formación y Empleo, y se ha puesto al frente de ella una persona que conoce ese mundo, Borja Sánchez. Del mismo modo, se ha creado un interlocutor directo con las empresas. Ahora bien, en el mismo Gobierno hay una parte cuya visión del mundo real es distinta, IU y sus alianzas, que ya se ha manifestado en los cuatro años pasados contra ciertas propuestas del PSOE, digamos, a favor de la empresa, y que dirige una Consejería con competencias en Ordenación del Territorio, Urbanismo y Vivienda. De modo que las fricciones pueden entorpecer el camino, y, en todo caso, una cosa es predicar y otra dar trigo. Pero pasemos de las palabras a los hechos. ¿Cómo se está ayudando realmente al empleo, digo, a las empresas? Podemos dejar a un lado los retrasos escandalosos en las infraestructuras por parte del Gobierno central (recuerden que han tardado cuatro años en hacer cuatro kilómetros de un tercer carril de la «Y», y que tienen el descaro de anunciar a tambor y gaita que «adelantan» su inauguración dos meses); pero no los del nuestro, con lo que suponen de aumento de costos para las empresas y falta de incentivos para invertir (especialmente, en el abandonado Suroccidente). Pasemos por alto, también, la preterición en esa materia del Noroeste, frente al Mediterráneo, por parte del Central. Pero que aquí el sistema impositivo sobre las empresas sea más alto depende de nosotros. Por poner un dato: abrir una empresa en Asturies, como en España, cuesta el doble de tiempo y dinero que en Portugal. Y las demoras, también nuestras: «El Principado resolverá tras un año las ayudas (para emprender) que solicitaron 1.800 autónomos». ¿Y qué me dicen de este lamento de las pequeñas empresarias del campo?: «Emprender en el medio rural es como una yincana». En una cosa están equivocadas, esa yincana o maratón de obstáculos lo sufre cualquier emprendedor, en el medio rural o en la urbe. Y no digamos ya nada de las políticas relativas al campo, que parecen destinadas a cerrarlo. Pero no es únicamente la autonómica la Administracion que dificulta el desenvolvimiento empresarial o echa la persiana de las empresas: una gran parte de las obras municipales (a veces de dudosa necesidad) se eternizan: eliminan aparcamientos o carriles de circulación, vallan las aceras, llenan de escombros y polvo la zona. Como consecuencia, los negocios pierden clientes, las tiendas de comestibles, las de ropa, los chigres…. Y no se trata únicamente de una disminución de dinero temporal: cuando un ciudadano deja de ser veceru de un establecimiento, raramente vuelve a él, o, de otra manera dicho, el negocio está abocado al cierre. Evito darles datos concretos, pero los tienen ustedes per uquiera. Y otra forma sistemática de destruir los pequeños negocios o semiarruinarlos son las peatonalizaciones y cierres de aparcamientos. En una gran urbe, con miles de transeúntes, puede que la fórmula sea beneficiosa para el pequeño comercio, pero en una mediana o pequeña lo que hace es trasladar las compras a los centros comerciales y a los lugares con aparcamientos. Solo una muestra, de LA NUEVA ESPAÑA del 28/02/2023: «El centro de la Pola se vacía: las calles peatonales suman 18 locales comerciales cerrados y la actividad se traslada a la periferia». Donde quiera que ustedes vivan. Adonde quiera que ustedes miren. Porque una cosa es predicar, y otra dar trigo. Y, por otro lado, el infierno está con frecuencia empedrado, ya no de buenas intenciones, sino de presunciones de correr tras las modas para saberse moderno.

