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Un matón a nuestras puertas

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(Ayer, en La Nueva España) UN MATÓN A NUESTRAS PUERTAS “¡Hannibal ad portas!”. El grito expresaba el temor de los romanos cuando Anibal, después de varios éxitos, amenazaba con arruinar Roma y su civilización, y, naturalmente, exterminar o esclavizar a los ciudadanos de la Urbe. Pues algo así podríamos exclamar hoy -y en algunas naciones lo hacen-, pensando en Putin y viendo sus amenazas y sus actos. Recordemos que el dictador invadió y se anexionó Crimea en 2014, sin grandes protestas de la sociedad internacional, y que en 2022 hizo lo mismo en Ucrania, con el pretexto de “desnacificarla”, en realidad, para apoderarse de parte o todo su territorio y poner al frente del Estado un Gobierno títere. Desde entonces, mantiene ocupada una parte del territorio ucraniano y lucha por extender ese dominio, mientras destroza las infraestructuras comunicativas y energéticas del país aún no tomado y bombardea sus ciudades. No bastándole con sus soldados, ha importado al frente militares norcoreanos (con cuya feroz dictadura mantiene una excelente relación) y, en las últimas semanas, ha avanzado en la voluntad de intensificar la guerra, lanzando un cohete hipersónico de nueva factura, capaz de portar bombas atómicas. Paralelamente, a través de sus medios, ha amenazado con utilizar armas atómicas contra aquellos países que él estime que apoyan la resistencia ucraniana de una forma que él no está dispuesto a tolerar. La amenaza ha consistido en una lista de esos países que podrían ser arrasados. Uno de sus voceros ha proclamado que tres artefactos nucleares en determinados lugares del Reino Unido “acabarían para siempre con la civilización británica”. Esa exacerbación de última hora encuentra su pretexto en que EEUU y Gran Bretaña han dotado a Ucrania de armas de largo alcance para su defensa. Putin, que se ha anexionado parte de Ucrania, la masacra y lucha por dominar más territorio del que ya ha conquistado, considera inaceptable que los invadidos tengan nuevas armas para defenderse. Las amenazas del dictador y la política de guerra y conquista de Rusia no se tienen como pura palabrería en los estados vecinos. Países tradicionalmente no alineados, como Finlandia y Suecia, han ingresado en la OTAN ante la amenaza rusa y aumentan sus fuerzas militares. Estonia, Letonia y Lituania, por la misma razón, piden más presencia permanente de la Alianza Atlántica en sus territorios. Noruega, Finlandia, Suecia y otros países informan a sus ciudadanos sobre qué hacer en caso de guerra o grave crisis. Los refugios antinucleares comienzan a ser construcciones que se buscan o preparan en varios países. Se ha comparado a Putin con Hitler, la situación previa a la Segunda Guerra y la voluntad de no enfrentarse a él o contenerlo por parte de las democracias. Recordémoslo: cuanto más se cedió , más se envalentonó y más fácil pensó que sería su expansión. En relación con Putin-Rusia, sus guerras y sus propósitos, conviene analizar algunos datos y discursos, en particular, aquellos que sostienen los que yo llamo “putineros”, quienes defienden las actuaciones del dictador o las disculpan. Comencemos por señalar el gran pretexto para sus agresiones con unas palabras de Merkel en su último libro, “Libertad”: “Para Putin, la perspectiva de membresía de la OTAN de Ucrania y Georgia fue una declaración de guerra”. Vamos a aceptarlo: la OTAN a las puertas de Rusia iba a entenderse como una amenaza inaceptable. Ahora bien, esa integración no se ha producido (a pesar de las reiteradas peticiones de Ucrania); lo que sí se ha producido es la apropiación de Crimea, la invasión de Ucrania, la devastación de su territorio y miles de muertes y mutilaciones. Recientemente, la cesión de misiles de largo alcance a Ucrania para su defensa también ha sido tomada como una excusa por Putin para la amenaza nuclear, por los putineros para la justificación de las actuaciones de Rusia y sus intimidaciones. En una palabra: sea cual sea la realidad, Occidente es siempre el provocador y el culpable. Recordemos que, aunque ahora levantan menos la voz, para destacados putineros españoles -personas y partidos- la paz en Ucrania solo se consigue no enviando armas a Zelenski, es decir, rindiéndose y dejándose conquistar Ucrania por su destructor. ¿Y quiénes son los putineros? Pues un amplio elenco de españoles, fundamentalmente de izquierdas, pero no solo, también, en menor número, de derechas. Su estructura discursiva -eso que llaman “ideología”- y emocional se compone de varios factores, no todos presentes en las mismas personas ni en las mismas proporciones: una vocación hacia la dictadura como forma ideal de gobierno, por lo que añoran la Rusia “socialista” y proyectan esa añoranza sobre la Rusia actual; una pasión vehemente contra EEUU, lo que no impide que sigan ciegamente sus modas discursivas y de conducta; una hostilidad primaria hacia el modo de vida occidental -en el que, sin embargo, viven cómodamente-, cuya hostilidad justifican motejándolo de “capitalismo”, “liberalismo” o etiquetas semejantes. ¿Hacia dónde avanzará el conflicto de Ucrania? ¿Cuáles son los propósitos a medio plazo de Putin? ¿Será invitable un choque? Deseo (no he puesto “espero”) que no. En todo caso, y en esa previsión, preocupémonos por los putineros de dentro. ¡Hannibal intra portas!, gritemos, y mantengámonos ojo avizor, que ellos buenas ganas tienen. P.S. Hace unos días, la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra Netanyahu por crímenes de guerra. En calles y plazas de España aparecieron inmediatamente manifestaciones de celebración. En 2023, el mismo organismo dictó idéntica orden contra Putin, por las mismas razones. No recuerdo ni una sola manifestación de júbilo por esa causa desde entonces.

