Caveda y Nava, inventor de la literatura asturiana
31.12.2015 | 03:43
Xuan Xosé Sánchez Vicente Debemos a Caveda el conocimiento de la literatura anterior a su antología de 1839, que realiza aprovechando los materiales que la generación anterior -la de Xovellanos, González Posada y su padre, Caveda y Solares- había reunido para el fallido proyecto del diccionario del idioma asturiano y la Academia de Letras. Lo que él salvó (eligió) lo conocemos, lo que no, con escasas excepciones, no. En ese sentido él es el fundador efectivo de nuestra literatura y de la historia de ella.
Pero no es el "inventor" de nuestra literatura por esa única razón: no sólo estableció el canon de los textos en relación con su interés (o gusto), sino que decidió qué rasgos lingüísticos deberían estar presentes y cuáles no y, al mismo tiempo, impuso un determinado concepto de decoro, social y literario. Esto es, realizó una determinada selección temática y estilística, estableció un estándar lingüístico con el que ahormó los textos y los modificó en función de determinados criterios de decoro.
Acaso lo más llamativo de su actuación bajo ese criterio sea cómo opera con "La Xudit". En el XVIII un lluanquín, González Villar, había escrito un poema de ese nombre contando, sobre el libro homónimo de la Biblia, un episodio muy celebrado en la época, tanto en la literatura como en la pintura, el de la decapitación de Holofernes por la judía. Ahora bien, el texto de Villar contiene versos de una vulgaridad espantosa, como estos del comienzo: "Ya desque comiemos los panizos / tenemos reventando la barriga, / y los güeyos están apegadizos / sin que quepa en butiellu una formiga; / ya que de llonganices y chorizos / vos pudiesteis fartar sin dexar miga; / y dempués que cenasteis ensin suelu / ya vos lleguen les tripes al gargüelu. / Y mirar todos col candil encesu / si falta del llugar dalguna vaca, / que yo fasta estrumiar esti lluviesu / ñista tayuela estó fechu una estaca.
Tanto debió de espantar a Caveda este poema que decidió escribir él otra Xudit (o acaso encargarla) no sólo eliminando esas vulgaridades, abundantes en todo el texto de Villar, sino sustituyendo su estilo pedestre por otro más elevado o "poético". De la misma manera, y ahora tal vez únicamente por razones de decoro literario, elimina del Dido y Enees marirregueriano y del Hero y Lleandru del mismo los epitafios finales, que desentonaban del resto de ambas composiciones tanto por la métrica (décimas frente a octavas) como por su carácter didáctico o de moraleja (rompiendo así la "gratuidad" literaria del texto) y por su chocarrería. Casos de menor entidad podrían ser aducidos aquí en esa línea del rechazo de lo vulgar o pedestre. Así, un "¡Xuro a Dios!" que recogen el único manuscrito de "El caballu overu" que conocemos y una nota de González Posada sobre el mismo, lo sustituye (o lo prefiere, si existe otra fuente) por un "¡Votambriós!", sin duda para evitar la expresión malsonante.
En el ámbito lingüístico, por ejemplo, elimina las palatalizaciones iniciales de palabras como ñeñu o ñarices o las del artículo y los pronombres (llos, llas, llo?), casi generales en los manuscritos que a él llegaron (por lo que hoy conocemos), pero que le debieron de parecer o arcaicas o excesivamente dialectales; lo que implica, sin duda, la idea de un estándar canónico para la lengua asturiana, al menos la literaria.
Pero su actuación va más allá. [...............................]
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