(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos)
Rodríguez Braga, inocente y bocazas
Sobre la necesidad de cuidar los actos, pero también las palabras
Xuan Xosé Sánchez Vicente 26.01.2017 | 03:53
Ya saben ustedes cómo fue. El 17 de enero la Guardia Civil irrumpía en los locales de la UGT en Uviéu y llevaba a la juez Carmen Blanco ordenadores y documentos incautados durante las siete horas de registro. Al mismo tiempo, detenía en sus casas a seis responsables del sindicato, entre ellos a su ex secretario general, Justo Rodríguez Braga. Tras una noche detenido y pasar por el juzgado, fue puesto en libertad sin cargos, al igual que los restantes sindicalistas. Cabe, si acaso, precisar que la UGT asturiana lleva siendo investigada dos años largos por cuestiones relativas a subvenciones y cursos de formación.
Déjenme, ante todo, afirmar la inocencia de don Justo y de los cinco restantes detenidos. Son inocentes al igual que lo son Bárcenas, Correa, Griñán, Chaves, la princesa Cristina de Borbón, o como lo era Rita Barberá. Y no entiendan esto como una provocación. No, se trata simplemente del respeto a una de las normas jurídicas y ético-políticas sobre las que se constituye la democracia, que debería tener vigor efectivo siempre, la presunción de inocencia. Todo el mundo es inocente, parézcanos lo que nos parezca, hasta que recae sobre él una sentencia firme. Y si esta lo proclamase así, deberíamos considerarlo tal incluso aunque nos constare su culpabilidad por otras vías.
Pero no quiero referirme ahora a la presunción de su inocencia, sino a la evidencia de su culpabilidad en otro aspecto, en el de ser un bocazas irresponsable. Fíjense ustedes en sus palabras en LA NUEVA ESPAÑA el día 19, una vez en la calle: "No entendemos este circo, por llamarlo de alguna manera, a no ser que sea un operativo mediático para tapar otras cosas que están saliendo en estos momentos en los medios de comunicación, ya sea el caso Gürtel o el del Yak-42", "Se monta una parafernalia tremenda para estar a las 24 horas en la calle; estas cosas vienen de muy arriba". ¿Ven ustedes las implicaciones de esas palabras? Son evidentes: o bien entiende don Justo que la juez del Juzgado de Instrucción número 4 ordena la actuación para aliviar la presión mediática sobre el Gobierno y el PP, o bien que el Gobierno da directamente órdenes a la juez para que lo haga.
Tomémoslo como que no sabe lo que dice. O mejor, que, como la mayoría del mundo político, sindical y tertuliero actual, dijo lo que le pareció, sin pensar en sus implicaciones y consecuencias. Seguramente alguien ha refrenado su lengua con posterioridad, así que en declaraciones a este periódico el día 22 cantaba la palinodia respecto a esas afirmaciones: [.........................................................................................................................................................]
Ya saben ustedes cómo fue. El 17 de enero la Guardia Civil irrumpía en los locales de la UGT en Uviéu y llevaba a la juez Carmen Blanco ordenadores y documentos incautados durante las siete horas de registro. Al mismo tiempo, detenía en sus casas a seis responsables del sindicato, entre ellos a su ex secretario general, Justo Rodríguez Braga. Tras una noche detenido y pasar por el juzgado, fue puesto en libertad sin cargos, al igual que los restantes sindicalistas. Cabe, si acaso, precisar que la UGT asturiana lleva siendo investigada dos años largos por cuestiones relativas a subvenciones y cursos de formación.
Déjenme, ante todo, afirmar la inocencia de don Justo y de los cinco restantes detenidos. Son inocentes al igual que lo son Bárcenas, Correa, Griñán, Chaves, la princesa Cristina de Borbón, o como lo era Rita Barberá. Y no entiendan esto como una provocación. No, se trata simplemente del respeto a una de las normas jurídicas y ético-políticas sobre las que se constituye la democracia, que debería tener vigor efectivo siempre, la presunción de inocencia. Todo el mundo es inocente, parézcanos lo que nos parezca, hasta que recae sobre él una sentencia firme. Y si esta lo proclamase así, deberíamos considerarlo tal incluso aunque nos constare su culpabilidad por otras vías.
Pero no quiero referirme ahora a la presunción de su inocencia, sino a la evidencia de su culpabilidad en otro aspecto, en el de ser un bocazas irresponsable. Fíjense ustedes en sus palabras en LA NUEVA ESPAÑA el día 19, una vez en la calle: "No entendemos este circo, por llamarlo de alguna manera, a no ser que sea un operativo mediático para tapar otras cosas que están saliendo en estos momentos en los medios de comunicación, ya sea el caso Gürtel o el del Yak-42", "Se monta una parafernalia tremenda para estar a las 24 horas en la calle; estas cosas vienen de muy arriba". ¿Ven ustedes las implicaciones de esas palabras? Son evidentes: o bien entiende don Justo que la juez del Juzgado de Instrucción número 4 ordena la actuación para aliviar la presión mediática sobre el Gobierno y el PP, o bien que el Gobierno da directamente órdenes a la juez para que lo haga.
Tomémoslo como que no sabe lo que dice. O mejor, que, como la mayoría del mundo político, sindical y tertuliero actual, dijo lo que le pareció, sin pensar en sus implicaciones y consecuencias. Seguramente alguien ha refrenado su lengua con posterioridad, así que en declaraciones a este periódico el día 22 cantaba la palinodia respecto a esas afirmaciones: [.........................................................................................................................................................]
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