(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos).
Parábola y reflexión zapaterescas
La cobardía del expresidente del Gobierno al exonerarse de sus responsabilidades
16.02.2016 | 04:05
Xuan Xosé Sánchez Vicente En el balance de Zapatero como presidente se tienen generalmente por positivas entre los suyos cuatro cosas: la retirada de las tropas de Irak, los matrimonios homosexuales, la Ley de dependencia y la Ley de memoria histórica. Aún así, incluso entre los suyos tuvo críticas la forma en que se retiraron las tropas y, desde luego, una Ley de dependencia sin dinero detrás arrastró tantos beneficios como problemas. Se puede decir, por tanto, que fue una irresponsabilidad, como lo fue el Estatuto catalán.
En general, tanto en lo grande como en lo menudo, Zapatero se comportó como un adolescente irresponsable y caprichoso -es ése probablemente su carácter-, a quien gustaba sorprender con golpes de efecto (nombrar a Chacón ministra de Defensa); hacer públicas sus ocurrencias, que después tenían que ir detrás sus ministros "matizándolas" (como la invitación en Túnez a que más aliados abandonasen Irak) o hablar sin preparar nada o sin saber de qué hablaba (por ejemplo, cuando afirmó que el centro de control de tráfico de León "iba a retirar a la Guardia Civil de las carreteras"); o improvisar, como cuando en una tarde de cigarrillos y rosas improvisó con Artur Mas en La Moncloa el Estatuto catalán; o fantasear soluciones para el mundo mundial, tal el invento de la Alianza de Civilizaciones, que buen dinero, por cierto, nos costó.
Pero no es eso lo que ahora quiero señalar, sino su cobardía al exonerarse de sus responsabilidades, bien cargando las culpas sobre otro, bien fingiendo inocencia. Dos ejemplos nada más.
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