El honor de Blanco (y III)

Allá, a principios del horror, esto es, cuando empezó el desastre educativo posterior y tomaba, en aquel arranque el nombre de "Reforma" (aquí lo dirigía con entusiasmo ese Vicente Álvarez Areces y su equipo de comunistas ex perloristas), hubo un arranque de entusiasmo entre muchos docentes (casi todos de dos tipos: unos, que ascendieron y dejaron las aulas; otros, ligados al internacionalismo de "las buenas causas" -no son, por cierto, conjuntos tangentes, en su mayor parte son conjuntos con una gran superficie de intersección-). Pues bien, uno de ellos, que, por entonces al menos, no sabía ni deletrear la solfa, pero tocaba un instrumento de viento en las charangas canavaleras y en las manifestaciones de idéntica índole, colgó (como don Juan Tenorio, "entre hostil y amatorio") un cartel donde manifestaba que ponía "sus conocimientos musicales al servicio de la reforma".


Laus Deo.

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