Por y en los dídimos

(Ayer, en La Nueva España) POR Y EN LOS DÍDIMOS ¿Cuál ha sido la única novedad del debate de investidura? Pues la patente y grosera evidencia de que ERC (el “¿Ve usted aquí a Rivera o Arrimadas? No se la juegue”, de Rufián) y Junts (“Si no hay avances no le apoyaremos ninguna ley. Se lo digo ahora, porque todavía está a tiempo de desistir”, de Miriam Nogueras) tienen cogido a don Pedro y al PSOE por los dídimos. Lo demás no ha sido más que la constatación de lo que ya hemos ido sabiendo a lo largo de estos tres meses largos (¡y se mentiquejaban de la pérdida de tiempo de la investidura fallida de Feijóo!). Lo fundamental: la satisfacción del negocio de Sánchez y el PSOE a cambio de la satisfacción a plazos de los negocios de Junts y Esquerra: la amnistía y el indulto, al contado; un montón de dinero para Cataluña y un referéndum de independencia o semiindependencia para pronto. Porque no se confundan ustedes: los partidos son, ante todo, empresas que buscan la máxima expansión y el máximo poder para beneficio de sus dirigentes y, secundariamente, de sus feligreses, con bienes tangibles a veces, con satisfacciones morales o discursivas (eso que llaman “ideología”) principalmente. Naturalmente, ello es, a veces, demasiado crudo y hay que vestirlo: por España (sin “¡coño!”, es cierto), para construir un muro frente a la derecha, para conseguir la convivencia en Cataluña y de esta con España, y otros ítems menores (feminismo, ecologismo, resiliencia, cambio climático, bicicletismo…), tal ha sido el argumentario de don Pedro. No hace falta apuntarles a ustedes que esa idea de que la suma de indultos más amnistía va a pacificar Cataluña y resolver las tensiones y un problema histórico es un cuento chino, que solo puede engañar a los muy fieles, muy crédulos o ciegos voluntarios. En primer lugar, da una patada en salva sea la parte a todos los catalanes no independentistas; en segundo lugar, ha dejado durante el debate con las posaderas descubiertas al propio don Pedro: le han repetido por activa y por pasiva que quieren un referéndum de independencia, que es lo que han pactado. Es difícil ver cómo puede producirse así el “reencuentro” que Sánchez pregona, ni el camino hacia “una España unida”. Por cierto, ayer Bildu ya ha demandado también su referéndum de independencia, así como lo ha hecho con más discreción el PNV (que eso es el reconocimiento de la “nación vasca”). Es un suma y sigue. La gravedad de la amnistía no es el mismo hecho del perdón y borrado en sí, que no es asunto menor, sino el marco en que se ha justificado: existen desde siempre dos naciones, una sin estado, Cataluña, otra con él, España. España ha oprimido desde siempre a Cataluña, y una vez más cuando en la década del 2010 ha tratado de ejercitar su derecho democrático a la independencia. Por hacerlo, han sido perseguidos, enjuiciados, encarcelados, multados (“contra derecho”, pues) muchos catalanes. Lo cual debe ser corregido, tanto hacia el pasado (indulto, amnistía) como hacia el futuro: negociarán las dos naciones con mediadores internacionales. Naturalmente, ni don Pedro ni el PSOE son responsables de ello (el PSOE no votó las leyes que castigaron los delitos, ni Pedro Sánchez aprobó la intervención a través del 155, ni dijo nunca que aquello eran delitos que había que castigar, ni...): la culpa fue solo de la falta de diálogo del PP, como afirmó este miércoles el hoy presidente. Y para cerrar el círculo, el acuerdo para amenazar o perseguir a los jueces que hayan dado demasiado la lata o piensen darla en el futuro. Que eso del lawfare está en los pactos y voluntad previos al texto de la amnistía, y no tiene nada que ver con dicho texto, como pretenden argumentar los interesados o los ciegos para decir que no va a existir tal desafuero. Y esos son los datos y el panorama. Ya sé que los feligreses no querrán verlo o que pensarán que cualquier cosa antes de que gobierne la derecha o de que nunca llovió que no abocanara, o aquello de La Celestina (según estén más cerca o lejos del reparto): “A tuerto o a derecho, mi casa hasta el techo”. He escrito “por”, falta el “en”. La actitud de todas estas semanas de las huestes abascalinas, su salida del hemiciclo, sus discursos con el pretexto de que defienden la unidad de España o se oponen a los pactos del PSOE como una dictadura, sus amenazas al PP, no son más que, como en el caso del PSOE y demás firmantes de los acuerdos, actos que tienen como objetivo fundamental “su negocio”, crecer a costa del PP, hasta llegar, si pueden, a superarlo, acusándolo de tibio. Pero no es solo que golpeen, así, en los dídimos del PP, golpean en la posibilidad de que la conjunción izquierdo-nacionalista tenga alguna vez alternancia. Golpean en todos y cada uno de los ciudadanos de derechas, destierran la posibilidad de que los no adscritos o los no muy enganchados en la iglesia socialista puedan algún día cambiar de voto. Porque la última responsabilidad no está en los políticos, o no únicamente: ellos hacen, fundamentalmente, lo que creen que les demandan y van a premiar los ciudadanos. Mutatis mutandis: “No es al tirano al que hay que injuriar -decía Christian Morgenstern-, sino al siervo que sirve al dictador”.

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