De Campanal a Orlegi

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(Ayer, en La Nueva España) DE CAMPANAL A ORLEGI No, no se trata de una cuestión meramente futbolística. Con «Campanal» me refiero a la antigua y famosa fabada, no a ninguno de los Campanal, asturianos y futbolistas. Si traigo aquí el nombre de la fabada enlatada es porque acaba de aparecer la noticia de que una conservera cántabra ha comprado la marca a otra conservera, cántabra asimismo, que, a su vez, la había adquirido en Xixón, donde había nacido, precisamente de la mano de un tío y abuelo de los futbolistas. Los que tengan una cierta edad («cierta» es un delicado eufemismo) recordarán un largo número de fábricas y productos que han dejado de existir o han sido comprados por inversores extranjeros: chocolates, por ejemplo, cervezas, mantequilleras, conserveras… En la mayoría, si no en la totalidad de esos casos, las industrias, al desaparecer, han dejado tras sí tal vez su nombre en el lugar que ocupaban, y, siempre, el vacío de su actividad y sus empleos. Cuando, como en la circunstancia de la citada fabada, subsiste su nombre fuera de nuestro país, es solo esa sola sombra de la antigua realidad lo que subsiste. En otros casos lo que ocurre es que capitales (multinacionales, generalmente) se hacen cargo de los negocios que antes fundaran y regentaran capitales y emprendedores asturianos: pongamos Aguas de Cuevas, pongamos Fabada Litoral, pongamos… Con esos o con otros nombres, los productos del ramo de la alimentación que se han ido llegan a los consumidores locales, pero los beneficios no revierten en bolsillos de asturianos ni se gastan en Asturies, sino que van a inversores o fondos extranjeros. Y, en general, además, las grandes compañías de ventas alimentarias de fuera llevan una gran parte de la tarta de los beneficios del consumo asturiano, en competencia con las que son de aquí. Lo mismo que hemos señalado para el ramo de la alimentación, podríamos apuntarlo para otros, como el textil o el de los muebles: las pequeñas fábricas no pueden competir con las grandes en un mercado global: el mercado local es copado por la empresa de gran tamaño; los empleos locales desaparecen. ¿No existen en Asturies empresas de raíz asturiana capaces de competir en el mercado interior y expandirse? Sí, lo hemos señalado muchas veces, y lo hemos premiado en su día, con el Premiu a la Meyor Empresa Asturiana, durante doce ediciones del galardón. Pero la mayoría necesitan de fusiones y participaciones para competir en un mercado global; Alsa, Windar, del Grupo Daniel Alonso, Latem, Duro Felguera son algunos ejemplos de ello. Cuando se habla de crear empleo, de detener la sangría de la emigración de los más preparados, de defender nuestra sanidad y nuestra educación, se postulan remedios que son poco más que tiritas o simplemente fórmulas mágicas como la de la pizarra de Carrio para esconxurar al Ñuberu. Lo que necesitamos es actividad económica, es decir, empresas, es decir, capitales, es decir, capitalistas. Y, por tanto, necesitamos que lo de aquí crezca y que lo de fuera se anime a venir. Así de simple, así de complicado. Por eso, cuando veo que IU —y la izquierda en general— critica al PSOE, a Juan Cofiño, en particular, «porque habla mucho con los empresarios», me echo a temblar. Por cierto, he aquí otro sector de donde han desaparecido los capitales asturianos, el fútbol. Ha sido el capital mexicano el que ha venido a sustituirlos. Y, si tenemos un poco de memoria, muy reciente nada más, recordemos cuánto hemos celebrado la desaparición de esos capitales asturianos y cuánto hemos hecho para echarlos. Una muestra más de una de esas pulsiones dominantes en nuestra sociedad con las que corremos entusiasmados hacia un fracaso que perseguimos en pos de lo que fabulamos como un éxito o como una parte de nuestra identidad.

Cónclaves y claves

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(Ayer, en La Nueva España) L’APRECEDERU CÓNCLAVES Y CLAVES La noticia de esta temporada ha sido indudablemente la del «cónclave del noroeste», la reunión en Santiago de los presidentes de Galicia, Castilla y León y Asturies, así como de un gran número de empresarios y sociedades, para exigir prontamente las inversiones necesarias para el «Corredor Atlántico Noroeste», un trazado y unos servicios ferroviarios que permitan competir a industrias y comercio en igualdad de condiciones con el resto de España en sus transacciones con Europa, ya por ferrocarril, ya por vía marítima. La reunión, al margen de la demostración de unidad y de la mostración de necesidad, tiene como trasfondo la pugna con el este de la península y el llamado «Corredor Mediterráneo», más avanzado y mimado por el Gobierno central en proyectos y fondos. Poco hay que decir de la reunión y sus intenciones, más que aplaudir y desear continuidad a la presión. Pero, con todo, uno no puede evitar un punto de escepticismo: la alianza entre las tres comunidades para el mismo objetivo se constituyó en 2017, sin que desde entonces se avanzase un paso. De cónclave a claves: recoge LA NUEVA ESPAÑA un reportaje de varios comerciantes que en la calle Corrida de Xixón «resisten» con sus comercios abiertos frente al empuje avasallador de las franquicias, que pueblan las principales calles de nuestras ciudades, y al cierre de tantos comercios tradicionales. Aplauso y montera. El reportaje constituye un nítido ejemplo de en donde radican nuestros problemas, en la falta de capitales propios, y, en consecuencia, de la falta de empresas y empleo, con su corolario de emigración. Y no es indiferente que esos capitales vengan de fuera y puedan marcharse cuando quieran o que sean de aquí, y tengan, por tanto, más tendencia al arraigo. Ambos aspectos, el de las conexiones exteriores y el del crecimiento de nuestros negocios y capitales son inseparables si queremos tener un futuro mejor que el presente.

