CON LLAMAZARES, POR LA MEMORIA
Don Gaspar Llamazares, en
representación obviamente de IU, acaba
de registrar en el Parlamentu una propuesta para, digamos, “acendrar” la
memoria histórica. De La Nueva España del 11/04/17 sustancio algunos de los
puntos principales de esa propuesta: la puesta en marcha de un comisionado de
la memoria histórica, el diseño de un Instituto Asturiano de la Memoria, la formación de una Comisión de la Verdad
sobre los crímenes del franquismo en Asturies (“sin ánimo de revancha”), la
constitución de un Consejo de la Memoria Democrática, y todo ello, con la
finalidad, entre otras, de “transmitir la memoria a las futuras generaciones”,
naturalmente, a través de los planes de enseñanza.
Por otro lado, don Gaspar señala
en su escrito la fuerte especificidad de Asturies en toda esa materia de
enfrentamiento, violencia y crímenes, especificidad que haría más deseable (o
necesaria) toda esa indagación y legislación, con el propósito, deduzco, de que
los asturianos del futuro no solo conozcan aquellos trágicos años, sino que su
conocimiento les sirva para evitar repetirlos.
Conociendo a don Gaspar y la
ecuanimidad con que enfoca cualquier cuestión, tengo que reprochar al
periodista que sustancia la iniciativa de IU que lo haga de forma incompleta,
ya que es seguro que no pudo dejar aquél de incluir en su propuesta la memoria
del Golpe de Estado del 34. Porque si queremos que las futuras generaciones
sepan de aquellos años y de ellos extraigan fructíferas enseñanzas, ¿cómo sustraer
de su conocimiento tal hecho, que fue terrible en sí por el número de muertos,
la violencia desatada, la destrucción cultural (la biblioteca de la Universidad
hubo de ser repuesta mediante la generosidad de un erudito de la familia de los
Pidal, Roque) y, sobre todo, el clima de odio y terror que creó o agrandó, en
el conjunto de España y, muy específicamente, en Asturies? Es más, resultó un
vector importantísimo de los muchos que acabaron desembocando en el golpe de
estado franquista y la dictadura posterior.
Es, sin duda,
un elemento constitutivo de la historia y la memoria de esos años ese golpe de
estado, como lo es el saber qué pretendían exactamente los sublevados, que era
aquello que Belarmino Tomás expresó en Sama al anunciar la rendición: «Si
Cataluña, Valencia, Madrid, Bilbao y Zaragoza hubieran respondido como hemos
respondido nosotros, en estos momentos el socialismo se habría implantado en
todo el país. Nosotros hemos vivido en régimen socialista desde el día 6.
Nosotros, los asturianos, hemos cumplido». Es decir, una dictadura. Y también
será un buen elemento de reflexión para los escolinos actuales y futuros el
advertir cómo determinadas fuerzas políticas asturianas corren siempre a
ejecutar las órdenes de Madrid o a defender
los intereses de otras partes, dañando o poniendo en peligro los de los
asturianos, que siempre subordinan. Así sucedió con el “embarcazu del 34”, que
dejó a los alzados solos, o cuando Aranda hizo correr a las izquierdas a
defender Madrid mientras él ocupaba Uviéu, o en la ocasión de Santillana, en el
2003, en que los socialistas deciden defender los intereses de los catalanes en
detrimento de los de Asturies. Vocación de autoinfligirse daños que tal vez
alguna de esas comisiones de la propuesta de don Gaspar sea capaz de indagar si
se debe a la peculiar configuración del ADN de los asturianos (acaso herencia
de los primeros pobladores) o, simplemente, a la doctrina de las iglesias en
que profesan algunos grupos políticos.
Y, cómo no, de paso, del empleo del término “revolución”
para aquel golpe de estado y de la admiración hacia el mismo, envuelta en una
especie de nostalgia de que no se hubiese convertido en efectivo, que tantos
mantienen, podrán ver con claridad meridiana las generaciones presentes y
futuras cuál es el modelo de sociedad que para todos nosotros sueñan y/o
preconizan algunos.
Por tanto, y como no dudo de que todo ello esté contenido
en la propuesta de don Gaspar, mi voto a favor de esa ecuánime iniciativa.
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