Xuan Xosé Sánchez Vicente: asturianista, profesor, político, escritor, poeta y ensayista. Articulista en la prensa asturiana, y tertuliano en los coloquios más democráticos. Biógrafo no autorizado de Abrilgüeyu
Favoreciendo el empleo
FAVORECIENDO EL EMPLEO
Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares
La fórmula es fácil, como ustedes saben: se invierte un capital -en diversas formas y cantidades-, se fabrica un producto o se presta un servicio, se requiere personal para esa fabricación o servicio. De esa cadena se producen beneficios para el capital invertido y, en forma de salarios, para las personas que intervienen en la fabricación o en la atención a las necesidades o demandas de otros. En su modo industrial, agrario y ganadero, ese proceso tiene su inicio en el beneficio de la naturaleza (minería, fuentes energéticas), de la tierra cultivable o de los animales. Es esa la forma en que se produce el empleo y, por ello, la posibilidad de que quienes no tengan bienes de fortuna puedan disponer de medios para su alimentación, vestido, vivienda, ocio, etc. Aunque caben matices, es una evidencia que tanto el aumento de la población mundial, como el aumento general del bienestar se debe en gran parte al incremento en la explotación de los bienes beneficiables de la tierra.
Ahora bien, en una parte del mundo contemporáneo se ha extendido una a modo de mística religiosa que considera la minería como una especie de violación de lo sagrado. En España, por ejemplo, existe en los últimos tiempos una sistemática oposición a la minería, social, institucional y política. El ejemplo más notable: la Ley de Cambio Climático, de 2021, impide explotar el uranio en España, del que tendríamos reservas para décadas. ¿No lo usamos? Sí, lo importamos de Rusia. Sigamos: para todo eso que llamamos la transición energética, son necesarios esos escasos minerales que llamamos “tierras raras”. Lo son para las baterías de los coches eléctricos, teléfonos móviles, sector aeroespacial… Ahora bien, Occidente depende, en general, de China para muchos de esos minerales, hasta el punto de que las recientes tensiones provocadas por el xateru Trump han hecho decrecer la adquisición de esos materiales. Consecuencia: «La falta de tierras raras por el bloqueo chino obliga a parar plantas de Ford, Suzuki o Setllantis» (y algo tendrá ello que ver, como consecuencia, en el empleo, digo yo).
Esa ausencia de minerales raros y su extrema perentoriedad para la industria avanzada, ha obligado a la UE a impulsar en todo su territorio un plan para la explotación de esos materiales. En concreto, en España se localizan varias zonas con esa riqueza -47, en total-, en Extremadura, Galicia, Castilla-La Mancha y Andalucía, y Bruselas trata de impulsar su explotación. Ahora bien, dada esa oposición general de carácter entre místico y medroso, seguramente será difícil poner en práctica muchas de esas actuaciones.
Aquí, en Asturies, en concreto, tenemos paralizada, por esas razones, una explotación minera en Salave desde hace años, sin ni sí ni no, o, por poner otro caso, IU exige a sus socios del PSOE en el Gobierno regional prohibir los sondeos mineros en Peñamayor, mediante una proposición no de ley para revocar los permisos de investigación del Principado y evitar una futura explotación de los minerales. No acaba ahí la cosa. Ustedes, personas atentas a todo lo que ocurre en nuestro país, tendrán una enorme lista: cada vez que se afuraca la tierra para hacer una prospección o se anuncia la posibilidad de una cantera o minería, surge la oposición vecinal, agabitada siempre por algún partido de los denominados progresistas, esto es, de los que están a favor del empleo.
En el ámbito de la energía ocurre otro tanto. Les ofrezco, simplemente, un titular de LA NUEVA ESPAÑA: «La falta de redes eléctricas pone en jaque grandes proyectos industriales en Asturias. El retraso en la ejecución "urgente" de infraestructuras imposibilita el aumento de la producción de zinc en Azsa y el horno de Arcelor en Avilés, entre otros planes». Ya comprenderán ustedes que esa grave carencia supone falta de inversión y de puestos de trabajo. Esas redes, que se han denominado «anillo central» de Asturias, llevan un retraso de más de un quinquenio, retraso que es debido fundamentalmente a la inoperancia de la administración central, pero, asimismo, a oposiciones vecinales y municipales de variado signo, que en algún caso, pero no de forma general, están cargadas de razón.
Ahora bien, cualquier nueva estructura relacionada con la renovación energética, la descarbonización, el tratamiento de los residuos, encuentra una oposición sistemática, sen cuales sean sus garantías o su ubicación. Hagan cuenta de los parques eólicos detenidos por la oposición vecinal o municipal, de los parques de baterías (estos, con la ayuda del Gobiernu), de las plantas de depuración de residuos ganaderos. Cuando no hay una oposición de principio por su “maldad” intrínseca, la hay por motivos coyunturales. En general, todo el mundo está a favor de las energías limpias, la descarbonización y de palabrería como “la sostenibilidad”, “la resiliencia”, etc., pero no de esas concretas actuaciones que la permiten, por lo menos, como me gusta repetir, “non na mio quintana”. Algunos precisan, con esa retórica tan propia del progresismo medioambiental: “Estamos a favor de las empresas, pero que no sean contaminantes”. O sea, de los milagros o los imposibles. De lo que no se está a favor en ninguno de estos casos es del empleo, del real, del que puede existir.
Y si, además, caemos en el pintoresquismo de que la Universidad reconozca la objeción de conciencia para la participación de los profesores en proyectos militares, llegamos ya al extremo. Por cierto, cuando uno tiene la obligación de participar en algo que no le gusta, dimite, no escapa de su obligación.

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