También fuera de Cataluña (en LNE de güei)

También fuera de Cataluña

02.10.2017 | 03:32
También fuera de Cataluña
Les es suficiente. Con su relativo éxito de hoy. Aunque no se haya podido votar en muchos lugares, aunque las condiciones del voto y su recuento no tengan ninguna traza de regularidad. Pero las movilizaciones para votar, las cargas policiales en cumplimiento de la ley, la capacidad de la Generalitat para esquivar una y otra vez las órdenes judiciales y la vigilancia del Gobierno (urnas inventadas, cambios de censo, votación de los gerifaltes en colegios distintos a los suyos?), el éxito propagandístico internacional de la ficción de un pueblo víctima de un estado opresor; todo ello les es suficiente para afirmar que "el pueblo" quiere la independencia. Aquí, en LA NUEVA ESPAÑA, titulé en su día "Les basta con un balcón". Lo tienen. Así, que proclamen la independencia en las próximas horas o no depende únicamente de sus propósitos. Si no lo hacen, convocarán elecciones y mantendrán la presión popular hasta entonces.
155 y delito de rebelión. Desde hace meses (y desde luego, con la aprobación de la Ley de Referéndum y la de Desconexión -Ley de Transitorietat Jurídica i Fundacional de la República-) Generalitat y parte del Parlamento vienen anunciando y realizando un delito de rebelión, que ya está consumado antes de la posible declaración de independencia -inmediata o no-. La obligación, jurídica y política, del Gobierno es aplicar el artículo 155 de la Constitución y suspender las funciones del Ejecutivo catalán y gestionar la Administración catalana. El de los tribunales y los jueces, aplicar la ley.
Los mossos y los jueces. En el artículo antedicho explicaba que el desarrollo del conflicto tenía dos piezas fundamentales: la actitud de los mossos d'esquadra y la de los jueces. Hasta ahora no ha aparecido ningún juez, en ninguna instancia, que haya entendido que la legalidad no es otra que la de la Constitución española (del Estado) y la legislación derivada de ella y emanada de las Cortes. Los mossos, sin embargo, se han manifestado claramente como servidores del Gobierno catalán e incumplidores de las órdenes judiciales.
La reacción patriótica. Un aspecto novedoso del conflicto es la manifestación, en gran medida espontánea, de un patriotismo español en las calles y las ventanas de España, esto es, en Cataluña y fuera de ella.
Ruptura social, violencia y emigración. De lo que no cabe duda es que la sociedad catalana se ha dividido y llenado de violencia social. Pero no simétrica. Son quienes no son nacionalistas los que se ven hostigados, insultados, amenazados; quienes tienen miedo a expresarse por temor a verse señalados o a perder sus empleos. No será, pues, extraño que, como ocurrió en Euskadi, muchos ciudadanos abandonen, si pueden, Cataluña. Tampoco lo será que aparezca la violencia, la de la calle, no la policial.
Tontos útiles y compañeros de viaje. Me extraña (bueno, en realidad no me extraña: está en su ser) el entusiasmo con que desde Asturies u otras partes de España se apoya y jalea el independentismo catalán. De producirse la secesión, el coste en empleo y recursos (sanidad, pensiones, inversiones) será enorme para todos. Que ese daño a los tuyos importe un bledo y se aliente es una forma de pensamiento alienada (y progresista).
Se juega fuera. Pero esta batalla no se juega solo en Cataluña. Se juega fuera. Lo que ocurra en Cataluña incidirá, ya lo está haciendo, en el País Vasco. Si Cataluña se fuera, el País Vasco iría a continuación y se abrirían movimientos de reivindicación secesionista en varias partes del territorio. Sin igual fuerza, de distinto resultado, sin duda, pero creadoras de una tensión permanente.
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