(Trescribo, como davezu, los primeros párrafos)
No hay milagros
El frente asturiano contra la incontinencia descarbonizadora del Ejecutivo de Pedro Sánchez
Xuan Xosé Sánchez Vicente 26.07.2018 | 01:52
Como señalaba el domingo 15 LA NUEVA ESPAÑA, la unanimidad que en Asturies se viene produciendo en torno a la anticipación en el cierre de minas y térmicas es realmente un hecho extraordinario. Más extraordinario aún, si tenemos en cuenta que no son únicamente los partidos políticos y los sindicatos quienes se manifiestan en contra, sino que son profesores, investigadores, empresarios, opinadores quienes no cesan en argumentar, con datos y más datos, los enormes daños que esa posibilidad, anunciada por el Gobierno de Pedro Sánchez (¿por qué se habla de la ministra como responsable de esa voluntad de cierre? Lo es Pedro Sánchez. ¿O acaso no hay Gobierno?), acarrearía para Asturies.
Esa unanimidad es aún más notable por dos de sus componentes políticos: se han sumado, aunque de forma tardía o con ciertas renuencias, el siempre ecologista Podemos y la facción pedrosanchista de la FSA. Son de sobra conocidas las razones por las que tanto Asturias, como Castilla-León y Aragón han establecido un frente común contra la incontinencia descarbonizadora del Gobierno, aquejado tal vez de una hiperplasia de próstata progresista-ecologista. Razones quiere decir aquí, fundamentalmente, "daños", "destrozos", "paro". Resumiré las nuestras, que son seguramente más complejas de las que ocurrirían en otros territorios y superiores a ellas: el empleo directo e indirecto del cierre anticipado de minas y térmicas, más de 1.300 empleos directos; la drástica reducción de la actividad de El Musel en el movimiento de carbón (supone el 23% de su actividad con graneles) y, por tanto, la falta de carga para trenes y camiones (121.000 de estos al año); la subida de los costes de la electricidad tanto para los particulares como para la industria, lo que tendría, especialmente, un efecto supernegativo -y, acaso, el cierre- para las grandes empresas electrointensivas (Alcoa, Asturiana de Zinc y Arcelor), para las cuales la energía supone una factura de entre el 20% y el 40% de sus costos de producción; incluso, las dificultades de suministro en un futuro inmediato. Y sumen a eso las repercusiones en el conjunto de la economía y el empleo.
Pero la razón fundamental es que no hay ningún motivo para estas urgencias anticarbón, salvo esa posible incontinencia de la vejiga ecológico-progresista. Los acuerdos en la UE sobre los plazos de la descarbonización son mucho más largos. O, como dice el presidente asturiano, "¿por qué la transición energética en España tiene que ser más rápida que en el resto de Europa?". Digámoslo con claridad: el Gobierno socialista está dispuesto a vender personas y territorios a cambio de unas medallas que cree que le van a reportar muchos y determinados votos.
Frente a este daño innegable de retroceso económico, pérdida de tejido empresarial (tal vez, drástica), subida de los costos de la electricidad y grave daño en el empleo, el Gobierno anuncia "medidas compensatorias".
Un ya viejo comunista me confesó un día en el curso de un funeral que el gran error del comunismo había sido su fe en "el hombre nuevo": no existe el hombre nuevo -lo que quería decir que tampoco existiría, que no era más que un ente de razón-. Pues bien, ocurre lo mismo con cualquier medida compensatoria con respecto a una destrucción de empleo como la que supondría el cierre anticipado de térmicas y minas: las medidas compensatorias no existen, son -salvo que se crease un nuevo INI para Asturies- un puro ente de razón. La creación de empresas y de empleo lleva mucho tiempo, cuando se produce, y no depende de la voluntad de la Administración ni de sus subvenciones. Requiere la existencia de varios factores preexistentes e independientes de la política: dinero disponible para la inversión, personas dispuestas a invertir y ver el retorno de su dinero en el aire durante mucho tiempo, existencia de ideas y técnicas que puedan instalarse en el mercado y triunfar en él, técnicos con el conocimiento necesario para llevar adelante el proyecto, conocedores del mercado para su expansión, etcétera.
Si no existen esos elementos, que no dependen, repito, de la voluntad política de nadie, nada se concreta, expoxiga y se consolida. O, con otras palabras, no existen los milagros. Y más en Asturies, y en particular en alguna de sus zonas, donde las prejubilaciones han creado una percepción distorsionada de la realidad del empleo y los salarios.
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