Ayer en LA NUEVA ESPAÑA

Qué poco nos gustan

La escasa huella que dejan las buenas noticias

03.07.2018 | 01:53
Las buenas noticias. Es como si el sintagma "buenas noticias" fuese un oxímoron, algo así como "sidra de uva". No se trata únicamente de que llamen nuestra atención más los crímenes o los accidentes con víctimas que el reflejo de la normalidad, y que sea eso lo que, en consecuencia, nos sirven los medios. Va más allá.
Es normal que las buenas noticias pasen inadvertidas o que, al menos, duren poco tiempo de actualidad. Tan poco, que dejan escasa huella en la memoria de los ciudadanos y, en consecuencia, no contribuyen a formar una percepción ajustada de la realidad.
Les traslado algunas de esas informaciones positivas de este año. Al lado, la forma en que suelen ser presentadas o contrarrestadas de forma inmediata. Ustedes dirán cuáles parecen formar parte de lo que se tiene sobre "la verdad" de la situación social y cuáles no.
"La pobreza y la desigualdad caen en España a lo largo de 2017". "Los hogares en riesgo de pobreza disminuyen por primera vez en cuatro años". Las informaciones, sin embargo, en general, ponen el acento en las personas que están bajo el umbral de la pobreza y en el aumento de la desigualdad o en su volumen. Se oculta, además, que la idea del umbral de pobreza es un concepto estadístico que señala, más que la pobreza, la mediana de las rentas, esto es, su distribución. Por debajo de esa línea una persona no podría llevar una "vida decente", y en ese concepto de vida decente -una iniciativa de la UE, "Plataforma Europea contra la pobreza"- no se incluyen la enseñanza ni la sanidad, pero sí algo tan discutible como poder tener una semana de vacaciones o tener coche.
Junio de este año: "El paro cayó en 83.738 personas en mayo con récord de contratos indefinidos: 200.078". "La Seguridad Social ganó en mayo 237.207 afiliados, lo que supone la mayor creación de empleo en un mes de mayo de la serie histórica. En términos interanuales, la creación de empleo aceleró hasta las 570.254 personas". (Por cierto, llevamos tres años creando más de 500.000 empleos al año). ¿Qué se subraya de estos datos? El que la mayoría de los contratos son de muy breve temporalidad y que no se producen contratos indefinidos.
Dos datos de aquí. El primero, de mayo: "Asturias registra 2.274 parados menos por la mejoría de los servicios y el ladrillo. El descenso interanual de desempleados, del 7,10%, ya supera la media nacional, pero el Principado es la región con menor aumento de afiliación". Otra de ámbito empresarial: "La biotecnología asturiana, imán de la I+D. Más de cincuenta compañías forman un sector emergente que rebosa ideas innovadoras y atrae la atención de inversores foráneos". Su repercusión en el discurso social, escasísima, si alguna.
Los ejemplos, mucho más abundantes; pero creo que son suficientes para señalar no sólo la preferencia por ver la parte negativa de la realidad, sino la dificultad de que la visión positiva se constituya. Ahora bien conviene subrayar que, al margen de la actuación de los medios, hay interesados en que predomine el discurso catastrofista y, por tanto, en construirlo. La oposición parlamentaria, en general, y, particularmente, algunas formaciones políticas tienen esa guía de actuación. Pero también algunas oenegés y organizaciones humanitarias tienden a acentuar o exagerar los aspectos negativos sobre aquellas realidades en las que actúan.
En todo caso, hay que subrayar la habilidad de muchos de esos partidos, sindicatos y organizaciones para movilizar no sólo con datos sesgados, sino con palabras mágicas. ¿Puede, por ejemplo, alguien decirme qué "son pensiones dignas"? Esto es, ¿cuánto exactamente es en euros una pensión digna? ¿Lo son para todo el mundo haya sido cual haya sido su cotización?
Caben otras preguntas, al respecto, por supuesto. Pero nadie las contestará. Sin duda porque nunca han pensado en ello. Pero si lo supiesen, tampoco lo dirían, porque acabaría el valor mágico de las palabras.

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