(Asoleyóse en La Nueva España, el 17/05/17)
LA MINISTRA ALZA Y CANTA
Bueno,
exministra. Carmen Calvo Poyato. Yo, de mano, no tenía las gafas y pensé que,
así, con el puño en alto, estaría practicando el juego de “al embruno”, en que
se calcula a ojo de buen cubero cuánto dinero hay en el puño cerrado del rival.
Y me parecía muy apropiado ese cómputo a ojo de buen cubero en una enseñante
que afirma que “el dinero público no es de nadie”.
Pero no. Me
pongo las gafas y veo que la ex se encuentra en una escuela de Llaviana, donde
ha dado un mitin dentro de la campaña que los socialistas mantienen para elegir
un nuevo Secretario General. Ella lo hace por la facción de Pedro Sánchez. Doña
Carmen, junto con otros militantes socialistas, levanta el puño mientras canta
la Internacional.
¡La
Internacional! Cuando veo a ciertas personas de determinada cultura y de
determinado nivel económico entonar tal himno, quedo “como aquel que de un palu
está ablucáu” —que dijo nuestro primer escritor, Marirreguera—, y no puedo
dejar de preguntarme si pueden cantar eso en serio, tal que si no se hubiese
hecho evidente adónde conduce invariablemente el sueño de una sociedad
aparentemente sin clases: URSS, China, Camboya, Cuba, las dictaduras del Telón
de Acero… y lo que había detrás de cada uno de esos paraísos socialistas,
tenidos aquí durante tanto tiempo como modelo e ideal.
Y, desde el
punto de vista personal —suponiendo que canten la Internacional socialista, y
no otra—, me agobian las dudas de dónde se incluyen estos próceres. ¿Se sienten
“pobres del mundo”?, “¿esclavos sin pan?”. ¿Acaso se ven a sí mismos como
“proletarios”? ¿Desean “hundir el imperio burgués”? ¿Y eso qué es? ¿El estado
del bienestar? ¿Y qué lo sustituiría? ¿Las crudelísimas dictaduras del
socialismo real, como la historia muestra?
Así que tiendo
a pensar que representan únicamente una fabulación, una representación que
termina en cuanto se abandona el escenario. Aunque después, conociendo como
conozco el ser humano y su cabeza, me entran dudas. Porque muchos de ellos se
afirman como “socialistas” y reniegan de ser “socialdemócratas”, con la misma
fe y empeño con que lo hacían hace treinta o cuarenta años, y tienen la palabra
“socialdemócrata” como un baldón o un insulto, no de forma desemejante a como
en los años treinta los comunistas los motejaban (a todos los socialistas de la
II Internacional) de “socialfascistas”. ¿Qué significará, me pregunto, para
ellos “socialista” que no sea “socialdemócrata” ni “comunista”? Averígüelo
Vargas, porque ellos no nos dan pista alguna.
Por lo demás,
la lucha plusquam civile entre suníes y chíes, con insultos y agravios de todo
tipo, sigue. Ahora bien, es casi imposible penetrar en el misterio de cuál es
el dogma que a unos de otros separa. Si ustedes siguen los discursos de ambos
contendientes, verán que ninguno de los dos dice absolutamente nada sobre el
futuro. Y el que debería decir algo sobre el pasado, esto es, sobre su
alternativa ante unas terceras elecciones de no haber sido investido Rajoy,
nada dice. Bueno, sí, han inventado la ficción de que lo hubieran investido los
mismos que acaso aprueben los presupuestos de 2017. Aparte de la risa de tal
ficción, ¿a qué precio del dinero común, de haber sido así? ¡Ah, claro, es que
no es de nadie! O que cae del cielo, como parecen creer los tres candidatos,
durante el debate, puesto que proclaman nuevos “derechos” y nuevos devengos sin
decir de dónde salen o cuáles son sus efectos sobre la economía y el empleo.
Por lo demás,
ambos se limitan a decir las mismas tautologías y vacuidades: que son de
izquierdas, que son el PSOE de siempre y que quieren ganar las elecciones. Nada
más. Bueno no, don Pedro se remite a la corrupción del PP y a que la gestora
(con don Javier al frente y Susana detrás), en vez de decir “no es no”, como él
(¿e ir a unas terceras elecciones, con sus consecuencias y, tal vez, sin volver
a dar mayorías, lo que exigiría una cuartas?), ha entronizado al PP corrupto de
Mariano Rajoy. (Alguno podría decir, tal vez, que don Pedro sí tiene un
programa, pero como lo cambia a cada poco, vaya usted a saber). Y da igual que
proclamen estas naderías viajando por España o escondidos detrás de esos
rancios y mamotréticos cajones en los que se parapetan durante el debate a
tres, amarrados a sus bordes Susana y Pedro, más gesticulante y un poco diverso
en su discurso Patxi.
Mi impresión
particular es que don Pedro ganará las primarias, pues sus vacuidades y
tautologías se refieren al pasado inmediato (palpables, pues, aunque nada digan
sobre los efectos de sus implicaciones sobre la realidad), apelan al agravio y
ponen el foco en la nefanda coyunda del PSOE con Satán: ¡pura emoción!. Las de
doña Susana, sobre el futuro, son más intangibles y excitan menos las vísceras.
López, al que tantas veces le ha echado el picado durante el encuentro Pedro,
parece fuera de concurso
De todo ello
se extraen algunas conclusiones, pero háganlo ustedes.
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