Se les ve el plumero

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(Ayer, en La Nueva España) L’APRECEDERU SE LES VE EL PLUMERO Las paredes de mi ciudad se van poblando de pintadas dobles, pareadas una con otra. Una dice «OTAN NO», la otra «NO A LA GUERRA». Obviamente, el manifiesto bífido tiene como referencia la guerra de Ucrania, es decir, la invasión por parte de Rusia del territorio ucraniano. De referirse a la guerra de Gaza, hubiese aparecido este nombre, o el de Israel, pero nunca el de la OTAN. ¿Y cuál es el contenido real de esa chafarrinada bifronte? No es, evidentemente, el «NO A LA GUERRA», pues, de ser así, el binomio hubiese requerido un tercer miembro, como «NO A RUSIA (o a PUTIN)» o «NO A LA INVASIÓN DE UCRANIA», dejando patente de ese modo que se condenan, «arma virumque», diríamos, las armas de ambas partes y el varón promotor de la guerra. ¿Es así? Es patente que no, y, que, por tanto, el único contenido «real» el único «dictum» de la doble pintada sea el primero «OTAN NO». Aunque, lo confieso, es posible que me equivoque y que sus autores deambulen ahora mismo por Rusia pintando en las paredes de las calles, y tal vez del Kremlim, un «NO A LA GUERRA» de descomunal tamaño. En otro orden de cosas, o en el mismo, he recibido varias peticiones correíles de organizaciones humanitarias internacionales pidiendo mi firma para la inmediata detención del jefe del gobierno israelí, Benjamín Netanyahu, para que se cumpla la orden en ese sentido que el Tribunal Penal Internacional emitió a finales de mayo de 2024 por posibles crímenes de guerra en Gaza. Es curioso, el mismo tribunal emitió una orden de arresto contra Vladimir Putin en febrero de 2023, por crímenes de guerra en Ucrania, y, hasta ahora, no he recibido ninguna petición de firma para que se cumpla la orden contra Vladimir. ¡Mucho va de Pedro a Pedro, dice el refrán! Pero no, se les habrá pasado por alto.