Comunistes

(Ayer, en La Nueva España) COMUNISTES ¿Ustedes qué países comunistas conocen? Probablemente, al menos, los mismos que yo: Rusia, antes del colapso, los países dependientes de ella, incluida la RDA, Cuba, China, Corea del Norte, Vietnam. ¿Y qué caracteriza a todos ellos? La dictadura (de los mandamases del partido, no del proletariado ni otras gaitas), con más o menos crueldad, que va de la más férrea censura a la cárcel o la desaparición para los disidentes o los molestos; la pobreza generalizada; el absoluto desprecio por el medio ambiente y, consecuentemente, escasos cuidados con la contaminación. China es una excepción parcial: desde hace décadas combina una feroz dictadura, con la miseria de una parte de la población y la creciente riqueza de otra. ¿Les apetece a ustedes vivir en alguno de esos países? El dato fundamental, sin embargo, es este: no hay ningún país comunista que no tenga esas tres características, ninguno, sea del este, del oeste, del Pacífico o del Caribe. Es difícil imaginar que el comunismo pueda ser de otra manera, mejor, es contra toda evidencia el afirmarlo. Y, sin embargo, existe un número cuantioso de individuos en nuestro país que se declaran comunistas, y que, incluso, frente a los demás, presumen de ser ellos los auténticos demócratas, los café-café, los pata negra. Podría pensarse que creen ellos que, pese a la evidencia, reiterada desde 1917, es posible otro comunismo. ¿Lo creen? Es muy dudoso. Las señales ponen de manifiesto que es precisamente en ese comunismo real, encarnado históricamente, en lo que piensan, incluso aunque en su pensar se engañen (ya no solo que pretendan engañarnos, que también) con esas turbias brumas con que el cerebro nos hace a veces creer que no vemos lo que vemos o no pensamos lo que vemos o queremos. Acérquense ustedes a la mayoría de los pontífices de Podemos o del Partido Comunista. Todos ellos respiran idéntico entusiasmo (¡y admiración!) por Cuba. ¿Y cómo soslayan ante los ciudadanos libres que Cuba, un país comunista, sea una dictadura? Pues seguramente como en su día lo solventó una persona a la que tengo aprecio por muchas cosas menos por sus ideas, don Gaspar Llamazares: con un sofisma argumental que, en el mejor de los casos, tal vez corresponda a esas turbias brumas del cerebro de que en el párrafo anterior les hablaba: “Cuba no es una dictadura, Cuba es otra cosa”. ¡Magnífico! Y vengamos a un recentísimo ejemplo. Don Enrique Santiago, Secretario General del PCE y Secretario de Estado de la Agenda 2030: “El sistema capitalista no solamente se ha mostrado que es incompatible con garantizar los derechos de las personas, sino que según dicen los científicos se acredita que es una forma de producción incompatible con el futuro del Planeta, porque consume más recursos de los que puede soportar el Planeta, contamina y destroza los ecosistemas y el medio ambiente. Es un sistema que hace que la vida no pueda mantenerse en la Tierra, (*¿incompatible?) con la propia existencia de la Humanidad”. Pero, si ustedes me lo permiten, ¿lo único que conozcamos que no es sistema capitalista (de capitales particulares y estatales, sí, pero también de libre comercio, de libre iniciativa, de libertades individuales) qué es? Pues el sistema comunista, tertium non datur. Y ese es el argumento general de estos pensadores: “no al capitalismo”. Bien, entonces ¿sí a…? Vean ustedes el entusiástico prólogo con que doña Yolanda, la visitadora emocionada de Su Santidad, saluda la última edición del Manifiesto Comunista, señalando su vigencia, no solo intemporal, sino, más bien, cuasi eterna. Flotan ahí idénticas ideaciones. Porque entre estas gentes la sofistería y la nebulososidad, una clase de “no pensamiento” ocultador, son universales. Nota: el “comunistes” del titular ye asturianu, nun ye llinguaxe neocursi.

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