Güei, en LNE: "Son las empresas, charlatanes"

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Güei, en LNE: "Son las empresas, charlatanes": la clave del empléu y del frenu a la emigración de los rapazos.

TRAS EL DRAMA DEL PARO

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El paro constituye un problema personal (no únicamente económico, también psíquico), familiar y social, por los efectos, en este último caso, de la realimentación de los problemas individuales. Pero el paro, en último término, no es más que la manifestación de una patología económica colectiva: la insuficiencia de nuestro tejido productivo y la carcoma en el mismo.
En los últimos años el cierre de empresas ha constituido una verdadera hecatombe. Ello no ha ocurrido solo en el ámbito de la construcción (donde, por ejemplo, y por ceñirnos a Asturias, entre 2008 y 2011 desaparecieron 1.470, el 12% de las existentes en el 2008), sino en muchas otras ramas de actividad. Y, por seguir en el mismo campo, en nuestro país han desaparecido más de 3.700 empresas con más de un asalariado, según los registros del INE, desde 2008 hasta enero de 2012. Por ir a los datos más recientes, en agosto de este año se disolvieron en el conjunto de España un total de 1.300 sociedades mercantiles (un 19% de incremento anual). Asturias registró la menor tasa de variación en la aparición de nuevos registros (-14,01%). Además, si en el 2007 las empresas pagaban 100 por generación de beneficios, en el 2001 pagan 40, debido a  la reducción de los mismos.
He ahí el drama real colectivo que está detrás del drama individual del paro y es su causa: la reducción del tejido productivo, y especialmente su destrucción. Porque cuando una empresa se cierra es muy difícil que vuelva a abrirse. En primer lugar, porque es probable que sus empresarios no tengan ni el ánimo ni los recursos suficientes para volver a intentarlo. En segundo lugar, porque es posible que haya desaparecido el nicho de mercado o la oportunidad de nicho de mercado donde una empresa tenía su campo de actuación.
¿Cuántos de nosotros, si nos tocase una quiniela, nos meteríamos a empresarios? ¿Quiénes de los sindicalistas o políticos que a diario hablan del empleo y de la empresa y aconsejan sobre ello lo harían? Para ser empresario no solo se necesita conocer un sector y disponer de financiación, sino poseer voluntad, ánimo y una especial concupiscencia. Por eso, cuando se pierde un empresario, todos perdemos un vector de creación de riqueza/trabajo.
La otra cara de la actual crisis en España es que se han volatilizado para siempre nichos de mercado y trabajo, ya en la exportación, ya en el interior; bien porque hemos sido expulsados de ellos por nuestros costos de producción —directos (salarios, precios de la energía, productividad de la tecnología, impuestos) o indirectos (fraude fiscal, dumping social exterior, economía sumergida)—, bien porque, en un contexto de facilidad para el endeudamiento, los productos extranjeros, a precios parejos o aun mayores que los nuestros —piénsese en coches o lavadoras, por un decir—, hubieran resultado de mayor calidad o atractivo.

 Nuestra entrada en el euro, además, y la dirección de las políticas del valor del mismo en el conjunto de Europa han laborado en nuestra contra. Así, la moneda común, desde su entrada en funcionamiento, se ha revalorizado más de un 40% con respecto al dólar, lo que ha dificultado nuestras exportaciones; y, viceversa, la baratura de los tipos de interés, favorecidos por Alemania, y los acuerdos con otros países de fuera de la Unión ha provocado el enorme déficit comercial de este último decenio y acelerado la destrucción del empleo interior.
De modo que la construcción de un nuevo tejido económico y el ensanchamiento de la actividad de las empresas ya existentes va a ser extremadamente dificultoso. No solo requerirá la estabilidad de la situación financiera del estado y de los bancos; no solo el tirón de la demanda exterior y en menor medida, inicialmente, de la interior; no solo la efectiva reducción de salarios o de la disminución de plantillas que se está dando en la administración y en tantos sectores, sino de la aparición de nuevos emprendedores y del «descubrimiento» de nuevas actividades o nuevos campos de mercado.
Lo que sí hay que señalar es que eliminar tantas rigideces como aun tiene la economía española (desde el ámbito del ayuntamiento al del estado, pasando por el autonómico; desde el administrativo al legislativo) es requisito imprescindible para el crecimiento. Y es preciso también señalar, por más impopular que sea, que la nueva legislación laboral —aunque haya recortado ventajas individuales o colectivas del pasado— ha supuesto un paso importante para que las empresas —aun reducidas en tamaño— puedan subsistir a la espera de tiempos mejores, y no se vean abocadas a la única opción del cierre inexorable.

