En la función de ópera celebrada en Oviedo el pasado domingo, la ópera de Debussy titulada, por lo visto, Pateas y Melisande, una parte del público decidió realizar una actuación homóloga con el título de la obra y, al escuchar el saludo de bienvenida y la invitación a apagar los móviles, empezó a piafar y a patear.
Es un reflejo pauloviano: si oyen castellano, silencio; si inglés, ruso o chino, silencio; pero si asturiano, los nervios se contraen, la tensión arterial sube, las gargantas piafan y las piernas patean.
¡Cuánta emoción ante el propio país!
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