Güei, en LA NUEVA ESPAÑA


(TRESCRIBO, COMO DAVEZU, LOS PRIMEROS PÁRRAFOS)

¡Qué ríos puestos de pie...!

El fracaso del plan del Principado para incentivar el regreso de los talentos emigrados

21.10.2016 | 03:55
Los medios se llenan estos días de comentarios sobre el fracaso del plan del Gobierno asturiano para incentivar el regreso a Asturies de los talentos emigrados. Los medios, y las tribunas de la oposición, naturalmente. El proyecto, al que podían suscribirse individuos y empresas, ha conseguido que lo hiciesen cero, ninguno. Pero no ha sido ese el único intento de traer del exilio a los investigadores nacidos o formados bajo la capa de Pelayo. Los ayuntamientos de Xixón y Uviéu han incluido en sus presupuestos partidas, con idénticos fines y resultados.
Menudean las discusiones y disquisiciones sobre el fracaso de los proyectos: que si la difusión de la convocatoria, lo escaso de sus dotaciones, el tiempo para el que se hubiesen establecido los contratos, etc. Ninguna de esas cuestiones tiene nada que ver, o apenas nada, sobre el fondo del asunto, la propia realidad económica asturiana y la inutilidad de la política para cambiarla.
"A la guerra me lleva mi necesidad; si tuviera dineros no fuera, en verdad", dice el mancebo que don Quijote y Sancho encuentran en el capítulo XXIII de la segunda parte del libro cervantino. Pues así es, la mayoría de los emigrantes lo hacen porque aquí no se dan las condiciones necesarias para desarrollar su proyecto vital, fundamentalmente en lo económico, pero también en otros aspectos, como sus expectativas personales y profesionales. Y esa realidad no se arregla con subvenciones a la contratación ni otras invenciones, sino con la modificación del tejido empresarial asturiano, lo que es una cuestión a largo plazo.
Pero ciertos políticos, la mayoría, son incapaces de entender la realidad, y creen (como también lo creen muchos votantes) que la política lo puede todo, que querer es poder y que, como Moisés, pueden abrir en dos el mar Rojo con solo proponérselo. La sola idea de que la realidad es inconmovible por el efecto de sus acciones les es inconcebible. Pero además, aunque lo supiesen, no ignoran que su crédito se sostiene sobre un continuo agitarse, al modo de los enjambres, emitiendo ruido con los élitros de sus boletines, presupuestos y promesas de arreglar el mundo.
La realidad, sin embargo, es inmune a las ensoñaciones. Desde el punto de vista del individuo emigrado, nada lo llama a volver a su tierra ya no si no tiene mejores condiciones económicas, sino, sobre todo, si no tiene las expectativas de cambio, aprendizaje y superación que le ofrecen entornos empresariales o investigadores más complejos o abiertos, por más grande que sea su amor a su patria y a sus mayores. [........................................................................................................................]

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