Más fondos mineros y la mujer de Lot

(En La Nueva España,, el 02/01/2022) MÁS FONDOS MINEROS Y LA MUJER DE LOT Han llegado de Europa una buena cantidad de millones, los llamados Fondos Next Generation, una parte de los cuales (615 millones) está destinado a iniciativas relacionadas, de forma más o menos imprecisa, con el turismo, y que tienen como finalidad principal, sobre su promoción, los tópicos del momento: la sostenibilidad, el ahorro energético, la digitalización, la resiliencia… El total de proyectos asciende a 169 en diferentes comunidades autónomas. A Asturies le corresponden 22,86 millones que se reparten entre cuatro ayuntamientos y dos mancomunidades. Es posible que tanto la intención de las autoridades europeas como la del gobierno español y las comunidades y ayuntamientos sea la mejor, pero a mí me parece que estamos fundamentalmente ante otros “fondos mineros” que, una vez invertido el dinero, poca riqueza y poco empleo van a producir. Incluso, es difícil que atraigan otro turismo más que el que ya llega naturalmente a esos lugares donde se producen las inversiones, aunque, eso sí, los visitantes pueden tener más lugares donde ocupar su tiempo. Pues, efectivamente, en toda España la mayoría de los proyectos, al margen de la digitalización y la mejora energética, consisten en abrir nuevas rutas peoniles o cicloturísticas, mejorar las existentes, adecuar edificios o lugares para un nuevo uso, comprar bicicletas o alquilarlas, disponer nueva señalización y cosas semejantes, con escasas excepciones. En Asturies llama la atención la propuesta del Ayuntamiento de Xixón. Incluye la recuperación de las baterías (de guerra) alta y baja de l’Atalaya (Cimavilla), y la del cabo San Lorenzo. Acondicionamiento del refugio antiaéreo de la Guerra Civil de Cimavilla y recuperación del de Begoña, “para reivindicar la memoria histórica”. Es curioso que ochenta años después de una guerra fratricida y tras cuarenta años de democracia, la obsesión de la izquierda siga estando centrada en la Guerra Civil, o mejor, en borrar la memoria histórica de quienes vivieron la guerra y la dictadura y, a consecuencia de haberla vivido y de saber sus causas y las responsabilidades de cada uno, decidieron enterrar aquella etapa como la de dos visiones enfrentadas de únicamente buenos y únicamente malos. Porque, por poner, se podría también reconstruir un recorrido virtual de iglesias quemadas y dinamitadas durante el 34 y la guerra ¬—y dejémoslo aquí—, a fin de completar la “memoria histórica” y enseñar de verdad a las nuevas generaciones lo que fue aquella época y, de paso, recordar cómo la valoraron a partir de 1960 quienes la vivieron, y algunos, como Azaña, ya en plena contienda. Pero sobre ese discurso “reconstructor” de la historia tan caro a gran parte de nuestra izquierda existe una componente más, lo que podríamos llamar “el síndrome de la mujer de Lot”, que, según la leyenda, quedó convertida en estatua de sal por mirar atrás al abandonar Sodoma. Es lo que en un reciente artículo de LA NUEVA ESPAÑA el expresidente Rodríguez-Vigil denominaba injustamente “villismo” (y digo injustamente, pues es propiamente el socialismo o izquierdismo mayoritario generalizado en Asturies el que piensa y actúa así), la pretensión de vivir en un pasado imposible o querer volver a él, y negarse a aceptar el mundo tal como es y evolucionar para tener éxito en el presente y en futuro. Y es ese síndrome de la mujer de Lot, tan extendido como mentalidad y discurso, el que viene condenándonos desde hace décadas a una progresiva marginalidad (a pesar de los esfuerzos de muchos), decadencia y emigración, tal como ven quienes, propios y extraños, nos observan desde fuera o llegan aquí por primera vez.

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