Los Picos: sofistería y transubstanciación



(Asoleyóse en La Nueva España del 05/02/2019


LOS PICOS: SOFISTERÍA Y TRANSUBSTANCIACIÓN

Ya conocen ustedes el argumento disociativo de esa Aristóteles del pensamiento filosófico, doña Carmen Calvo (aquella de «el dinero público no es de nadie»): lo que dijo don Pedro Sánchez en la oposición a propósito del golpe de Estado en Cataluña no ha sido dicho por Pedro Sánchez, puesto que, como presidente del Gobierno, ya no es el mismo Pedro Sánchez. Es decir, que una misma denominación, Pedro Sánchez, puede encerrar en sí dos personas distintas en distintos momentos, una auténtica disociación o, por ser más precisos, una auténtica transubstanciación.
No hace falta que les recuerde la larga serie de disparates, de auténticos arbitrismos, que arrancaron desde la ampliación del Parque Nacional de Covadonga hasta hoy: la ignorancia de la Constitución y de la existencia de tres comunidades autónomas con competencia sobre el territorio; el empeño en hacer pasar bajo las horcas caudinas de la administración ecologista a las poblaciones que viven en el territorio «protegido» y algunas de sus actividades.
Desde el primer momento, pues, el parque ha traído problemas, marchas atrás legales e incomodidades e impedimentos para habitantes y ganaderos. Olvidando aquella máxima evangélica de que «no se hizo el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre», administraciones y administradores se han olvidado de lo fundamental: los paisanos, los ciudadanos. «No penséis que el parque es vuestro, han dicho a sus habitantes: es nuestro» Esa frase real, la mentalidad que ella encierra, ha sido la que ha guiado el regimiento del territorio.
A finales del año pasado se presentó el borrador del Plan Rector de Uso y Gestión de los Picos de Europa. Desde el primer minuto no han parado de aparecer críticas al mismo. De los ganaderos y queseros del puertu, por supuesto, pero también de los montañeros y de los científicos. Aquí, en LA NUEVA ESPAÑA, han aparecido artículos de amantes de la montaña, como los de Juan Rionda o Francisco Ballesteros Villar, denunciando la falta de sentido de algunas prohibiciones de tránsito, y, sobre todo, las muy recientes de cinco geólogos y biólogos que parecen evidenciar el desconocimiento o chapuza —eso sí, siempre con voluntad de prohibir— con que se ha redactado el PRUG: protección de plantas que no existen en los Picos y desconocimiento de otras que son endémicas y tienen un alto grado de amenaza; hábitats que no tienen presencia aquí, aunque sí, por ejemplo, en los Pirineos; y otros etcéteras que suponen o falta de estudio o corta y pega de otros planes.
Lo curioso de todo ello ha sido la reacción del Gobierno asturiano y de los responsables del área. No han dicho que sea incorrecto lo afirmado por unos y otros, sino que no deberían opinar sobre un documento que no existe porque no es oficial («opinan sobre un documento que oficialmente no existe», «en realidad, el PRUG aún no existe, pues sólo hay un borrador») y que las opiniones sólo deberían emitirlas cuando el documento pasase de no documento (es decir, de su «inexistencia» actual) a documento (esto es, a su «existencia» futura, una vez en el Boletín). Una vez el documento transubstanciado, pues, ya sería visible y podría ser criticado.
La verdad, tal sofistería me ha hecho reír mucho. Me recuerda a aquellas sutiles disquisiciones escolásticas sobre si era uno quien conducía el gochu al mercado cuando lo llevaba amarrado de la cuerda o era la cuerda la que (o tal vez «quien») lo llevaba.
Lo que es notable es que el socialismo español y el asturiano se hayan convertido ahora a la metafísica argumentación de la transubstanciación como disculpa de sus actuaciones. Pura sofistería. Eso, sí, muy moderna. Tal vez influenciada por la física cuántica.

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