           

PROGRAMA ELECTORAL: Trabayu, empléu, economía

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Ver VIDEU:

COMPROMISO CON EL EMPLEO

1. Constitución de un crédito solidario entre bancos, con el aval del Gobierno Asturiano, a fin de facilitar el crédito y la inversión para las empresas.

2. Subvenciones a la contratación, sin limitación del número de trabajadores de la empresa ni del tipo de contrato, con la única condición de que la nueva contratación implique un aumento de plantilla y ningún despido.

3. Ampliación y abaratamiento del suelo industrial, con estudio de fórmulas de arrendamiento o préstamo temporal.

4. Compromiso de creación de 15.000 empleos en cuatro años.

5. Objetivo a medio plazo de hacer llegar la economía asturiana hasta los 500.000 empleos.

A "Un xixonés", comentarista del ensiertu "Los mercaos esteriores y les empreses...

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Gracies pola información y encantáu de recibila. Vo procurar atropar más datos.

Pero too ello nun quita lo principal de la idea: la necesidá d'asociase y de salir a los mercaos mundiales, si ye que queremos, yá non ser daqué, sinón, meramente, sobrevivir.

Los mercaos esteriores y les empreses tecnolóxiques

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El sector de las nueves tecnoloxíes espoxigó fuertemente nos últimos años n'Asturies, y algamó les 600 empreses y los 5.500 puestos de trabayu. L'alministración ye ún de los sos principales clientes de les tecnolóxiques asturianes. La so cuota de mercáu aporta al 22%.

Esto díes, les empreses tecnolóxiques anden llegando a alcuerdos pa conseguir contratos en Latinoamérica, África y Europa del Este. Ye esa un bona noticia: de mano porque, según llevamos diciendo dende fai más de venti años -y non de recién, como dalgunos-, el meyor camín (casi l'únicu) pal crecimientu y la creación d'empléu ye la salida a los mercaos esteriores; en segundu llugar, porque esa, la del crecimientu, ye la única forma d'algamar recursos técnicos y capitales p'algamar recursos nun sector onde la obsolescencia ye tan alta. Finalmente, porque ye tamién bona esa alianza ente empreses, que favorez a toes nel ámbitu esportador y nel investigador. Si quier más información pueden ver l'artículu de la Nueva España pinchando equí

El Principado reducirá un 30% los costes de las empresas

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"El Principado reducirá un 30% los costes de las empresas por burocracia". Ha ahí lo que ha dicho doña Ana Rosa Migoya el día 15 de julio de 2010, víspera del Carmen, por cierto.

Y, a propósito, podemos preguntarnos. ¿Cuántos años lleva gobernando el PSOE en Asturies? Pues, en esta última tirada, desde 1999. ¿Ya hasta ahora no se han enterado de algo que veníamos proclamando muchos, quien esto escribe, el PAS, la FADE, etc.?

Y si seguimos escuchando decimos: ¡Ah!, es que se trata de una directiva europea. Ya nos extrañaba a nosotros de que esta gente del PSOE fuese consciente de la realidad, y que, si lo fuese, estuviese dispuesta a hacer algo concreto a favor del empleo, fuera de los discursos y de las subvenciones.

Una prueba más de la absoluta inutilidad del PSOE y de su gobierno, es más, una evidente prueba de que ellos (y sus socios de IU) son parte del problema asturiano, incluido el del paro.

¡MANQUÍN!, ¿YES EMPRESARIU?

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Un número abundante de asturianos conocen la anécdota, del primer tercio del XX: en un teatro xixonés tarda en aparecer quien debe llegar a escena y el público se impacienta. Cuando ya hierve excesivamente el rumor, se encarga a un personaje popular, el Manquín, que salga a pedir disculpas. Aparece por un lateral del telón y se dirige al público para demandar calma y paciencia. Una voz altisonante y burlesca emerge desde el paraíso: «¡Manquín!, ¿yes empresariu?». Mancillado en su decoro, el Manquín replica: «Soy la p. que te parió». Como puede suponerse, a partir de ese momento, la algarabía no hizo más que crecer.

Estas semanas pasadas hemos asistido a un espectáculo de semejante corte bufo. Ante el viaje que el Gobierno y algunas organizaciones empresariales han programado por ciertos países sudamericanos, entre ellos Cuba, el PP, con su presidente, don Ovidio a la cabeza, ha venido a sugerir que los objetivos del viaje parecían más de tipo «placentero» (especialmente aquellos que se pudieren realizar en Cuba) que comercial. La crítica provocó de forma inmediata una ofendida respuesta empresarial, tanto de FADE como de treinta importantes empresas asturianas, que suscribieron un manifiesto conjunto. Un empresario, incluso, don Aquilino Iglesias Secades, publicó, a título personal, una respuesta aquí, en La Nueva España, con el título de «La duda ofende».

¿A qué se ha debido esa salida de tono del PP, más propia de un partido marginal, y que, por otro lado, reitera, como después veremos, actitudes semejantes de esa formación política?

En primer lugar, a una cierta concepción de la economía que no es más que una supervivencia del pasado. En efecto, de una forma más o menos difusa o confusa, para la derecha asturiana —como para la izquierda—, la «economía, economía» sigue siendo la de economato y empresa (principalmente grande) de la primera ola industrial. Lo demás, para ellos, tiene la escasa corporeidad, la misma inaprensibilidad, que, en la literatura grecolatina, las sombras del Hades tenían para sus visitantes. Lo que no sea esa actividad empresarial «fetén», sobre fantasmagórica, es para ellos sospechosa.

Ni que decir tiene que la actitud que correspondería a un partido político responsable sería la de no entrometerse en nada en la vida de las empresas, y limitarse a despejar el camino para la libre competencia, vigilando, al tiempo, el cumplimiento de las obligaciones legales a que están obligadas. Pero en Asturies tenemos una irrefrenable pulsión a decir a las empresas lo que tienen que hacer y a criticar su gestión, actitud que se sitúa entre el marujeo de chigre y la creencia en el poder mágico de las palabras. Así, por ejemplo, durante la última gran reconversión de (para entendernos) ENSIDESA, la Xunta Xeneral, en un empeño ejemplar que no sé por qué no nos imitan todos los parlamentos del mundo, incluido el de la gran potencia emergente, China, dedicó casi un año —pleno sí, pleno no— a debatir cuál debería ser el ancho del nuevo tren de bandas en caliente de las renovadas instalaciones o si el convertidor debería llevar «soplado alternativo» o no. En esa misma línea pueden encontrar ustedes múltiples declaraciones de don Ovidio Sánchez y del PP, por ejemplo, sobre los socios de HC, sobre la compra de Arcelor por Mittal o los proyectos de este para la factoría asturiana, acerca de las inversiones de ALSA a lo largo del mundo, etc.

Podría entenderse, ciertamente, que el meterse a marujear sobre las decisiones empresariales es una impertinencia inaceptable, en todos los sentidos de la palabra. Más aún, podría pensarse que, en ocasiones, esa conducta podría ser perjudicial para la actividad económica. Pero en realidad, dada la insustancialidad de las fuerzas políticas asturianas en relación con la marcha de la economía del país, cualquier cosa que digan o hagan no tiene, ciertamente, importancia apreciable.

Incluso, desde el punto de vista de los meros intereses electorales de esas fuerzas, no tiene relevancia alguna el que puedan o no meter la pata en lo que, en otro ámbito político-geográfico, podría tener repercusiones negativas. Es tal su insustancialidad política, tan inexistente su capacidad de diagnóstico sobre los problemas del país, tan nula su vocación de actuar sobre la sociedad asturiana (¿Quién, por ejemplo, conoce alguna propuesta del PP sobre Asturies, salvo la alabanza de las gestiones de Aznar, Rato o Cascos?), tanta su dependencia y servilismo hacia Madrid, que, en realidad, da igual cuáles sean sus palabras o sus hechos: su éxito o fracaso (el de todos ellos, reitero) vendrá dado, en lo fundamental, por el éxito o fracaso de sus patrones de Madrid, por la proyección de estos —como única realidad política existente— sobre los ciudadanos asturianos.

Por esas y otras razones, no es de extrañar que a don Ovidio y al PP no les procure rubor el abrir la boca y eyectar tonterías —unas veces per se, otras hablando por boca de ganso— y, como el Manquín, colocarse en una situación ridícula.


Asoleyóse na Nueva del 05/02/10.